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¿Quién administra mejor las finanzas en el hogar, el hombre o la mujer? Por Verónica López Salgado

En un matrimonio, las finanzas suelen ser un tema de conversación complicado. Sin embargo, la estabilidad económica es de suma importancia y el hablarlo es vital para que no surjan problemas innecesarios en el hogar.

Varios estudios de investigación muestran que tener estabilidad económica en un matrimonio o ser un buen proveedor financiero es muy valioso para las parejas. Por mencionar uno, en el año 2017 un estudio en los Estados Unidos realizado por el Centro de Investigación PEW resaltó que “alrededor de siete de cada diez adultos (71%) dijeron que era muy importante que un hombre fuera capaz de mantener a su familia económicamente para ser un buen marido o compañero, mientras que sólo el 32% dijo lo mismo para que una mujer fuera una buena esposa o compañera”.[1]

Saber manejar adecuadamente las finanzas es imprescindible para desarrollar una sana administración financiera. El objetivo es que al terminar de leer este artículo las parejas puedan tener una mejor idea de cómo hablar sobre finanzas antes de que los problemas afecten su relación, cómo gestionar el dinero de forma inteligente, cuando es necesario buscar ayuda y qué muestran algunas estadísticas sobre los matrimonios que terminan por problemas relacionados con el dinero.

De acuerdo con un artículo publicado por Business Insider, el dinero es una de las razones por las cuales las parejas discuten más y no es de extrañar que los conflictos relacionados con el dinero se citen con frecuencia como motivo de divorcio.[2] Este mismo artículo señala 12 problemas financieros que tristemente separan a las parejas. Los mencionaré brevemente:

  1. Actitudes opuestas hacia el dinero
  2. Prioridades financieras divididas
  3. Deuda de tarjetas de crédito
  4. Infidelidad financiera
  5. Exceder sus presupuestos
  6. Incapacidad para comprometerse con el gasto
  7. Grandes compras impulsivas
  8. Estrés por combinar cuentas bancarias
  9. Gastos mayores inesperados
  10. Gastar demasiado en la boda
  11. No tener asesoramiento financiero previo al matrimonio
  12. Pérdida del control financiero

Por imposible que parezca, cada uno de estos problemas tiene solución y su matrimonio no tiene por qué terminar, mucho menos por problemas financieros. No obstante, hacer un plan financiero estratégico que funcione para su matrimonio y familia conlleva amor, conciencia, disciplina, asesoramiento y mucha oración pidiendo al Espíritu Santo sus dones y frutos, particularmente el don de la sabiduría y el fruto de la templanza.

Entablar el tema de las finanzas en el matrimonio debería ser parte de la preparación prematrimonial. Sin embargo, no siempre sucede así. Aquí enumero 5 estrategias – han sido útiles en mi propio matrimonio – que les ayudarán a platicar sobre cómo omo manejar mejor el dinero en su hogar, sin importar en qué etapa de su matrimonio se encuentren (recién casados, algunos años de matrimonio, etc.).

  1. Siempre comiencen cada plática con oración. Pueden pedir la intercesión de los santos a los que pueden rezarles en cuestiones económicas.
  2. Busquen un momento propicio para hablar específicamente sobre sus sueños, metas y objetivos económicos. ¿Cuáles son sus prioridades? Actualmente estamos viviendo una preocupante inflación económica en el país. Es indispensable tener un plan financiero.
  3. Cuando se casaron prometieron estar juntos “en la riqueza o en la pobreza”. Aunque llegue el estrés relacionado con el dinero, asegúrense de recordarse mutuamente que son un mismo equipo y, por lo tanto, todo lo pueden resolver juntos.
  4. Comuníquense con honestidad y claridad. Hablar sobre dinero suele causar tensión. No permitan que este tema ocasione problemas. Al contrario, si platican abiertamente podrán atacar las dificultades antes de que se aproximen.
  5. Como hombres y mujeres, Dios nos creó con dones y talentos únicos. Psicológica e intelectualmente, los hombres y las mujeres percibimos, actuamos y pensamos distinto. ¿En su matrimonio, quien de los dos puede administrar más acertadamente las finanzas? ¿Cómo se complementan?

Aunque puede sonar más fácil de lo que realmente es, existen formas para gestionar el dinero sabiamente, con prudencia y control propio. Hoy en día hay recursos que pueden asesorarlos y guiarlos. Por ejemplo, walletwin.com es una compañía formada por un matrimonio católico que cuenta con asesoramiento financiero personalizado. Tiene un podcast, una academia, un programa de coaching, un programa para parroquias, un libro y varios recursos gratuitos, como una guía con estrategias inteligentes para pagar las deudas rápidamente. Pedir consejos no es pecado.

Ahora bien, si actualmente están atravesando una grave situación económica/financiera en su matrimonio, no duden en buscar ayuda de inmediato y en donde sea posible. Como dice un dicho muy conocido, más vale tarde que nunca. Eso aplica para las finanzas también. Lo más probable es que en la comunidad en donde viven, haya programas de apoyo financiero. Su comunidad parroquial debe ser un lugar de acogida y caridad; pueden guiarlos para saber con quién acudir para que los problemas que están experimentando sean más livianos y llevaderos. ¡Ánimo!

[1] Ver https://www.pewresearch.org/fact-tank/2019/02/13/8-facts-about-love-and-marriage/ (en inglés)

 

[2] Ver https://www.businessinsider.com/divorce-money-issues-financial-relationship-couple-2019-7 (en inglés)

Perfectamente Imperfectos

El Día después de la Boda sucede que abres los ojos,  respiras profundo, te detienes a pensar y puedes llegas a preguntarte ¿Qué hice? Esta pregunta puede surgir muchas veces a lo largo de la vida matrimonial, te has embarcado en uno de los retos más grandes de tu vida; por un lado es una fuente constante de aprendizaje y crecimiento donde vivirás las más grandes experiencias de la vida. El matrimonio cristiano es un sacramento, no se sostiene solo con la voluntad de los contrayentes, es un misterio en donde también se encuentra Dios dándonos su gracia.

En nuestra experiencia como Matrimonio Creyente y como Coaches Profesionales, hemos experimentado en carne propia como venimos al matrimonio con nuestras cosas buenas, pero también con nuestras limitaciones, desde los ojos de la Fe esto nos abre una gran oportunidad para aprender a Amar, venimos al matrimonio “Perfectamente Imperfectos” con una larga vida por construir. Las limitaciones del otro no son un problema sino una gran oportunidad, en un lenguaje católico diríamos que son una fuente de santificación, como dice el Papa Francisco: La “Santidad de la Puerta de al Lado”, de aquellos que viven cerca de nosotros (cfr:GE.7); en el hogar tenemos el lugar perfecto para conocernos a nosotros mismos y conocer a los demás, un camino de humildad donde aparece lo que somos, por eso es tan importante la Visión de Esperanza del Creyente para sembrar cada día nuevas semillas de servicio, de buenas palabras, de comunicación, de paciencia, entrega, de pequeñas y grandes decisiones que hacemos buscando el bien común y el bien del otro. ¿Qué hice al casarme por la Iglesia?.. Elegiste hacer el bien: Seguiste el llamado de Dios para llegar a Ser la Mejor Persona posible, elegiste el Camino de la Santidad de la mano de alguien muy especial en tu vida. Porque definitivamente, esta carrera es de tiempo y paciencia, de largo alcance, cuando menos te imaginas tus imperfecciones son un gran reto que hace crecer la paciencia. Y por otro lado, también te toca recibir las consecuencias de las imperfecciones de tu pareja. Así que nadie queda excluido en cuanto a esto.

Todos pasamos por este camino hacia la santidad como matrimonio. La pregunta es como desea nuestro corazón vivir esta experiencia: con la queja de “No sé que hice al casarme”… O Pasar de la queja a la aceptación de las imperfecciones mutuas para mirarlas con amor, paciencia y esperanza, hasta que la muerte nos separe. No hay medias tintas en mi elección diaria: pensar que mi matrimonio es insoportable y una desgracia o decido amar entregando el corazón y elijo sentirme amado dando gracias Dios por mi Matrimonio “Perfectamente Imperfecto”.

 

 

Por: Carlos y Elsy Canseco-Acatitla

Los recién casados

Por Alba Liliana Jaramillo

Clarita y Miguel llevan tres meses de casados y empiezan a tener roces porque Clarita no cede fácilmente ante los conflictos y siempre cree tener la razón. Este caso nos muestra que, aunque los recién casados experimentan un gran goce y pasión, también viven la sorpresa de descubrir al ser amado dentro de la cotidianidad.

La tolerancia es uno de los valores fundamentales que deben trabajar los recién casados, pues esta es la etapa de los grandes ajustes necesarios para la adaptación a la nueva vida. En este momento es cuando se empieza a compartir desde los detalles cotidianos más banales como la sala de baño, el closet y la cocina, hasta situaciones más complicadas como las responsabilidades económicas, el cuidado de la salud y los compromisos laborales.

Es importante ir descubriendo formas de establecer la convivencia, de repartirse las responsabilidades y tareas y de la administración de la casa, en que ambos se sienten a gusto. Y para esto la pareja de recién casados debe tener claro que pueden permitirse experimentar y evaluar diferentes maneras de convivencia, de acuerdo a los conflictos o necesidades que aparezcan, hasta que descubran lo que les satisfaga a los dos. Por ejemplo, ambos pueden tener diferentes puntos de vista sobre la manera de mantener el orden en su casa, lo cual hace que puedan revisar entre ambos cuál es la manera en que al ordenar, se sienten a gusto los dos.

Se debe saber igualmente que cada pareja, cada familia, tiene una forma particular de vivir y de ser. Este es el momento para construirla, al gusto de los dos y sin interferencias externas. Por eso un detalle muy importante es no ventilar sus problemas con familiares o amigos, para que desde un principio no se inmiscuyan en las crisis de pareja. De otro modo, ellos empezarán a tomar partido hasta convertir la crisis en un problema también con las familias de cada uno, lo cual afecta la vida en pareja.

Los hijos son siempre una bendición. Sin embargo, muchas parejas han experimentado la conveniencia de retrasar la llegada de los hijos por lo menos durante los dos primeros años. Este tiempo de intimidad puede permitirles estructurar muchos aspectos de la convivencia, así como consolidar y cohesionar valores y principios fundamentales para los dos. Así, cuando decidan tener hijos, estos puedan encontrar unos padres con una dirección y acompañamiento claros y firmes, lo cual contribuirá enormemente a su formación integral y su estabilidad.

Si los recién casados son jóvenes, es posible que aún estén dispuestos a seguirse preparando académicamente. Esto implica revisar su proyecto de vida para ver prioridades y si es el caso, para decidir cuál de los dos, según las circunstancias, puede preparase primero, mientras el otro da un apoyo más fuerte en lo laboral y económico. Después será entonces el turno del otro. Así ambos podrán cumplir sus metas, sin que ninguno sienta que no las logró, porque el otro no tuvo la generosidad para apoyarlo cuando era necesario hacerlo.

Más sobre cómo resolver estos posibles conflictos en Las soluciones que buscas.

Lecturas complementarias: Escobar Isaza, Gustavo Adolfo, Hacerse Pareja: Guía para construir una relación duradera. Editorial Mad, SL, 2005.

Un Matrimonio Fructífero (Antes de tener hijos)

Por Megan y Juan 
 
Creo que una de las cosas más emocionantes y a su vez espantosa del matrimonio es  el prospecto de aprender a ser responsable por el regalo increíble de la fertilidad. La llamada y vocación de abertura a la vida en la iglesia católica puede parecer abrumador. Requiere del discernimiento, disciplina, abnegación, sacrificio, mucho amor, y confianza en el plan de Dios. Somos llamados a entrar en un proceso de considerar con oración si Dios nos pide aceptar hijos en las distintas etapas de nuestra vida o posponer los hijos cuando tenemos razones graves por hacerlo.
 
Juan y yo ambos provenimos de familias de cuatro hijos, y nosotros también esperamos tener una familia grande algún día. Nos gustaría tener varios hijos biológicos, y a lo mejor adoptar también. (Además somos la pareja que ya tiene elegidos cinco nombres de bebé). Sin embargo, cuando consideramos nuestras circunstancias antes de casarnos (a Juan le queda para graduar de la universidad y yo estoy estudiando para mi Magister), discernimos que nuestras razones por querer esperar un rato antes de tener hijos son suficientemente graves.
 
Pero uno de los aspectos hermosos del matrimonio católico es la llamada de estar siempre abiertos a la posibilidad de tener hijos y preparados para recibirlos de Dios con amor.
 
A este fin, cuando nos casamos, Juan y yo decidimos dar un paso muy práctico para ser verdaderamente abiertos a la vida cuandoquiera Dios nos quiere bendecir. Había leído que hay beneficios para un bebé cuyo mamá estaba consumiendo un suplemento de ácido fólico antes de concepción, y después de una recomendación de mi médica, decidimos que aunque no intentaríamos añadir a la familia, yo reemplazaría a mi vitamina regular con una vitamina pre-natal con ácido fólico, por si acaso. (No estoy recomiendo esto para todos, hay que consultar con tu medico).
 
Entonces en Julio, casi una semana antes de la boda, fuimos a nuestro supermercado local en Wisconsin y decidimos comprar para varios meses, ya que el precio de vitaminas en los Estados Unidos es mucho menor que en Chile. Cuando fuimos de regreso en el auto, Juan me agradeció por cuidar a nuestros futuros hijos antes de que aun existieran.
 
“Es bueno saber,” me dijo, “que los hijos siempre serán bienvenidos en nuestra familia.”
 
Pero por ahora, como muchas parejas recién casadas, estamos viviendo nuestra llamada a un amor fructífero en otras maneras, como ser involucrado con el movimiento de Schoenstatt, orando para nuestro ahijado, e intentar priorizar el desarrollo de nuestra espiritualidad matrimonial para que cuando discernamos que es hora de crecer como familia, tendremos corazones aún más preparados para los sacrificios y alegrías de hijos, y mejor preparados para enseñarles a amar a Dios y la iglesia.
No puedo creer que hayan pasado más de cinco meses. Por favor recuérdanos en tus oraciones. Les recordaremos en las nuestras.

 

Trabajo en Elaboración

Por Megan y Juan 
 
Antes de casarme, una amiga mía me aconsejó que leyera Letters to a Young Bride by Alice Von Hildebrand. Tengo que confesar que es un libro excelente, escrito casi en el estilo de Cartas del Diablo a su Sobrino. La premisa de la novela es que hay una mujer casada mayor que escribe a una joven recién casada y la ayuda enfrentar las alegrías y desafíos del primer año de matrimonio. Cuando le di gracias a mi amiga por su recomendación después de leer el libro, me dijo que quería también leerlo de nuevo, y antes de casarse, ella pensaba que las situaciones que se tratan en el libro nunca la pasarían. Confieso que cuando lo leí, yo también pensaba que a Juan y a mí tampoco nos tocaría estas pequeñas frustraciones y desafíos. Todos dicen que el primer año de matrimonio es el más difícil, pero no para  nosotros, ¿cierto? Estamos muy enamorados. Somos muy amigos. ¿Cierto?
Pues, la semana pasada nos cambiamos de departamento.
 
Después de una larga semana, tuvimos hasta sábado por la tarde para dejar el departamento antiguo. La noche antes habíamos estado en una reunión con nuestro grupo de matrimonios Schoenstatt hasta bastante tarde. Cuando por fin regresamos a casa, le dije a Juan que pensaba que podríamos mudarnos durante la mitad del día.
 
A pesar de mi optimismo inicial, a las cuatro por la tarde día sábado, estaba seriamente considerando tomar un voto de pobreza para no tener que intentar organizar ni una cosa más. Resulta que mudarnos fue más difícil de lo que pensamos. No era que teníamos tantas cosas, sino que no tuvimos cajas ni un auto así que todo tuvo que ser movido de un departamento a otro en maletas o en uno de los carritos de compras que tienen los edificios de departamentos. Para ser justa, el nuevo departamento queda solo cuatro manzanas del original, pero igual fue un proyecto formidable. Tuvimos que limpiar los dos departamentos y mover todo en una maleta o carrito a la vez.
 
No creo que las diferencias entre las personalidades organizacionales hayan sido más patentes que este día. Por eso quiero decir que mi personalidad organizacional no existe. No soy una persona organizada. Me gusta estar en un espacio organizado, pero soy funcional aunque no esté organizada.  Juan, por otro lado, es muy organizado. No puede funcionar en un espacio desorganizado. Por ejemplo, si va a cocinar, tiene que lavar los platos sucios primero, y no puede estudiar a menos que todo esté en su lugar en su escritorio.
 
Con esto en consideración, y nuestro nivel de estrés, lo consideré un logro que no tuvimos una pelea grande, aunque nos frustramos mucho. Esta frustración me frustró a mí. Estuvimos mudándonos a nuestro nuevo hogar. ¿No debería haber sido divertido y romántico?
 
Por la tarde nos dimos cuenta de que, y creo que es sentido común, cuando los dos están muy estresados y hay mucha tensión, a veces la mejor cosa que puedes hacer es dejar de hacer lo que hacen e ir por un helado.
 
Y eso es lo que hicimos. Y hablamos de que tan afortunados somos por tener nuestro pequeño departamento, y que tan afortunados somos por tenernos el uno al otro.
 
Cuando regresamos al departamento, oramos y le pedimos a Dios que nos ayudara disfrutar del proceso de mudarnos y empezamos de nuevo a trabajar. Después de tomar un rato para tranquilizarnos y disfrutar de la compañía del otro, nos divertimos mucho en las últimas fases de mudarnos, y cuando tuvimos que devolver el carrito al fin del día, yo me senté en el carrito mientras Juan me empujaba hasta el edificio, y fueron muy divertidas las expresiones de los otros peatones en la acera.
 
Todavía no estamos completamente organizados (¿llegará el momento en que sí?) pero en esto estamos. Todo el proceso de mudarnos nos recuerda de lo que habíamos hablado en la reunión de Schoenstatt la noche antes, y eso es que la vida espiritual, y el aprender vivir tu vocación, todo es un proceso, un proceso de ser abierto a la voluntad de Dios día a día. Está bien que nos tome tiempo mudarnos y está bien que nos tome tiempo ajustarnos a los hábitos del otro, y está bien que a veces nos frustramos un poco. Es parte de la aventura, de lo romántico, y parte del plan de Dios de hacernos uno en mente, cuerpo, y espíritu.
 
Estoy segura que este año tendrá muchos desafíos, amor, y risa, y espero que también tenga mucho helado.
 

 

Ahora puede ser el momento para releer ese libro….

Nuestra Nueva Familia

Por Megan y Juan 
 
¡Por fin nos casamos!
 
Hemos estado casados ya dos semanas, y, aunque sea cliché, ha sido una locura. Este es nuestro primer blog como una pareja casada, y cuando me senté para escribirlo, honestamente no sabía de qué escribir.
 
Podría haber escrito de la boda en si, como despertamos a las cinco por la mañana, 5 horas y media antes de la ceremonia, a descubrir que la electricidad estaba cortada y también el agua, y un árbol masivo había caído en la salida de autos, todo resultado de una tormenta la noche anterior, y como Juan pasó la mañana de nuestro día de boda ayudando a mi papá a sacar el árbol. (Es un hombre del campo, así dijo que era su estilo de todos modos). Ahora, nos reímos, pero la situación no era muy divertida a las cinco de la mañana antes de tomar café. Pero, de alguna manera, todos llegaron a tiempo a la iglesia.
 
O podría haber escrito sobre nuestra “primera mirada” en la iglesia, y que tan maravillosa era tener algunos momentos preciosos para orar juntos antes de la ceremonia. Creo que es muy recomendable tomar un par de minutos antes con tu novio/a antes de la ceremonia para orar y preparar para lo que van a hacer. Te dará mucha paz, y tranquilizará a tus nervios.
 
O podría haber escrito de cómo era perfecta la ceremonia. Como fue uno de los momentos más felices de mi vida, y que alegría sentíamos al decir nuestros votos antes Dios, familia, y amigos, escuchar tu amado prometer a amarte y honorarte para el resto de su vida, o que hermoso era tener nuestra primera comunión como pareja casada. Como sentimos tanto agradecimiento por la bendición de Dios. Mis mejillas me dolieron después de sonreír tanto.
 
O podría haber escrito que triste era que la familia de Juan no podría estar. Sus padres nunca habían subido un avión antes y estuvieron muy nerviosos para hacer el viaje largo a un país donde no hablan la lengua. Los extrañamos mucho durante la ceremonia y celebración.
 
O podría haber escrito de que tan hermoso fue la recepción, o la alegría de despertar el día siguiente al lado de mi esposo, y que tan maravilloso fue pasar un par de días juntos en el lago superior, pasear en canoa, pasear en bici, y los fuegos en las rocas en la orilla del lago por la noche, y tener la oportunidad de conocernos como marido y mujer.
 
O podría haber escrito de como toda la alegría y felicidad fue mixta con la tristeza del fallecimiento de mi abuelo la semana antes de la boda, y como pasamos nuestra última semana en los Estados Unidos en asistir a su funeral, o que tan hermosa era la misa de funeral, y que tan rico era ver a toda la familia de nuevo y ver a mi sobrina de 18 meses bailando durante el almuerzo después. A mi abuelo le hubiera encantado esto.
 
Pero voy a escribir un poco de otro momento.
Después de una noche loca en Atlanta tardados con un retraso de 12 horas de nuestro avión, siendo puestos en un hotel por el aeropuerto, durmiendo cuatro horas, y regresando al aeropuerto a las 5 de la mañana, finalmente subimos el avión para ir de regreso a Chile. Antes de empezar el vuelo, la azafata caminó por los pasillos con formularios para la aduana. Los llevaba elevados sobre su cabeza y dijo, “formularios de aduana, uno por familia.” Uno por familia. Esto fue Juan y yo. No creo que realmente me había dado cuenta hasta ese momento. Por la gracia de Dios, habíamos, solo la semana antes, convertido en una nueva familia pequeñita. Dios nos había tomado y creado algo nuevo, y nos había hecho uno en amor. Es lo que hace Dios. Él ama, crea, y ama lo que crea.
 
Las personas me han preguntado varias veces desde la boda si me siento distinta. En verdad, sí. Siento distinta porque es distinto. Me encanta la permanencia de lo que hemos creado, lo que Dios ha unido. Me encanta nuestra nueva familia. Y me encanta poder vivir mi vocación, vivir el sacramento. Me encanta la gracia del sacramento, y saber que Dios estará siempre a nuestro lado. Es un gran consuelo para dos pecadores que seguramente pasaremos el resto de nuestras vidas aprendiendo como hacer bien este proyecto.
 
Bueno como dije, han sido dos semanas locas, estresantes, alegres, emocionales, y llenas de amor. Gracias a Dios, ¡ESTAMOS CASADOS!

 

¿Acostumbra a orar en pareja?

La velocidad con la que va el mundo nos hace actuar en ocasiones como seres mecánicos y programados, a tal punto que cuando nos  levantamos en la mañana, nuestra mente nos envía la información de todas las funciones, acciones, recorridos, labores y actividades que debemos cumplir a contrarreloj. Cuando cae la noche y regresamos a nuestra cama, nos sentimos conformes o frustrados porque logramos cumplir en su totalidad con el horario asignado. Día a día hacemos lo mismo, olvidándonos de algo muy importante: la oración en pareja.

La oración es el reconocimiento de nuestros límites y de nuestra dependencia: venimos de Dios, somos de Dios y retornamos a Dios. Por ello cuando oramos, y más aún cuando lo hacemos en pareja, nuestra unión matrimonial se fortalece y nuestra fe se acrecienta cuando tienes al Todopoderoso como centro de tu vida y le expresas tus alegrías, tristezas, triunfos, fracasos, ideales y realidades.

Mi esposa yo así lo entendemos. Por ello, tomamos el compromiso de que antes de ir a la cama a descansar, destinamos un tiempo para orar. A veces el cansancio de la jornada del día, nos invita a no hacerlo, pero la disponibilidad en pareja nos ha permitido que uno de los dos pueda encargarse en dirigir la oración mientras que el otro lo acompaña desde el silencio. A continuación les compartiremos los diez pasos que hacemos para orar en pareja; tan solo tardará algunos minutos:

1. Establecer una hora para orar juntos.
2. Asignar quién dirige la oración.
3. Tomarse de las manos para orar.
4. Comenzar la oración dándole gracias a Dios.
5. Pedir perdón.
6. Comprometerse a cambiar los errores.
7. Pedir por aquello que más estén necesitando.
8. Afirmar que lo pedido se cumplirá.
9. Expresar a Dios cuánto lo aman.
10. Finalizar la oración con un abrazo.

Quisiéramos a manera de reflexión dejar la siguiente pregunta para que nos compartan sus respuestas o comentarios: ¿acostumbra a orar en pareja?