Matrimonios libres de adicciones, matrimonios sanos y felices

El matrimonio es un sacramento de servicio que presupone una entrega total, libre, fiel y fructífera al cónyuge. Para que la relación matrimonial sea una sana y feliz, estos cuatro pilares que fundamentan el amor conyugal según el plan de Dios deben siempre mantenerse presentes íntegramente. Por tanto, no podemos esperar tener un matrimonio sano y feliz si alguno de estos pilares que sostienen la estructura del matrimonio está comprometido, dañado o ausente.
Uno de los elementos mas importantes del amor entre esposos es que éste sea libre. Ofrecer a nuestra pareja un amor que sea libre no implica solo que el cónyuge no haya tenido un matrimonio sacramental válido previamente o que nada o nadie le haya forzando a contraer matrimonio. El elemento de libertad que fundamenta el amor conyugal también requiere que el esposo y la esposa estén libres de ataduras y yugos que limiten, roben o comprometan su capacidad de amar plenamente. Las adiciones ciertamente son cárceles que le roban al cónyuge la libertad y la capacidad de amar de una manera total, fiel y fructífera.
Cuando una persona está presa por una adicción como el alcohol o las drogas, su voluntad – que es donde reside su capacidad de obrar libremente- se compromete de tal manera que nubla o elimina la habilidad del cónyuge para amar a su pareja con entrega, respeto, delicadeza y fidelidad, siempre buscando el bien para el otro. Pero recientemente ha surgido una nueva adición que está socavando como ladrón noche, los cimientos del matrimonio, ya que un cónyuge puede hacerse adicto en la privacidad su habitación y hasta por los efectos electrónicos móviles con fácil acceso y sin que nadie se percate. Hablamos de la adicción a la pornografía, que se ha convertido rápidamente en una de las principales causas de destrucción de miles de matrimonios.
Muchos no saben que la adición a la pornografía causa daños tanto físicos como emocionales que llevan a la persona adicta a necesitar la estimulación de las imágenes pornográficas para poder alcanzar una excitación sexual. El acceso repetido a imágenes pornográficas causa también una necesidad física tan fuerte que la persona tiene que acudir a ellas, aun para conseguir una relajación de sus tensiones diarias. La adicción puede llegar a tal punto que la persona esta tan habituada a ver imágenes pornográficas, que ya no pueda alcanzar estimulación o clímax al compartir íntimamente con su pareja. Y en el peor de los casos, la adicción a la pornografía puede causar impotencia.
No olvidemos también que el acceso a la pornografía lleva a la persona a sustituir ya sea mental o físicamente a su pareja en la intimidad sexual por la persona que protagoniza la imagen pornográfica, intimidad que está reservada en el matrimonio solo para el cónyuge. Como bien dijo el Señor Jesús en la Escritura, el que mire a una mujer para codiciarla, ha cometido adulterio en su corazón (Mateo 5:28). Si usted o su cónyuge han perdido la libertad de amar correctamente por el yugo de la adicción a la pornografía, le invitamos a buscar ayuda profesional confidencial. También le motivamos a abrir su corazón a la Misericordia infinita de Jesús, quien vino a liberar a los cautivos y quien es especialista en nuevos comienzos. Para más información y recursos, visite Pornografía: un ataque al templo de Dios vivo.