¿“TU o YO”?

Desde pequeños vamos desarrollando la tendencia a poseer y comenzamos con cosas simples como juguetes, plato o cuchara favorita, cama, silla, etc. El lenguaje común que utilizamos es: “mi pelota”, mi carrito”, “mi plato” e incluso decimos “mi papá”, “mi mamá”.
De manera que conforme vamos creciendo no solo la tendencia sigue, sino que ahora con mayor conciencia buscamos poseer más y más cosas: autos, casa, joyas, muebles, etc. Incluso llegamos a marcar un territorio y decimos: “por favor no invadas mi espacio”.
Cuando iniciamos una relación, naturalmente esta costumbre continúa, ya que igualmente nuestra pareja creció de la misma forma y aquello es un continuo tuyo y mío. Por esta razón, cuando la relación se formaliza y deciden llevarla a los altares, muchos son los casos en los que se realizan arreglos prenupciales para proteger las propiedades previas al matrimonio, (En algunos países, existe el régimen de bienes separados); otros son aquellos que se fundan más bien por intereses económicos y se pudiera decir que, más que unión sacramental, son sociedades financieras.
Ciertamente, en unos casos más que en otros, la costumbre en la relación matrimonial es referirse igualmente con el lenguaje que indica propiedad: “mi trabajo”, “tu dinero”, “tu casa”, “mi carro”, “tu familia”, etc.
Está forma de relacionarse tiene un alto porcentaje de fracasar cuando alguno de los bienes empieza a perderse ya que, en una gran cantidad de situaciones donde las finanzas decaen, la pareja termina separándose antes que perder también lo que es propio.
En 44 años que tenemos de matrimonio, “Erika y yo” aprendimos que el “Tú” y “Yo” o “Tuyo” y “Mío”, no era el mejor camino para llevar nuestra relación: además de provocar envidia, creaba molestia cuando una ó otra cosa se dañaba o perdía; poco a poco fuimos cambiando nuestra forma de referirnos a las cosas, ya que la fuerza de la costumbre es impresionantemente difícil de erradicar de la noche a la mañana. Así fue como gracias a que fuimos viendo que nuestra relación mejoraba cada día, perseveramos en el cambio que nos propusimos y así hemos logrado hasta ahora tener una hermosa, pacífica y feliz relación durante todos estos años.
El punto de partida para comprender que en el matrimonio la palabra clave es “NOSOTROS” o “NUESTRO”, lo encontramos en las Sagradas Escrituras en el libro del Génesis 2, 24: “Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos llegan a ser una sola carne”. Por lo tanto, dejan de ser un él y ella para convertirse en una sola carne, en un “NOSOTROS”.
Autor: Jose Luis Romero