Hijos propios e hijos de mi pareja
Por Cinthya Arcega de Montalvo
Estás por comenzar una nueva etapa en la vida de pareja donde no sólo constituirás un matrimonio sino también una familia. De hecho, la presencia de los hijos es una realidad que transforma de manera muy especial la vida de pareja. Por eso es esencial que desde ya dialogues con tu pareja sobre temas como éstos:
- ¿Cuántos hijos queremos y podemos tener?
- ¿Nos conviene esperar un tiempo razonable para tener nuestro primer hijo?
- ¿Con cuánto tiempo nos gustaría espaciar el nacimiento de nuestros hijos?
- ¿Qué sabemos de los métodos de planificación familiar natural? ¿Cuál de ellos utilizaremos?
- ¿Qué haríamos o cómo reaccionaríamos si alguno de los dos es infértil?
- ¿Si no podemos concebir, estaremos dispuestos a adoptar?
- ¿Quién cuidara a nuestros hijos si ambos trabajamos?
- ¿Qué es lo más importante que deseo ofrecer a mis hijos?
- ¿Cómo podemos prepararnos para la responsabilidad de la paternidad y la maternidad?
Es posible también que alguno de los dos, o los dos ya tenga hijos de relaciones precedentes. Por tanto, su matrimonio supondrá ajustes y cambios a los cuales todos tendrán que adaptarse. Por eso desde ahora deben dialogar sobre:
- ¿Qué van a decirles a los hijos?
- ¿Cómo se mantendrán las relaciones de sus hijos con su padre o madre natural, y sus familias?
- ¿Cómo se manejará el tema de la disciplina y la autoridad?
- ¿Cómo se dividirán las responsabilidades de la casa?
Algunos de estos puntos deberán discutirse con los hijos, tanto propios como de la pareja, tratando de establecer, desde ya, acuerdos a los cuales todos se comprometan, y un ambiente sano de diálogo y confianza que facilite la convivencia futura. No olviden que, al igual que ustedes, sus hijos deberán adaptarse a esta nueva vida.
Prepararse a tener hijos no es sólo pensar en las responsabilidades que supone el cuidado y atención que las creaturas merecen, sino también prepararse a ser padres. Esto es, a ser formadores. “Nuestros hijos harán lo que hacemos, no lo que les digamos.” Por eso, debemos desde ya cultivar las virtudes y valores que queremos que nuestros hijos nos imiten y estar muy de acuerdo en aquello que como pareja deseamos transmitir. Así la familia será la cuna no sólo de buenos hijos sino de buenos ciudadanos y personas de Iglesia.