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Por Tu Matrimonio

Realidad del matrimonio hoy

Por Dora Tobar, PHD

Los datos de la realidad:

En general, se puede decir que para los hispanos el matrimonio es una realidad deseada y practicada en un alto grado. Según las estadísticas de la Oficina del Censo de los Estados Unidos (2007), el 67%  de las familias hispanas residentes en Estados Unidos está constituido por una pareja casada con hijos menores de 18 años. También, comparados con el resto de la sociedad, las cifras de divorcios o separaciones no son tan altas, ya que 66% de esos hijos reportaron vivir con sus dos padres.

Con todo, cuando vemos las cifras de los matrimonios católicos como tal constatamos con tristeza que son mucho menos los hispanos católicos que  los católicos blancos no-hispanos que viven bajo el sacramento del matrimonio (el 64%, comparado con el 82%). Asimismo, el porcentaje de los católicos hispanos que se divorcian es mayor que el de los no-hispanos (27% comparado con el 13%) y el número de los que nunca se han casado es del 6%, comparado con el 1% de los no-hispanos (Véase: CARA, Marriage in The Catholic Church: A Survey of U.S. Catholics, October 2007, Pág. 28).

Esta situación puede tener diferente causas:

  • Por un lado, podemos decir que, si bien la Buena Nueva del Matrimonio llegó a los países hispanos con el anuncio del Evangelio, las barreras culturales y sociales, desde épocas de la colonia, hicieron creer a muchos que el matrimonio era un privilegio merecido sólo por los señores y “las señoritas”. Por eso, entre muchos jóvenes sencillos o de origen campesino se formó la “tradición”, en cierto modo aún vigente, de “irse a vivir juntos” o “acompañarse,” aunque esto sometía su relación y sus hijos a la “ilegalidad”. Por eso es fácil ver que todavía hoy, en ciertos sectores de la población hispana se ve “normal” el irse a vivir juntos en vez de pensar primero y sobre todo en el “matrimonio.”
  • Junto al influjo ancestral de esta tradición negativa, y en tiempos más recientes, los jóvenes hispanos han visto también amenazada su  fe e ilusiones por un amor indisoluble desde dos corrientes: el secularismo y el relativismo. El primero, el secularismo, desde su visión anti-religiosa de la realidad, despoja al sexo y al matrimonio de su valor sagrado y los reduce a ser sólo una expresión natural de los sentimientos humanos, donde el sacrificio, la entrega total y la fidelidad indisoluble, suenan a cosas de abuelas y dejan de ser retos deseables y características inherentes al verdadero amor.
  • Igualmente, el relativismo, fruto en gran parte del anti-testimonio de millones de parejas que terminan su matrimonio en divorcios o que hacen de su convivencia una realidad conflictiva, ha llevado a los jóvenes a desconfiar del valor perenne de las promesas matrimoniales hechas ante el altar e incluso ante un juez. En consecuencia, y en contradicción con sus mismos ideales de un “amor libre y sin barreras”, quienes renuncian al matrimonio terminan arriesgando su amor en la inestabilidad y desconfianza de la “unión libre o cohabitación” y, sobre todo, hacen que sus hijos sufran las consecuencias de su falta de responsabilidad y compromiso.
  • Así por ejemplo, como los muestras las estadísticas, el 42% de todos los niños hispanos nacidos en Estados Unidos en el 2006 son hijos de madres solteras. En contraste, sólo el 26% de los niños blancos y el 13% de los asiáticos nacieron de madres solteras (Véase: Pew Hispanic Center, Statistical Portrait of Hispanics in the United States, 2006, Tabla 11).
  • Esta realidad está alarmando a las entidades del gobierno por cuanto significa poner en riesgo la institución del matrimonio, base de la familia y de la sociedad (Véase: Pew Research Center Publications, As Marriage and Parenthood Drift Apart, Public is Concerned about Social Impact”, July 1, 2007). Y alarma también a la Iglesia que siempre se ha pronunciado sobre los riesgos y males que trae vivir la sexualidad y el amor de pareja fuera del vínculo estable y bendecido del sacramento del matrimonio (Véanse nuestras secciones Sexualidad y cohabitación y Unión libre o cohabitación).
  • Sin embargo, nada ha afectado tanto los matrimonios hispanos residentes en Estados Unidos como las condiciones actuales de la migración: La separación geográfica de la pareja, la soledad, el no poder estar con los hijos, la falta de buena comunicación y las crisis normales por la cuales pasa la familia desde cuando comienza a planear la migración ponen a los matrimonios de los migrantes retos mucho mayores que los que normalmente enfrenta una pareja en la construcción y desarrollo de su relación matrimonial (Véase Problemas por la migración).

Los factores que pueden estar amenazando tu matrimonio no son más fuertes que la gracia y beneficios que el matrimonio aporta y por los cuales vale la pena esforzarse y luchar.

Con todo, es importante recordar que estos factores que pueden estar amenazando tu matrimonio no son más fuertes que las gracias y beneficios que el matrimonio aporta y por las cuales vale la pena esforzarse y luchar. Así lo mostraremos en nuestras siguientes secciones (beneficios para la salud, para los hijos, para la economía, para el amor, entre otros).

Y si estás viviendo las consecuencias de la migración te invitamos a ver las viñetas de nuestra sección Historias con final feliz y a buscar alimento para tu amor en Elementos para un matrimonio feliz, así como en Sentido y propósito del matrimonio católico.