Oh Dios, te doy gracias porque… ¿no soy como los demás?
Hay una parábola entre un fariseo que oraba en el templo enalteciéndose de las cosas que él no hacía y los demás sí porque se creía puro, y un publicano que de manera arrepentida y humillada pedía perdón por sus errores. Jesús concluye con la siguiente frase: “Todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” (Leer Lucas 18, 9-14).
Podríamos utilizar las dos figuras nombradas anteriormente (fariseo y publicano) para referirnos a dos clases de personas que tal vez nosotros conocemos o hemos visto en nuestras parroquias, ministerios, familias o amigos. Dos perfiles que deberíamos identificar para hacer nuestro examen de conciencia.
El fariseo puede ser aquella persona que se cree mejor que los demás porque: es legal o ciudadano y los demás no; tiene dinero y trabajo y los demás no; su color de piel y de ojos hacen que sea “puro” y los demás no; siempre habla de sus cualidades porque los demás no tienen; es el más importante del grupo o de la familia porque los demás no; siempre es él primero y los demás son después; siempre da gracias a Dios porque no es como los demás.
El publicano puede ser aquella persona que no se cree mejor que los demás porque: siendo legal o ciudadano le tiende la mano al hermano indocumentado; teniendo dinero y trabajo se preocupa por los necesitados; es solidario en su contribución económica o personal; no le importa el color de piel o de ojos para hacer amigos; teniendo cualidades reconoce sus faltas y el talento de los demás; cree que en la familia, en el ministerio o en el trabajo todos son importantes; se hace de último dando su lugar a los demás; junto a la oración de acción de gracias pide perdón porque sabe que es como los demás.
El fariseo y el publicano son dos perfiles que debemos tener en cuenta en nuestro examen de conciencia para evaluar actitudes y comportamientos en sociedad. Dos maneras de ser en el camino de la vida, ya que puede crear obstáculos en el proceso comunitario o caminos fraternos de amistad con el otro.
Recuerda: cuando te des golpes de pecho, ojalá que sea por las cosas que no has hecho con tu hermano, no por las cosas que tu hermano no ha hecho.