Síganme y los haré pescadores de hombres
En su recorrido por el lago de Galilea, Jesús invitó a dos parejas de hermanos (Pedro, Andrés y a los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan) para que lo siguieran en su misión de pescar hombres y convertirlos, ya que el Reino de Dios está muy cerca (ver Marcos 1, 16-20).
Después de tantos siglos (expansión el cristianismo, crecimiento de los latinos católicos en Estados Unidos), Jesús sigue lanzando las redes no solamente a hombres, sino también a mujeres, jóvenes y niños para que hagan parte del grupo de pescadores, ya que siguen faltando obreros.
Frente a este gran desafío que nuestra Iglesia tiene, es triste saber que son muchos los bautizados o los que nos llamamos católicos, pero que no asumimos un compromiso ministerial con la parroquia a la cual pertenecemos. Somos católicos de nombre, somos católicos de fiestas importantes (Semana Santa, Navidad o fiestas guadalupanas) o somos católicos de sacramentos, porque cuando es el Bautizo o la Primera Comunión de nuestro hijo, asistimos a la Iglesia por obligación más que por opción. Somos católicos sólo cuando necesitamos algo o alguna enfermedad o tristeza ronda nuestro hogar.
Jesús invitó a estas dos parejas de hermanos cuando ellos estaban trabajando, y ellos sin dudar dejaron sus barcas y se fueron inmediatamente con el Maestro. No miraron atrás, no fueron pesimistas, no se preocuparon por las cosas materiales; sólo se pusieron en pie y siguieron a Jesús.
Este Evangelio nos hace una cordial invitación para que hagamos parte del grupo de pescadores que hay en la parroquia y que llevan el nombre de ministerios. La Iglesia necesita de ti para lanzar la red y pescar a muchas personas que están ahogándose en el océano del materialismo, de la injusticia, el odio y la discriminación.
Te invitamos para que al finalizar esta lectura pienses por un momento el tiempo que empleas viendo la T.V., asistiendo al bar, sentado al frente de la computadora o las largas horas que duras en el mall comprando o caminando. ¿No crees que podrías reducir ese tiempo y dedicar esas horas a tu parroquia? ¿No crees que con el talento o conocimiento que tienes, podrías hacer que algunas o muchas personas aprendan de ti? ¿No crees que Jesús necesita de ti?
Recuerda que cada día que va pasando, es un tiempo que no se repite, por lo tanto aprovéchalo; no le digas no al Maestro que necesita más pescadores para lanzar con mayor fuerza la red en la infinidad del océano.