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Declaraciones de Nulidad

Por Hna. Patricia Brown, SSMN

La anulación eclesiástica del matrimonio o  Declaración de Invalidez

El matrimonio sacramental, debidamente realizado y consumado es indisoluble. Cuando hay casos extremos que impiden la sana convivencia, la Iglesia propone la separación de cuerpos donde se aísla la pareja, pero no se rompe el vínculo sacramental.

La única forma como un presunto vínculo matrimonial se disuelve es cuando la Iglesia lo declara nulo, mediante un proceso de “anulación” o “Declaración de Nulidad/Invalidez”. Es decir, la anulación se da en casos que se puede demostrar que, por razones anteriores al vínculo o por irregularidades en su celebración, el vínculo matrimonial propiamente dicho nunca existió. Una vez declarada la nulidad del vínculo anterior los contrayentes quedan libres de casarse, aunque deben cumplir las obligaciones naturales nacidas de la unión precedente (Véase, Catecismo de la Iglesia Católica, No. 1629).

¿Qué es la nulidad matrimonial?

Es la ausencia de validez de un matrimonio católico, reconocida por un tribunal eclesiástico. Es decir la Iglesia, después de una cuidadosa investigación, declara que en realidad nunca existió ese matrimonio, porque faltó alguna condición esencial.

¿Cuándo se puede y se debe pedir la anulación de un matrimonio católico?

La anulación se puede pedir cuando hay la sospecha con razones de peso de que existe una causal que hace el matrimonio inválido. Se debe adelantar el proceso de nulidad después de agotar las posibilidades de sanear el vicio que pueda tener el matrimonio y de sacar el matrimonio adelante.

¿Qué causas hacen que un matrimonio se declare nulo?

Las causas de nulidad del matrimonio deben haber existido antes de contraerse el matrimonio. Algo que se diera sólo posteriormente, aunque fuera al día siguiente de la boda, no sería causa de nulidad. Esto es necesario repetirlo y clarificarlo: no es lo mismo un matrimonio fracasado que un matrimonio nulo. Las causas de nulidad son de tres clases:
1. Por incapacidad de las partes. Por ejemplo: si no tienen la edad mínima exigida; o son del mismo sexo, o si son hermanos; o en caso de que uno de los contrayentes tenga un matrimonio previo vigente.
2. Por defectos en el consentimiento. Se señalan 3 deficiencias en el contrayente:

  1. Quien no tiene suficiente uso de razón (el retrasado mental).
  2. Quien no tiene la madurez suficiente para consentir sobre esas obligaciones y derechos (inmadurez).
  3. Quienes no pueden asumir las obligaciones del matrimonio por causas de naturaleza psíquica (un psicópata, por ejemplo).

3. Por vicios en la forma de realizar el matrimonio. Por ejemplo,  cuando los novios no dan el consentimiento ante el párroco o un ministro (sacerdote o diácono) autorizado por la Iglesia; cuando se casan primos hermanos sin el debido permisos de la Iglesia.

¿Qué diferencia existe entre nulidad matrimonial y separación de cuerpos?

El efecto de la declaración de nulidad es admitir que el matrimonio nunca existió y las partes no tienen ningún vínculo entre ellas; son solteras. En la separación, el vínculo matrimonial permanece, pero cesan los efectos de la convivencia, los derechos y deberes conyugales.

¿Qué ocurre con los hijos de un matrimonio declarado nulo?

Los hijos siguen siendo considerados como legítimos ante el derecho. A ellos no los afecta la nulidad en su condición ante la ley.

¿Cómo puedo comenzar el proceso para obtener una Declaración de Invalidez?

Consulte primero a un sacerdote o diácono de su parroquia para saber si su caso aplica para un proceso de nulidad y sobre el tipo de Tribunal al cual debe recurrir. Para comenzar un Caso Formal debe completar un cuestionario dando un historial de su matrimonio previo. Próximamente deberá reunirse con un Asesor de Caso, un abogado de Derecho Canónico o un sacerdote que le ayude a presentar el caso y llenar los papeles preliminares, le explique el proceso y le responda sus preguntas. Para ver un ejemplo de cuestionario sobre la nulidad eclesiástica del matrimonio visite https://es.catholic.net

¿Cuánto cuesta adelantar un proceso de nulidad en un tribunal eclesiástico?

El Papa Francisco ha pedido que los tribunales ofrezcan este servicio gratis cuando les es posible. Unos Tribunales Eclesiásticos cobran según la capacidad de la persona y otros cobran una tarifa determinada. Hay que anotar que no es necesario contratar abogado, pues se puede actuar directamente ante el tribunal eclesiástico. Cuando es necesario la Iglesia ofrece sus servicios gratuitamente.

¿Una persona cuyo matrimonio fue anulado puede volverse a casar?

Sí, puede volverse a casar. Solo en algunos casos, cuando se comprueba que una de las partes que incurrió en causal de nulidad sigue presentando el mismo inconveniente (por ejemplo, sigue siendo inmaduro), se le prohíbe contraer nuevas nupcias hasta comprobar que ya no sufre la causal. Eso lo verifica el tribunal eclesiástico.

¿Qué cambios realizó el Papa Francisco en 2015?

Visite esta página para ver los cambios que pidió el Papa Francisco en 2015 en la carta apostólica Mitis Iudex Dominus Iesus.

Divorcio y separación de cuerpos

 Por Hermana Patricia Brown

¿Por qué el matrimonio es indisoluble?

Para la Iglesia es claro que Dios, al hacer a la pareja con la posibilidad de entregarse y llegar a ser una sola carne, quiso desde siempre que la unión matrimonial fuera permanente. Este es igualmente el deseo de quienes se aman y unen en matrimonio pues nadie quiere que su unión fracase o se rompa. Por eso Cristo, salvador del mal, les dio a los esposos la oportunidad de amarse con un amor cristiano, es decir, de hacer de su vínculo una alianza irrompible pues se basa en el compromiso de amarse como Cristo ama, y en el apoyo de la gracia divina que sostiene siempre a quienes desean vivir de su amor.

Por eso, convertido por Cristo en Sacramento, el matrimonio establece una unión garantizada por Dios mismo y cuya santidad y fuerza no la debe romper ningún hombre (Mateo 19:3-6). San Pablo refuerza esta enseñanza recordando que es voluntad de mismo Jesús que los esposos permanezcan unidos (1Cor 7, 10-11 y Ef. 5, 23-33).
En consecuencia con la Palabra de Dios, la Iglesia no reconoce el divorcio civil pues el Estado no puede disolver lo que es indisoluble, e invita a analizar todo el dolor y daño que las rupturas matrimoniales causan a los individuos y a los hijos (Véase por ejemplo El Catecismo de la Iglesia Católica #s 2382-2386).
La única forma de que un vínculo matrimonial se disuelva por la Iglesia es que se pruebe, mediante un proceso de anulación ante un Tribunal Eclesiástico, que dicho vínculo fue nulo, es decir, que por diferentes razones, no fue nunca un verdadero matrimonio.

¿Qué diferencia existe entre divorcio civil y separación de cuerpos en la Iglesia?

En la Iglesia existe, para situaciones extremas, la separación, cuando se demuestra que la convivencia es imposible y lleva consigo un daño serio para alguno de los cónyuges o los hijos. Pero esta “separación de cuerpos” no es divorcio pues el vínculo establecido por el sacramento sigue existiendo y los cónyuges no pueden volverse a casar (Código de Derecho Canónico. No. 1155).

¿Qué causas acepta la Iglesia para que un matrimonio se separe?

El Derecho Canónico vigente en el No. 1153 dice: “Si uno de los cónyuges pone en grave peligro espiritual o corporal al otro o a la prole – los hijos – o de otro modo que hace demasiado dura la vida en común, proporciona al otro un motivo legítimo para separarse”.

El peligro espiritual se refiere a cuando uno de los cónyuges abandona la fe católica para unirse a una secta y obliga al otro y/o a los hijos a hacer lo mismo, o no permite que su cónyuge practique su fe, o lo obliga a cometer algún acto inmoral. El peligro físico es cuando existe violencia – física o mental – en el trato con el otro cónyuge o los hijos, sea por enfermedad mental, o por vicios. El adulterio sistemático por parte de alguno de los cónyuges atenta contra el deber a la fidelidad y podría ser, en caso muy extremo, motivo legítimo de una separación (Véase, Derecho Canónico No. 1152).

¿Qué efectos civiles tiene la separación del matrimonio católico?

Los separados tienen vigente el vínculo matrimonial. Por eso  no pueden volverse a casar por la Iglesia. Y en los países donde el matrimonio católico tiene validez civil, los separados tampoco pueden contraer matrimonio civil, a no ser que se disuelvan las obligaciones legales del vínculo sacramental anteriormente adquirido (divorcio). Entre los separados no es exigible el débito conyugal. Entre ellos cesan igualmente los demás derechos y obligaciones propios de la convivencia, excepto las obligaciones con los hijos y la debida asistencia económica a la esposa.
La sociedad conyugal puede disolverse, si se pide adicionalmente al juez. Por último, los separados pueden unirse nuevamente, suspendiendo la separación.

¿Un católico puede pedir el divorcio civil?

En países donde legalmente no se reconoce la figura de la separación de cuerpos, sino el divorcio únicamente, el católico puede recurrir a esa figura para lograr los efectos que le proporciona la separación de cuerpos; pero debe evitar el escándalo, o que alguien se confunda en su fe.

¿Puede un divorciado recibir la Eucaristía?

Si. Los separados y divorciados que practiquen su fe y no se hayan vuelto a casar o que hayan disuelto su vínculo matrimonial anterior a través de una anulación pueden comulgar. Y a aquellos que permanecen en una unión irregular ( divorciados vueltos a casar o en unión libre) que por diversas razones no pueden convertir dicha relación en un legítimo matrimonio sacramental, la Iglesia les acoge maternal en sus celebraciones, los motiva a que alimenten su relación con el Señor mediante la oración, “la comunión espiritual” y la “meditación de la Palabra”, y por último, los reta a participar plenamente de la Eucaristía si se comprometen a vivir en abstinencia de las relaciones matrimoniales. Para mayor profundización en este tema, véase: Sacra Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta a los Obispos de la Iglesia Católica sobre la recepción de la comunión eucarística por parte de los fieles divorciados vueltos a casar del 14 de septiembre de 1994, #s 10-14 (CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE).

¿Puede una persona divorciada volverse a casar?

Mientras su ex -conyugue vive, un divorciado puede volverse a casar sólo si ha disuelto su vínculo previo a través de una anulación eclesiástica.
De modo similar si su cónyuge tuvo un matrimonio previo y no ha recibido un Decreto de Invalidez de un Tribunal Eclesiástico (anulación), usted no puede participar de los sacramentos.

¿Puede un divorciado, no católico, casarse por la Iglesia Católica con una persona católica?

La Iglesia Católica respeta todos los vínculos matrimoniales de otras religiones e incluso entre personas no creyentes, y presume que ellos son válidos. Por eso, antes de un matrimonio católico se debe disolver este vínculo previo, ante frente a un Tribunal Eclesiástico. Este concepto puede ser difícil de entender para alguien que proviene de una fe que acepta el divorcio y la posibilidad de volverse a casar. Algunas personas en esta situación se han asesorado con un sacerdote o un diácono para entender mejor las razones y para que le oriente acerca del proceso a seguir. Solicitar una anulación del vínculo anterior puede ser un lindo gesto de amor para su prometido conyuge.

¿Qué apoyo espiritual ofrece la Iglesia a los separados y divorciados?

La Iglesia entiende el sufrimiento de quienes viven esta situación. Y cuando la separación o el divorcio fue la única posible salida, la Iglesia les ofrece su apoyo y los invita a permanecer cercanos al Señor y a nutrirse mediante la frecuencia de los sacramentos. En algunas Diócesis existen también grupos de apoyo para divorciados, separados y viudos. Para acceder a dicha ayuda te recomendamos:

Diez Elementos a Considerar en la Preparación de la Ceremonia Matrimonial

Por Padre Rick Hilgartner (Adaptación)

 

1. La celebración del matrimonio no es un rito religioso más:

El matrimonio entre dos cristianos es un sacramento, es decir, un encuentro con Cristo. De hecho, la entrega mutua que los novios se prometen a través de sus votos se convierte en el símbolo sacramental donde el amor mismo de Cristo por la humanidad se hace presente. Por eso, todos los presentes a la boda pueden de alguna manera contemplar en los novios a Cristo mismo. Más aún, cada uno de la pareja puede mirar en el otro el amor de Cristo y comprometerse a ser, de ahí en adelante, el sacramento o símbolo visible de ese amor para su cónyuge.

2. Los novios son los ministros del Sacramento del Matrimonio:

Por eso, de alguna manera, el matrimonio no es sólo la celebración en sí, sino la vida de entrega mutua que los dos celebrarán cada día en sus gestos de amor y su mutuo servicio. El sacerdote o diácono que presida la ceremonia no actúan en el matrimonio como ministros sino como testigos oficiales de parte de la Iglesia y del estado. Claro que si el matrimonio se celebra dentro de la Misa, el sacerdote será el ministro de la celebración eucarística, pero no el ministro como tal del matrimonio. Los novios se casan mutuamente al darse y recibirse como esposos. Y de este modo, se convierten también en testigos del amor para la comunidad de los creyentes.

3. El matrimonio es un acto de fe:

En cuanto sacramento y testimonio de la fe que como Iglesia profesamos, el matrimonio supone la fe de los contrayentes, al tiempo que aumenta su fe. Pues Cristo, que prometió estar donde dos o más se reúnen en su nombre, sale al encuentro de los novios y fortalece su entrega con la gracia de su amor, garantizándoles así que mientras se amen en Cristo su unión será siempre fiel e irrompible (indisoluble).

4. El amor verdadero se nutre de la Palabra de Dios y es testigo de ella:

Las parejas son invitadas a escoger las lecturas de la Sagrada Escritura que serán proclamadas en la liturgia de su matrimonio. Normalmente se requieren tres lecturas: Una del Antiguo Testamento, una tomada de las cartas del Nuevo Testamento y otra de los Evangelios. La Iglesia provee mucha opciones (véase Lecturas para la celebración). En sus opciones la pareja da fe de lo que cree y desea testimoniar a través de su vida de amor, al tiempo que se compromete ante la comunidad a hacer de esa Palabra la fuente se su convivencia y vida de pareja.

5. El centro del sacramento del matrimonio lo constituyen los votos o consentimiento:

Vivir como cristiano es comprometerse a dar la vida para el servicio y bien de los demás. Y hay dos formas en que se puede realizar esta entrega: a través del servicio sacerdotal a la comunidad (Sacramento del orden sacerdotal) o a través de la entrega de la vida al servicio y búsqueda del bien del cónyuge (Sacramento del matrimonio). Cada una de estas entregas es un sacramento, y se sella con los votos y la consagración respectivas para la misión que les corresponde. Por eso, el corazón del rito matrimonial está constituido por los votos de los novios cuando se entregan y reciben mutuamente al decir: “Yo, ____, te recibo a ti, ___, como esposa/o y me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida”.

Por eso se sugiere que los novios memoricen la fórmula del consentimiento para que en vez de leerla o repetirla, salga de ellos mismos de una forma más personal e íntima.

6. La consumación del consentimiento:

Al acto público de expresar el consentimiento debe seguir, después, en su momento, el acto privado de la entrega corporal mutua propia del acto sexual. Sin este gesto, el consentimiento se considera no consumado y por tanto el rito está inconcluso hasta que dicho gesto de entrega se dé.

7. La música eleva la mente y el alma:

La música no sólo agrega dignidad y elegancia al rito matrimonial sino que marca el ritmo que mueve a la oración y favorece los gestos. Así, la marcha de entrada forma parte del gesto de hacerse presente para la entrega. También por esta razón el ritual prevé que exista himnos para la procesión de la comunión y la salida. La música debe reflejar y comunicar el misterio del amor de Dios en Jesús, que se hace presente en el sacramento.

8. La procesión de entrada del novio y después, la novia:

Este gesto representa la decisión libre en la cual tanto el novio como la novia vienen a hacerse presentes, en la comunidad de fe, para hacer su compromiso de libre entrega mutua. Y su aproximación al altar es signo de que su entrega la hacen de cara a Dios, y a su manera: como Cristo se entregó en la cruz, de manera total y para siempre. El ritual indica que los ministros de la liturgia (sacerdote, o diácono, y los lectores y los monaguillos) encabecen la procesión, seguidos por la novia, las acompañantes de la novia y sus padres. Posiblemente el novio entra antes y está junto al altar, esperando la entrada de la novia, en compañía de sus padres.

9. Los acompañantes de la pareja:

Los presentes en la ceremonia nupcial no son sólo personas que por su relación familiar o afectiva con los novios quieren estar presentes en este momento. Ellos son también parte de la celebración litúrgica en cuanto testigos del compromiso de amor de la pareja, que tiene repercusiones para la comunidad de fe y la sociedad. Los asistentes acompañan también a los novios a través de la oración y en unión con toda la Iglesia, se unen a las plegarias que todos los creyentes hacemos para que el amor sea una realidad en las parejas y familias del mundo, especialmente entre aquellas que deciden seguir el estilo de amor del Nazareno. Por eso, familiares o amigos pueden ser preparados para proclamar las lecturas y hacer las peticiones y moniciones de entrada o de salida. Algunos pueden encargarse de las ofrendas y hacer oraciones que acompañen dichas ofrendas. También los padres o madres de la pareja pueden hacer, en el momento de la acción de gracias (después de la comunión), una oración por los nuevos esposos, al tiempo que comunican con este gesto su apoyo a la nueva pareja. Todas estas participaciones debe prepararse con anticipación y bajo la guía del sacerdote que presidirá la ceremonia.

10. El Matrimonio es un momento de oración:

La liturgia matrimonial es un acto sagrado; un momento intenso de contacto humano con lo divino, a través del misterio del amor que hace presente, cuando es amor verdadero de entrega, a Cristo mismo. Este misterio celebrado y anunciado por la pareja es una bendición para todos que refuerza nuestra fe y nos anima como Iglesia a seguir buscando el amor. Es la ocasión para que las parejas antes casadas renueven sus votos, y que todos apostemos de nuevo al amor de entrega y servicio. Por eso los presentes a una boda son invitados a dar gracias a Dios por el amor de esa pareja y a pedir que el Espíritu los sostenga en su camino.

This is a portait of a affectionate young couple together looking at each other on grey background. Young man and woman in love.

Cohabitación, unión libre y matrimonio

Por Hermana Patricia Brown

La cohabitación o unión libre es el tipo de relación que establece una pareja cuando sin estar casada por la Iglesia o por lo civil y sin tener intención definitiva de casarse, comparten techo y cama. La unión libre “de hecho” es cuando una pareja vive como matrimonio estable, sin haberse casado. La diferencia entre la cohabitación y la unión libre de hecho es que la primera carece de todo compromiso e institucionalidad (matrimonio a prueba), mientras que en las segundas hay intención de permanecer viviendo así.

Con todo, tanto la cohabitación como la unión libre de hecho, se caracterizan por su inestabilidad y falta de compromiso de la pareja entre sí, ante la sociedad y frente a los hijos que puedan surgir de la relación. Por eso, la Iglesia Católica advierte repetidas veces a sus fieles sobre el gran peligro de arriesgar sus vidas emotivas dentro de este tipo de relación e invita a las parejas a que consideren los beneficios de un verdadero matrimonio:

  • Al entregar sus cuerpo y compartir el mismo espacio vital, lo piensen o no, las personas están dando mucho de sí y poniendo en juego su intimidad, su futuro, su emotividad y el futuro de una posible creatura, sin que se ofrezca ninguna garantía de ser aceptado, amado y respetado “para siempre” (indisolubilidad) como lo ofrece en cambio un compromiso matrimonial.
  • En muchos casos, la unión libre se toma como una forma de “ensayar” o “probar” si la relación puede o no funcionar. Se parte por tanto del hecho que en cualquier momento me van a dejar o puedo dejar a la otra persona. Por eso, se pregunta el Catecismo de la Iglesia Católica, ¿qué puede significar una unión en la que las personas no se comprometen entre sí y testimonian con ello una falta de confianza en el otro, en sí mismo, o en el porvenir? (CIC 2390).
  • La gran mayoría de las uniones libres terminan acabándose en los primeros 5 años y entre las que parecen “estables” hay más divorcios que entre los casados.
  • Son muchas menos las parejas que después de convivir se casan que las que deciden casarse sin haber convivido antes.
  • Los problemas de salud (causado generalmente por abuso de alcohol, droga y tabaco), los malos tratos, el desempleo y los problemas con los hijos son mucho más frecuentes entre personas que viven en unión libre.
  • La vida sexual que en sí misma es “la entrega más íntima” entre un hombre y una mujer, se ve contradictoriamente afectada en la unión libre dada la falta de entrega y compromiso real en que se vive. De ahí el dolor y efectos psicológicos que padecen quienes terminan siendo “dejados”, pues se sienten engañados, frustrados y ofendidos en su dignidad y confianza en el amor del otro. A este daño se agrega el hecho que quienes viven en unión libre no desean tampoco el compromiso de un hijo. Por eso su entrega está marcada por la falta de generosidad que supone el estar abiertos a la vida. En pocas palabras, como lo enseña la Iglesia, la entrega sexual supone el compromiso matrimonial. De otro modo se transforma en un acto egoísta y profundamente dañino y por eso es pecaminoso.
  • Un alto porcentaje de jóvenes hispanos comienzan a cohabitar y reproducirse desde muy temprana edad. Como consecuencia, estos jóvenes, especialmente la madre, posee menores estudios y menores posibilidades de trabajo e ingresos. Se produce así una consolidación y profundización de la pobreza.
  • En familias de precaria constitución, como lo son las que cohabitan, hay mayores índices de violencia.
  • Los hijos de convivientes tienen menores índices de escolaridad.
  • La primera escuela del amor es la familia. Pero, ¿qué clase de relación pueden enseñar quienes no fundan sus relaciones en la responsabilidad y el compromiso incondicional?

Tampoco el matrimonio civil reúne las características necesarias de una unión para siempre ni está basado, como el matrimonio católico, en el amor de Dios que trasciende los impulsos humanos e invita por tanto a una entrega a imitación de Cristo en la Cruz.

¿Cómo puede una pareja que lleva muchos años de unión libre casarse en el templo parroquial?

Lo más práctico es hablar con el párroco o el diácono en la parroquia donde quieren casarse. El párroco o el diácono explicará cualquier requisitos como un curso pre-matrimonial y los documentos necesarios.

Para mayor información, visita:

La Mesa de Familia

La mesa siempre ha tenido un puesto de preferencia dentro del ambiente de familia; sobre ella  el esposo y padre de familia hace el balance de entradas y de gasto al final del mes; sobre ella la esposa y madre arregla el vestuario de todos; sobre ella los niños hacen sus  tareas de escuela; en torno a la mesa se reúne la familia para las comidas; alrededor de la mesa se entretiene la familia con los amigos que vienen de visita.  De verdad, la mesa constituye un centro especia en la vida de la familia.
 
También para nuestra iglesia la mesa es como el centro de la comunidad cristiana:  la mesa de la comunidad cristiana es el altar;  entorno  al altar se hace la lectura de la Carta que Dios ha enviado a los hombres, o sea la S. Escritura; sobre el altar desciende el Espíritu de Cristo para convertirlos en su cuerpo y en su sangre;  alrededor del altar gira la comunidad para participar del banquete eucarístico.
 
Con razón que ya S. Pablo, en algunas de sus cartas,  da saludos a la comunidad que se reúne en la iglesia (en la casa) de Aquila y Priscila. Así quería decir que la casa de los primeros cristianos la consideraba ‘como una  iglesia.  Será S. Juan Crisóstomo, un Padre de la comunidad cristiana primitiva (siglo IV) quien afirme que la casa de los cristianos es ciertamente ‘una pequeña iglesia’. Fue este mismo Padre quien sugirió cuatro paralelos interesantes: la gran iglesia, Basílica o templo y la casa material  de la familia;  la gran comunidad que se reúne en el templo y la pequeña comunidad familiar;  el altar del templo y la mesa de familia; el culto eucarístico en el templo y el culto que rinde la familia a Dios en la pequeña iglesia doméstica; los ministros del templo y los padres de familia dentro de la pequeña iglesia que es la familia.
 
El Papa Francisco volvió a tomar esta hermosa comparación;  lo hacía  a propósito de  las consecuencias nocivas que los medios de comunicación están causando al diálogo familiar: la televisión en la sala comedor y el uso desmoderado de los celulares impiden la comunicación y el diálogo entre los miembros de familia; parecería que padres e hijos están más  interesados en la comunicación  con personas distantes   que con las presentes; esto una muestra del individualismo que está minando la unidad de la familia; es también falta de interés y de respeto por la familia.
 
Son los padres de familia quienes deben salvar y recuperar este espacio vital  en torno a la mesa familiar; este espacio de diálogo, comunicación y de intercambio entre los miembros de la familia no puede perderse, so pena de acabar con la comunión familiar; es un momento de encuentro y de intercambio de experiencias del día; es el momento de mirarse a la cara, de sonreír, de hablar, incluso de reconciliarse y reforzar el espíritu familiar.  
 

 

La unidad de la familia pide mucho altruismo;  el individualismo lo destruye; el altruismo humaniza, el egoísmo, el individualismo,  deshumaniza.
 
Para mas informacion, visite: Iglesias Domesticas

Eschuchemos a los Niños Adoptados por Parejas Gay

Recientemente apareció en INTERNET el reclamo de un joven de 17 años, Benoit Talleu, por el hecho de que “todos dicen proteger a los adoptados por parejas gay, pero que no son escuchados”.   Talleu fue el orador al final de una marcha que organizó La Manif Pour Tous en París, Francia; habló en nombre de la Asociación para los Niños Adoptados: “estoy en la lucha contra el ‘matrimonio para todos’, porque estoy harto de escuchar que muchos hablan de la adopción, como si lo más importante no fuéramos los adoptados” https://conapfam.wordpress.com/2015/04/14/que-dicen-los-adoptados-sobre-la-adopcion-homosexual/
Continúa Talleu: “si preguntas a los adoptados qué quieren, ellos solo tienen una respuesta: un ¡papá y una mamá! Papi y mami son palabras que un huérfano conoce y cuando es adoptado, sueña con usar esas palabras. Lo niños en adopción sueñan con sus futuros padres, los imaginan… Dentro de lo más profundo de su ser, ellos esperan a papá y a mamá. Y son esos niños los que deben ser escuchados”.
 
Hoy día nos encontramos ante el fenómeno de un plebiscito casi universal en favor de la opción de hijos por parte de parejas gay. Se habla mucho del ‘matrimonio igualitario’: las parejas gay quieren ponerse  al mismo nivel de la pareja heterosexual.  Qué intención de fondo anima esta lucha?  Se alude en forma explícita al ‘matrimonio igualitario’, pero se adivina otra intención en el fondo de la exigencia: dar un palo a la iglesia católica que defiende el matrimonio heterosexual.
 
Si se pregunta a un papá y a una mamá si en el caso de que sus hijos llegaran a quedar huérfanos, estarían  de acuerdo en la adopción de ellos por una pareja  gay??.  Seguro que no.  Las alusiones que hace Enrique Dussel –filósofo latinoamericano- a ‘lo mismo’ en oposición a ‘lo diverso’, a ‘lo otro’,  valen para el caso presente: dos papás o dos mamás’ son  ‘lo mismo’; lo diverso es un papá y una mamá; ‘lo mismo’ es como sumar agua más agua;  lo diverso’  es sumar agua más azúcar.
 
Decía Talleu: “escuchamos a personas que dicen: vivir con una pareja gay es mejor que ser huérfano. Escuchen lo que tengo que decir al respecto: esa afirmación reboza de  deshonestidad. Hay decenas de miles de parejas  -hombre y mujer-  que esperan poder adoptar.  Otros dicen: una pareja gay es mejor que nada.  Eso es estremecedor!!  y homofóbico.  Lo mejor para un niño  es tener un papá y una mamá.
 
Talleu, fue muy explícito al afirmar que  la ley del matrimonio gay es puro egoísmo; la ley debe velar por los más débiles, no por el capricho de los fuertes. Los padres son para el niño, no al revés.  De verdad, los padres tienen derecho a tener un hijo a toda costa?.  O mejor, son los hijos los que tienen derecho a tener un padre y una madre? Ciertamente es lo segundo.
 
El tema de la adopción de las parejas gay es un desafío para la iglesia católica que debe promover entre sus fieles la adopción generosa de niños(as) huérfanos(as).  El mismo estado civil deberá favorecer más la adopción por parte de parejas heterosexuales que homosexuales; Si se escuchará el reclamo de Talleu y con él el de tantos niños que quieren tener un papá y una mamá?. 
 
Para mas información, visite: Iglesias Domesticas

A los pies de la Virgen del Parto

La Basílica de San Agustín en Roma, ubicada en proximidades de la plaza Navona,  es una de las primeras iglesias romanas construidas durante el Renacimiento en el año de 1420,  y reconstruida entre los años 1479 y 1483. Todos los días, esta Basílica recibe miles de peregrinos, entre turistas y devotos católicos, quienes la visitan para apreciar las bellas obras de arte como la Virgen de Loreto de Caravaggio, un fresco del Profeta Isaías de Rafael, la tumba de Santa Mónica, madre de San Agustín, y un lienzo de Guercino representando a los Santos Agustín, Juan Evangelista y Jerónimo, entre otros.
 
Cuando entras a la Basílica,  a tu mano izquierda, encuentras uno de los lugares más visitados por las parejas. Se trata de la Virgen del Parto, obra de Jacopo Sansovino (1518), donde la leyenda cuenta que la estatua fue realizada adaptando una antigua esfinge que retrata a Agrippina con su hijo Nerón en brazos.
 
Las parejas embarazadas o con el anhelo de serlo, postrados ante la virgen, le imploran a ella por un parto sano o el milagro de ser padres.  Nosotros no fuimos la excepción; tuvimos la fortuna de estar ante los pies de la Madre de Jesús y pedirle a ella para que cuide todo el proceso de embarazo de Andrea, siga bendiciendo en su desarrollo a nuestro hijo Thomás y nos conceda la dicha de tenerlo en nuestros brazos el 23 de noviembre.
Son muchos los milagros que  las parejas han obtenido. Basta con mirar alrededor de la virgen los detalles con la foto de los niños nacidos que le llevan a la Virgen a manera de promesa. 
 
Compartimos con ustedes la bella oración a la  Virgen del Parto, para que juntos encomendemos a las parejas que esperan en los próximos meses el nacimiento de su hijo; o por aquellas que desde la fe inagotable en Nuestro Señor, serán bendecidos con un bebé, en el tiempo de Dios.
 
Santa Madre de Dios y Virgen del Parto Divino,
venimos a tus pies para alabarte: Tú eres la hija predilecta
de Dios Padre, Tú eres la Madre de Dios Hijo hecho hombre,
Tú eres Templo de dios Espíritu Santo.
Tú eres la Virgen elegida desde la eternidad para
colaborar en la obra de nuestra salvación.
Pide a tu Hijo Jesús para nosotros una fe fuerte,
una esperanza sólida, una caridad generosa.
Virgen Madre, Confiamos a tu protección todas las madres
que te imploramos la salud para sus hijos y un parto sano,
de modo que la vida que llevan en su seno sea
defendida de todo peligro.
Concédeles poder volver ante ti con su criatura
para dar gracias a Dios, que obra maravillas
en quienes se acogen a Él con confianza.
Virgen del Parto, protege y defiende con amor todos los niños,
para que regenerados en el agua del bautismo
e incorporados a la Iglesia, crezcan serenos, llenos de vida,
se conviertan en testimonios valientes de tu Hijo Jesús y perseveren,
con la gracia del Espíritu Santo, en el camino de santidad. Amén.
Ave María…
Virgen del Parto Divino – Ruega por nosotros.

El Significado del Anillo Matrimonial

Es una tradición muy antigua ésta de intercambiar los contrayentes las argollas de  matrimonio; parece provenir del mundo germánico o de la tradición romana.  Generalmente ha sido la señal de que dos personas  están desposadas. Dentro de la tradición eclesial católica el anillo suele ser de oro, redondo y bendecido por el sacerdote; las tres características tienen cada una su significado.
 
Que sea de oro, el metal más precioso, denota el valor tan grande que tiene el compromiso matrimonial: significa nada menos que la alianza de Dios con su pueblo en el Antiguo Testamento, de Cristo con la iglesia  en el Nuevo Testamento.   De alianza, de unión de la pareja ya se viene insinuando desde la creación: precisamente el nombre Yhavé en hebreo (Yhwh)  -designado como el ‘tetragrammaton’-  reúne las raíces del  los nombres de  varón y mujer; al crear Dios  al varón y a la mujer “a su imagen y semejanza” se descompone el nombre de Yhavé para dar origen al nombre de  uno y otra;  cuando varón y mujer se unen en pareja recomponen de nuevo el nombre de Dios.  De ahí que  hoy digamos que la pareja humana es ‘sacramento’, es símbolo, de la alianza de Dios con la humanidad, de Cristo con su iglesia.
 
El anillo matrimonial debe ser redondo para expresar  eternidad, es decir que la pareja se une para siempre.  Tradicionalmente esta idea se ha expresado con el  término ‘indisolubilidad’, un vocablo con sabor jurídico, a causa del influjo que el derecho canónico ha tenido en la teología  matrimonial.   En la época moderna se prefiere hablar más bien de ‘fidelidad’, una palabra con neto sabor bíblico: Dios es fiel a su alianza con los hombres. La ‘indisolubilidad’ alude a una fuerza exterior que obliga a la unidad; la ‘fidelidad’, en cambio, hace referencia  a una fuerza interior del varón y de la mujer que los lleva por el amor que se profesan  a ser fieles uno al otro.  El amor, por su misma naturaleza,  es unitivo.
 
La tercera característica del anillo matrimonial es la bendición.   De la primera pareja en la historia de la humanidad –Adán y Eva- se dice que Yhavé fue el ‘padrino de boda’,  porque fue Él quien llevó a Eva hasta Adán.  Con razón que se diga que éste fue el primer matrimonio en la historia; por este motivo hoy se afirma que el matrimonio ya no es el último ‘sacramento’ en el ‘septenario’, sino el primero.  ¡!Qué mejor bendición para Adán y Eva que la presencia del mismo Dios en su boda de matrimonio!!.
 

 

 En la tradición de los pueblos se ha mantenido la costumbre de que sea el padre de familia, o el jefe de la tribu quien presida la celebración de una boda  matrimonial; todavía hoy entre nosotros se conserva esta tradición como para significar que una persona de autoridad es la que garantiza la seriedad de un tal compromiso;  en la tradición cristiana los padres de familia bendicen a sus hijos cuando salen de la casa para ir a casarse y en el templo los bendice el sacerdote que preside la boda. Más allá de la boda, son muchas las parejas que al cumplir años de boda, sobre todo al celebrar los 25, 50 o más años de matrimonio, solicitan la bendición de las argollas de matrimonio y de sus personas.  Es la fe sencilla del pueblo que, sin conocer quizás toda la historia del significado del anillo de matrimonio, intuyen algo sagrado en él.
 

¿Por qué trabajar en Pastoral Familiar?

Responder a esta pregunta,  nos llena de mucha alegría, ya que somos muy bendecidos por Dios; no solamente  en laborar en la Diócesis de Raleigh como pareja para la oficina del Ministerio Hispano, sino que ha sido una vocación que se sembró desde el año  2000 en Colombia (país de origen) cuando desde nuestra relación de novios, pensábamos en la proyección de proyectos y actividades que pudieran fortalecer el matrimonio y la vida familiar. Los primeros cinco años que duró nuestro noviazgo, las metas personales como terminar los estudios universitarios en filosofía, teología, formación pastoral y abogacía, junto con las misiones parroquiales  a las cuales servíamos  como voluntarios, nos brindaron un buen curso pre-matrimonial, el cual dio como resultado el expresarnos mutuamente: “Sí, Acepto”, el 16 de julio de 2005.

Año después, por motivos laborales y compromisos adquiridos, tuvimos que afrontar una separación que duró dos años; tiempo en el cual las alegrías y tristezas llegaron a nuestro matrimonio. Afortunadamente en el verano del 2008, en la ciudad de Grand Rapids-MI, nos reencontramos y tomamos decisiones trascendentales para nuestra vida, dejando a un lado las aspiraciones y comodidades laborales y comenzar “desde abajo”; construir y proyectar nuestra vocación de servicio en tierra extranjera, teniendo como base la familia. Fueron más de tres años de compartir, escuchar, aprender de las familias hispanas con las que teníamos contacto. Gracias a ello y a las parroquias que nos permitieron brindar el primer fruto de esta decisión: una Escuela de Padres de Familia, entendimos que Dios nos tenía un propósito en nuestra vida como pareja.

 

A finales del año 2011 llegamos a la Diócesis de Raleigh, con los objetivos puestos en aportar nuestro “granito de arena” en el trabajo con la comunidad hispana. Hoy, y gracias al apoyo recibido por Nuestro Obispo Michael F. Burbidge, Pastor de la Diócesis, hemos implementado proyectos como: Curso Pre-Matrimonial: “Sí, Acepto”, Encuentro de Parejas: “Felicidad, la Gran Cosecha en el Matrimonio”, Escuela de Padres de Familia: “Fortaleciendo la Familia desde la Parroquia” y el Programa de Educación Sexual para Padres de Familia (más información en nuestra página www.iglesiasdomesticas.com ). Hacemos parte del equipo de parejas que colaboran en la página web: patriciaj8.sg-host.com y en la Asociación Nacional Católica de Ministerios de Vida Familiar para la Comunidad Hispana (NACFLM por sus siglas en Inglés)  

 

No ha sido fácil. Todavía continuamos en el proceso de adaptación; no solamente a la cultura angloamericana, sino también a las diversas formas y maneras de expresión que enriquecen la cultura hispana. Extrañar la familia, sentirnos indefensos;  aceptados por un determinado número de personas  que creen en nuestra raza, en ocasiones hacen flaquear nuestra vocación de servicio como se debe entender el Sacramento del Matrimonio y lo afirma la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio en el Numeral 65. Pero, cuando tienes claro que nuestra perspectiva es el “Encuentro con el otro”, que está en la “Periferia Existencial” y te apoyas de la oración y vivencia sacramental y comunitaria de nuestra fe, tiene sentido esto; vale la pena pensar que no todo debe ser tener y comprar, sino dar sin importar el color de la bandera.

 

Estimadas Familias, los invitamos para que acrecentamos nuestra opción desde el hogar por la familia o la “Iglesia Doméstica”; busquemos desde la Parroquia, la manera de crear o fortalecer grupos conformados por parejas que deseen compartir la Palabra de Dios y profundizar documentos y reflexiones que Asociaciones y Movimientos de vida Familiar elaboran.

Les aseguramos, que vale la pena trabajar por la base  fundamental de la historia humana: la Familia.

Para más información, visite:  www.iglesiasdomesticas.com

¡Mientras haya… habra Navidad!

 

En una ocasión de septiembre, mi esposa y yo nos preguntamos por qué celebramos la navidad solamente una vez al año. Más allá de  la respuesta lógica, desde el plano litúrgico, tradicional o histórico desde la óptica cristiana, nuestro diálogo giró en torno a las cosas buenas que genera este tiempo: La familias se contagian de alegría, las luces y las decoraciones iluminan el exterior e interior de las casas: vuelven al hogar o viajan a ella aquellos que por cuestiones labores o personales viven a miles de millas de distancia; los platos tradicionales, las posadas o las novenas navideñas se convierten en el mejor pretexto para compartir con los vecinos o la comunidad parroquial a la cual perteneces; las canciones o villancicos nos hace recordar la niñez para algunos y para otros continuar con el legado cultural. En fin, fueron tantas las cosas buenas que aquella mañana recordamos, que estuvimos a punto de “armar el pesebre” y comenzar desde ese momento a vivir estas acciones.

 

Cuando desempolvábamos  las imágenes de nuestro pesebre, se nos vino a la cabeza una canción del cantautor español Jose Luis Perales, llamada precisamente Navidad. Una de sus estrofas dice:

 

“Mientras haya en la tierra un niño feliz 

 


mientras haya una hoguera para compartir 

 


mientras haya unas manos que trabajen en paz

 

 
mientras haya una estrella, habrá Navidad” 

 

Esto nos hizo pensar que sin necesidad de “armar el pesebre” podemos hacer que haya Navidad todos los días en la medida que las acciones que realicemos estén encaminadas en obras buenas que dignifiquen a la persona; podemos hacer que haya Navidad todos los días colocando a la familia en el primer lugar de nuestras vidas por más distantes que podamos estar; podemos hacer que haya navidad todos los días cuando nos proponemos en ser mejores personas. Mientras haya…habrá Navidad.

 

Que al conmemorar un año más el Nacimiento del Salvador, nuestras opciones y acciones se acrecienten en el camino de hacer de la familia una verdadera “Iglesia Doméstica”

 

Feliz Navidad y próspero año nuevo.  
Para mas información visite www.iglesiasdomesticas.com