Tag Archives: Iglesia Católica

Celebrando Matrimonios Mixtos

Celebrando Matrimonios Mixtos

Por Cynthia Psencik

Cuando hablamos de matrimonios mixtos, nos referimos a parejas que nacieron en diferentes países como también parejas de razas, etnicidades y culturas distintas. Se reporta que los matrimonios mixtos han aumentado continuamente desde el 1967 cuando fueron legalizados en los Estados Unidos. Para el 2015, una de cada seis parejas recién casadas están casadas con una persona de una raza o etnicidad diferente. La pareja mixta más común incluye hispanos y blancos (Pew Research Center). Es asombroso pensar que antes de los años 1967, los matrimonios mixtos eran prohibidos en ciertas partes de los Estados Unidos, y que hubiera alguna ley impidiendo que yo me casara con mi esposo.

​Mi esposo no solo es de una etnicidad diferente a la mía, sino también nació y creció en un estado diferente que yo – él es de Texas y yo de Nueva York. Llevamos casados siete años, y cada día aprendemos algo nuevo, ya sea de nuestras culturas, o de donde crecimos. Al principio de nuestro noviazgo dialogamos bastante acerca de lo diferente que fue nuestra crianza, yo como mujer hispana de padres dominicanos, y él como hombre blanco. Le asombraba la manera en que me comportaba con mi mamá, con la cual hablaba todos los días por casi una hora. O la manera en que mi mamá se comportaba conmigo, todavía queriendo cuidarme hasta después de estar casada. Mi esposo, sin embargo, creció bien independiente. Poco a poco se fue acostumbrando y aprendiendo que estas cosas eran importante para mi, como yo también fui aprendiendo de las cosas que eran importante para él, por ejemplo, el amor a los deportes profesionales.

Durante nuestro retiro de preparación para el matrimonio tuvimos la oportunidad de dialogar y describir costumbres de cada una de nuestras culturas que podrían impactar más adelante nuestro matrimonio. Las diferencias en culturas a veces aparecen de maneras sutiles en el matrimonio, y pueden crear dificultades si no existe comunicación entre la pareja. Es importante tener una disposición abierta para abrazar las costumbres y las expectativas que son importantes para cada pareja.

Reconocer y hablar de las diferencias

Durante su noviazgo, tomen tiempo para hablar acerca de su niñez y no dejar por desapercibido la importancia de ciertas costumbres y experiencias que pueden influenciar sus comportamientos. En una conversación con mi amiga, ella me comentó que durante su noviazgo, ella y su esposo que es de una etnicidad diferente, hablaron mucho acerca de su experiencia con el racismo, una experiencia muy lejana para su esposo. Fue importante para ella poder ser vulnerable y que existiera una apertura de parte de él para recibir lo que ella le presentaba, y de no minimizar sus experiencias. Esta conversación ayudó mucho a su esposo a comprenderla y ayudarla a navegar sus emociones, y responder adecuadamente.

Ser pacientes y seguir aprendiendo

Darse oportunidad para conocerse y crecer juntos es importante durante el noviazgo y su vida de casados. Ser paciente con uno mismo y con su pareja cuando resaltan cosas únicas a su cultura, ayuda a crear una atmósfera abierta para usted y su pareja. Yo vengo de una familia vibrante y animada, especialmente cuando se reúnen todos los familiares a la misma vez. Mi esposo no vino de una familia grande, y a veces pensaba que estábamos peleando cuando nos escuchaba hablar.

No todo va a tener sentido al principio, y hasta podemos criticar ciertas cosas de nuestra pareja y de su familia. Por eso es importante observar y hacer preguntas cuando no comprendes algo, aunque sea incómodo. Esto demuestra un sentido de curiosidad como también interés en aprender más acerca de los antecedentes familiares y las costumbres que nos influyen.

 

No hagan suposiciones

En la celebración del Día de Acción de Gracias durante nuestro primer año de casados, invitamos a mi familia a celebrar con nosotros. Teníamos música alta tocando de fondo, como era de costumbre en mi familia, mientras preparamos el pavo y la cena. De vez en cuando mi esposo entraba a la cocina, pero luego se iba un poco molesto. Mientras, yo seguía cantando y bailando con mi prima, mi hermana y mi mamá. Después de la celebración le pregunté a mi esposo qué le pasaba, y él me respondió que usualmente en su hogar, él era quien preparaba la cena para su familia, y se sintió molesto de que no le dimos esa oportunidad. Obviamente, no sabía lo importante que era para él tomar parte de las preparaciones, pues crecí entre las normas culturales donde las mujeres eran las que preparaban la comida, y yo asumí que no le interesaba.

Instruir a sus familiares cuando sea necesario

El Papa Francisco en Amoris Laetitia nos comenta: “Los esposos que se aman y se pertenecen, hablan bien el uno del otro, intentan mostrar el lado bueno del cónyuge más allá de sus debilidades y errores (113). Yo crecí en un ambiente donde no faltaba el gentío que venía a nuestro hogar a celebrar algún acontecimiento. De esta forma me acostumbré a siempre estar rodeada de personas, algo que es común en las personas extrovertidas. Mi esposo es introvertido. Me costó tiempo realizar que a veces cuando estamos en reuniones familiares él necesita receso para poder recargarse. Mi familia notaba esto, y pensaba que no les caía bien, y a veces hacían comentarios acerca de su comportamiento. Tuve que explicarles que no era algo en contra de ellos, y fue un momento de aprendizaje para ellos también. Para ayudarnos, mi esposo y yo creamos un plan donde nos señalamos cuando el necesitaba un tiempo de receso durante una visita familiar.

Ser razonables con sus expectativas

Lo más seguro es que su pareja no hable español, o no tiene ritmo para bailar su música. Podemos entrar en el error de que “si me ama, hará el esfuerzo”. Pero la realidad es que aprender un lenguaje nuevo como adulto es un don, y no es tan fácil poder pensar y hablar en un lenguaje diferente al lenguaje nativo. Me enojaba bastante al principio porque estaba centrada en que mi esposo aprendiera español para que se comunicase mejor con mi familia, pero no era por falta de esfuerzo. Me dediqué entonces a darme cuenta de las diferentes maneras que él intentaba comunicarse y relacionarse con mi familia. De esta manera, aprendí a valorar la manera en que él y su familia pasan tiempo juntos viendo deportes profesionales.

Compartir y celebrar los dones que trae cada cultura

Una de las cosas más bellas de una pareja mixta es poder compartir sus tradiciones. Durante la planificación de nuestra boda, incluimos elementos de cada una de nuestras culturas. La ceremonia fue bilingüe, y durante la recepción, incluimos comidas, música y bailes de cada una de nuestras culturas. Esto brindó la oportunidad de que ambas familias aprendieran y celebraran elementos de cada una de nuestras culturas. Fue super divertido ver como su familia y amistades disfrutaron aprendiendo a bailar merengue y mi familia la música country.

 

Crear nuevas tradiciones

Es bello poder unir elementos de cada cultura en la relación. En vez de solamente enfocarse en uno u otro elemento de cada cultura, intenten crear una unión de ambas culturas, y formar sus propias tradiciones. Ya sea comida, música, tradiciones…, es importante que existan elementos de las dos tradiciones que acomoden ambas culturas adecuadamente. Al final del día, las diferencias que pueden existir crean momentos para seguir aprendiendo y creciendo juntos. Durante nuestro noviazgo, Evan y yo creamos una lista de canciones en Spotify con música romántica de cada género, y así él aprendió a disfrutar de la música en español, y yo de la música country.

Ante todo, ser amigos y construir una vida en conjunto. El Papa Francisco nos recuerda en Amoris Laetitia lo importante que es la amistad en el amor conyugal. El nos dice: “Después del amor que nos une a Dios, el amor conyugal es la máxima amistad. Es una unión que tiene todas las características de una buena amistad: búsqueda del bien del otro, reciprocidad, intimidad, ternura, estabilidad, y una semejanza entre los amigos que se va construyendo con la vida compartida” (Amoris Laetitia, 123). Por último, no dejen a un lado el divertirse mientras se acomodan y continúan aprendiendo el uno al otro.

UNIENDO NUESTRAS VIDAS POR LA IGLESIA CATÓLICA

¿Por qué casarnos por la Iglesia?

Los beneficios del Matrimonio Católico

“La Iglesia es un bien para la familia, la familia es un bien para la Iglesia. Custodiar este don sacramental del Señor corresponde no sólo a la familia individualmente sino a toda la comunidad cristiana”. (Papa Francisco, Amoris Laetitia 87)

En general, las parejas que eligen llevar su matrimonio a la Iglesia reciben muchos dones: paz de corazón, unidad y acompañamiento con la Iglesia, y plenitud de los sacramentos, especialmente el don de recibir la Sagrada Comunión y la Reconciliación.

Los científicos sociales han descubierto que las parejas que reconocen la presencia de Dios en su relación, experimentan más satisfacción y tienen más probabilidades de lograr un matrimonio para toda la vida. Uno de los muchos beneficios de un matrimonio sacramental es el del poder de la gracia de Dios, que ayuda a las parejas a mantener viva la alianza de amor y encontrar la felicidad juntos.

¿Por qué obtener el Sacramento del Matrimonio?

“Cristo Señor ‘sale al encuentro de los esposos cristianos en el sacramento del matrimonio’, y permanece con ellos… los esposos son consagrados y, mediante una gracia propia, edifican el Cuerpo de Cristo y constituyen una iglesia doméstica”. (Papa Francisco, Amoris Laetitia 67)

Los votos intercambiados por la pareja son una alianza sagrada a través del cual los esposos se abrazan y, juntos, abrazan a Jesús como su compañero. A través de su unión con Cristo, participan en la alianza inquebrantable entre Dios y la humanidad: la alianza que selló Jesucristo con su muerte y resurrección.

El matrimonio católico es único entre otras relaciones matrimoniales porque es un Sacramento que hace que Cristo esté presente en nuestras vidas y especialmente en las familias. La relación entre marido y mujer refleja la relación de Jesucristo con su pueblo. En la tradición católica, el esposo y la esposa aceptan una misión en el plan salvífico de Dios para la humanidad. La esposa y el esposo son embajadores del amor de Dios y colaboran con Dios para seguir construyendo su Reino aquí en la tierra.

https://patriciaj8.sg-host.com/noviazgo-y-compromiso/planeando-una-boda-catolica/

Nota: Este es una descripción básica del Matrimonio Católico. Debido a que la situación de cada pareja es única y el proceso puede variar de una parroquia a otra, de una diócesis a otra y de un país a otro, las personas interesadas en casarse  la Iglesia Católica, para obtener una convalidación matrimonial y/o una declaración de nulidad deben hablar primero con su párroco para obtener orientación personal y específica.

La belleza del Matrimonio

La belleza del Matrimonio

Por: Ana C. De la Garza

Hay una frase que dice “El Matrimonio es como un jardín: requiere de mucho amor y un poco de trabajo cada día”.

Y es que el amor en el Matrimonio no hay que darlo por sentado, siempre hay que cuidarlo, alimentarlo y trabajarlo. Recuerdo una vez un consejo que nos dio un Sacerdote en una homilía y me parece muy importante compartirlo; nos dijo que todos los días nos dedicáramos 15 minutos en pareja, sin ninguna distracción de celulares, televisión, hijos, etc. 15 minutos para conversar, mirarnos cara a cara, estar juntos y cultivar nuestra relación.

Yo también les recomiendo ponerse una cita al mes, como un “date”, donde puedan hacer algo juntos que disfruten como pareja. Desde preparar una cena romántica o ir a algún lado a cenar, ir a andar en bicicleta o al cine, o incluso ver una película juntos en casa, pero sólo ustedes dos.

Dios diseñó el amor de esposos para que fuera una ayuda mutua, una compañía. Para no estar solos en este camino de la vida, para ser un reflejo del amor de Dios, para ser fecundos y educar y formar a nuestros hijos. Recordemos el pasaje del Génesis que habla de esto:

Dijo luego Yahvé Dios: No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada”. ( Gn 2, 18 )

“De la costilla de Adán, Dios formó a la mujer, para ser su compañera, para acompañarse el hombre y la mujer en esta vida, para ser mejores amigos en el matrimonio y hacernos la vida mejor y más llevadera”.

Después dice: “Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne” ( Gn. 2, 24 ) . El designio de Dios en esta unión es perfecta, hacerse una sola carne, una unión perfecta, que da el fruto de los hijos”.

Yo sé que existen dificultades en la vida cotidiana, en la relación de los esposos, y hay dos consejos que me gustaría compartir con ustedes para saber llevar la vida juntos:

  1. Perdonar. Perdonar las fallas del cónyuge. Y no recordarle en una discusión todas las cosas del pasado que nos molestan. Ya que esto sólo genera más conflicto.
  2. Ceder. No tratar siempre de tener la razón, habrá momentos en que será mejor ceder. Yo sé que hay cosas que son muy importantes para llegar a un acuerdo, como educar en la fe a los hijos, o los valores que queremos vivir en nuestra familia. Pero hay cosas triviales de la vida en las que no tenemos que llevar todo al campo de batalla.

El amor de pareja tiene sus etapas en la vida, vamos de la etapa del enamoramiento en la que todo es perfecto y sentimos mariposas en el estómago, a la etapa del amor y mayor intimidad, hasta llegar al verdadero amor de compromiso. Y al ir madurando el amor es posible que se atraviese por algunas crisis. Por eso es importante, en primer lugar, agarrarse de la mano de Dios, como dice la palabra Ma-tri-monio somos tres y en medio de esta relación debe estar Dios para que nos sostenga y nos lleve de su mano en este camino de la vida. Encomendar nuestro Matrimonio a Dios a través de los Sacramentos y de la oración,  también es importante. Si en algún momento sienten que no pueden, no duden en pedir ayuda; a un Sacerdote o a algún consultor especialista en Matrimonio. Yo recomendaría un especialista que fuera Católico y que conociese el Método de Jhon Gottman para terapia de pareja.

https://www.gottman.com/about/the-gottman-method/

Para terminar, les recomiendo encomendar siempre su Matrimonio a la Sagrada Familia. ¡Quiénes mejor que Nuestro Señor Jesucristo, su madre la Santísima Virgen María y San José para acompañarnos y guiarnos en nuestro Matrimonio y Familia!

Segundos Matrimonios

¿Cuándo se puede casar por segunda vez un(a) católico(a)?

Para casarse en la Iglesia católica, una persona católica tiene que estar en un estado de libertad para contraer el matrimonio. Hay que consultar con un sacerdote sobre su caso específico. Algunos ejemplos comunes de posibles segundos matrimonios serían:

  • Cuando un viudo o viuda, constituye una nueva pareja y desea casarse con ella.
  • Cuando una persona o las dos, estuvieron casadas solamente por vínculo civil (no sacramental) y disolvieron su vínculo anterior mediante un divorcio, y ahora contraerán matrimonio eclesiástico (sacramental).
  • Cuando una persona de la pareja o los dos, que estuvo casada por la Iglesia, obtuvo la anulación eclesiástica (a través de un tribunal de la Iglesia) del vínculo matrimonial que tenía con una pareja anterior, y desea ahora hacer de su nueva relación un sacramento.
  • Cuando una persona de otra religión cristiana o de otro culto ha disuelto su vínculo anterior ante un tribunal de la Iglesia y desea ahora contraer matrimonio sacramental con una persona católica en estado de libertad.

¿Los divorciados se pueden volver a casar en un templo parroquial?

El divorcio como tal no existe en el concepto de matrimonio de la Iglesia Católica puesto que el vínculo que une a los esposos es indisoluble, como es irrompible el amor de Jesús por la humanidad y su Iglesia, que el sacramento del matrimonio representa. Lo único que hace que una relación matrimonial-sacramental anterior quede disuelta es que la misma Iglesia pueda probar que, por unas circunstancias claras, el vínculo anterior no fue nunca un matrimonio como tal (Véase Declaración de Nulidad). En estos casos el proceso es conocido como “anulación” o “declaración de nulidad/invalidez” y permite que las personas de este vínculo disuelto puedan casarse de nuevo, de forma válida con una pareja diferente.

El divorcio es un proceso civil que se lleva acabo frente a un tribunal civil y disuelve sólo el vínculo civil que unió a una pareja.

¿Qué es una Convalidación o bendición nupcial?

La convalidación es el proceso de casarse por la Iglesia Católica cuando ya se casaron, pero no fue un matrimonio válido en la Iglesia. Un ejemplo común es cuando uno o dos católicos bautizados se casaron solamente por lo civil. El proceso de convalidación matrimonial es un proceso que les ayudará a convalidar su unión y recibir el Sacramento del Matrimonio por la Iglesia Católica. No es simplemente una “bendición” de una unión existente. En los ojos de la Iglesia es el comienzo del matrimonio. Requiere que se realice una nueva alianza de consentimiento libre.

Para más información lean este artículo: Proceso de Convalidación Matrimonial

Recomendaciones

No se pueden predecir todos los problemas que pueden surgir durante un segundo matrimonio. Los segundos matrimonios implican realidades y ajustes muy diferentes a los matrimonios por primera vez, sobre todo cuando hay hijos de por medio (Véase Hijos propios e hijos de mi pareja).

Si el anterior cónyuge y los hijos viven en otro país, es especialmente importante preguntar qué apoyo tienen. Muchas veces el divorcio civil, especialmente si se obtiene aquí, no enfatiza adecuadamente estos asuntos. La Iglesia tiene una responsabilidad particular de ver que la gente no sea forzada a la pobreza debido al abandono de un ex cónyuge: La Iglesia establece que los padres tienen la responsabilidad de proveer una educación católica a su descendencia. Esto se aplica para niños y niñas nacidos de cualquier unión, puesto que es una responsabilidad paterna.

Cursos importantes:

Muchas diócesis recomiendan que la pareja tome el inventario prematrimonial FOCCUS (Véase Inventario Pre-Caná) y asistan a un encuentro pre-matrimonial especial u otro programa de preparación matrimonial que se les indique, aparte de la preparación que el Sacerdote, Diácono o persona encargada hará con ellos.

Documentos necesarios:

  • Certificado de Bautismo católico recién emitido (dentro de los últimos seis meses) con todas las anotaciones apropiadas, incluida la fecha y el lugar de la Confirmación.
  • Certificados de Primera Comunión y Confirmación (Fotocopias pueden ser suficientes. En algunos países, la comunión y la confirmación aparecen anotadas en el certificado de Bautismo).
  • El no-católico deberá traer algún record o información que compruebe su bautismo cristiano; dos testigos confiables (de preferencia padres, hermanos o hermanas) por cada uno de los que van a casarse.
  • Si el no-católico estuvo casado antes por un matrimonio de su Iglesia, la Iglesia reconoce la importancia de dicha unión y pide se haga una especie de disolución eclesial de dicho vínculo previo, ante un tribunal de la Iglesia. Consulten con el sacerdote de su parroquia sobre esto.
  • Si alguna de las partes es viudo(a), deberá presentar un certificado de defunción del anterior esposo o esposa.
  • En caso de haber recibido una anulación de un vinculo previo, el decreto de nulidad.
  • Una licencia de matrimonio emitida por el estado.

Otros artículos relacionados: Proceso de Convalidación Matrimonial, Declaración de Nulidad, Planeando una Boda Católica

 

Nota: Este texto es una descripción básica de los segundos matrimonios. Es basado en el contexto de los Estados Unidos. Debido a que la situación de cada pareja es única y el proceso puede variar de una parroquia a otra, de una diócesis a otra y de un país a otro, las personas interesadas en casarse en la Iglesia Católica, obtener una convalidación matrimonial y/o una declaración de nulidad deben hablar primero con su párroco para obtener orientación personal y específica.

Perfectamente Imperfectos

El Día después de la Boda sucede que abres los ojos,  respiras profundo, te detienes a pensar y puedes llegas a preguntarte ¿Qué hice? Esta pregunta puede surgir muchas veces a lo largo de la vida matrimonial, te has embarcado en uno de los retos más grandes de tu vida; por un lado es una fuente constante de aprendizaje y crecimiento donde vivirás las más grandes experiencias de la vida. El matrimonio cristiano es un sacramento, no se sostiene solo con la voluntad de los contrayentes, es un misterio en donde también se encuentra Dios dándonos su gracia.

En nuestra experiencia como Matrimonio Creyente y como Coaches Profesionales, hemos experimentado en carne propia como venimos al matrimonio con nuestras cosas buenas, pero también con nuestras limitaciones, desde los ojos de la Fe esto nos abre una gran oportunidad para aprender a Amar, venimos al matrimonio “Perfectamente Imperfectos” con una larga vida por construir. Las limitaciones del otro no son un problema sino una gran oportunidad, en un lenguaje católico diríamos que son una fuente de santificación, como dice el Papa Francisco: La “Santidad de la Puerta de al Lado”, de aquellos que viven cerca de nosotros (cfr:GE.7); en el hogar tenemos el lugar perfecto para conocernos a nosotros mismos y conocer a los demás, un camino de humildad donde aparece lo que somos, por eso es tan importante la Visión de Esperanza del Creyente para sembrar cada día nuevas semillas de servicio, de buenas palabras, de comunicación, de paciencia, entrega, de pequeñas y grandes decisiones que hacemos buscando el bien común y el bien del otro. ¿Qué hice al casarme por la Iglesia?.. Elegiste hacer el bien: Seguiste el llamado de Dios para llegar a Ser la Mejor Persona posible, elegiste el Camino de la Santidad de la mano de alguien muy especial en tu vida. Porque definitivamente, esta carrera es de tiempo y paciencia, de largo alcance, cuando menos te imaginas tus imperfecciones son un gran reto que hace crecer la paciencia. Y por otro lado, también te toca recibir las consecuencias de las imperfecciones de tu pareja. Así que nadie queda excluido en cuanto a esto.

Todos pasamos por este camino hacia la santidad como matrimonio. La pregunta es como desea nuestro corazón vivir esta experiencia: con la queja de “No sé que hice al casarme”… O Pasar de la queja a la aceptación de las imperfecciones mutuas para mirarlas con amor, paciencia y esperanza, hasta que la muerte nos separe. No hay medias tintas en mi elección diaria: pensar que mi matrimonio es insoportable y una desgracia o decido amar entregando el corazón y elijo sentirme amado dando gracias Dios por mi Matrimonio “Perfectamente Imperfecto”.

 

 

Por: Carlos y Elsy Canseco-Acatitla

Las Marcas de Nuestros Padres y Nuestra Cultura

Por Gelasia Márquez

Hay muchas teorías que tratan de explicar por qué elegimos y nos casamos con una persona y no con otra. ¿Elegimos porque se parece a nosotros? ¿Elegimos porque es distinto que nosotros y de esa forma nos complementan? La elección del compañero(a) es un proceso que ambas partes van haciendo, la mayoría de las veces a un nivel inconsciente. Tal vez el primer momento sea de una mera atracción física pero después, y según el grado de madurez de las personas, algunas parejas se interesan realmente por saber si son compatibles, es decir, por buscar los valores y características que comparten y que los pueden unir.

Ahora bien, cuanto más similitud existen en una pareja, más fuerte y mejor se establece la unidad y la mutua valoración entre ellos. Pues, como dice la Teoría Social de la Validación cuanto más coincidencia existe en valores, criterios, expectativas e ideales que comparten los miembros de la pareja, más se refuerzan la propia imagen y el propio valor de cada uno de ellos (Véase Valores en Común).

La búsqueda de esta similitud es algo que, según estudios, cada uno de nosotros realiza de forma inconsciente, pero regidos por los parámetros que traemos desde la niñez. Así, las muchachas eligen un compañero cuya forma de ser sea “similar” a la de los hombres de su casa, con los que se crió (padre, padrastro, hermano, primo, tío). De igual forma, el muchacho elige a una joven “similar” a aquellas que le ayudaron a desarrollar su definición de lo que es una mujer (madre, hermana, madrina, tía, prima).

Así mismo, las ideas acerca de las funciones y el papel que el hombre y la mujer deben tener dentro de un matrimonio las recibimos de lo que el medio ambiente y las tradiciones culturales nos enseñan al respecto. Por eso, cuando los miembros de una pareja crecieron y se educaron en ambientes culturales distintos, el proceso de ajuste entre ellos les supone más esfuerzo. Les exige que continuamente se pregunten entre sí el por qué de sus actitudes y se vean obligados a discernir de común acuerdo qué tipo de rol van a escoger dentro de su vida matrimonial.

El caso de Jennifer y Ángel, que pueden ver ilustrado en las viñetas Historias con un final feliz, puede servirles de ejemplo.

Historias 6: Gisela y José

Tomar decisiones juntos

Gisela y José viven un pueblo muy bonito a las afueras de la capital. Ya llevan 10 años de casados y Dios les ha bendecido con 4 bonitos niños. José es lo que se llama un “hombre emprendedor”. Al principio se dedicaba sólo a sembrar maíz en el terreno que le correspondió a la muerte de su padre. José leía mucho y veía programas educativos en la televisión. Por eso aprendido cómo tecnificar su producción y hacer crecer el negocito. Llegó incluso a tener un tractor y las maquinarias necesarias para moler y hacer tortillas caseras, que vendía entre sus vecinos.

Un buen día José se encontró con un amigo que vivía en el extranjero y que le “abrió los ojos sobre las oportunidades que podría tener con sus habilidades”. El gusanito de la posibilidad le estuvo rondando y rondando por días hasta que decidió averiguar con las autoridades del pueblo qué tendría que hacer para emigrar. Cuando sólo necesitaba echar a andar la petición de migración para él y para Gisela, decidió hablar con Gisela. Pero la propuesta dejó a Gisela totalmente turbada.  Lo difícil no era sólo migrar fuera de su país sino dejar a los hijos al cuidado de sus padres, cuando ellos más la necesitaban . Por otra parte, dejar que José migrara solo significaba desbaratar la unión matrimonial y exponerla a todo tipo de tentaciones. Nunca se le había ocurrido que “tuvieran” que migrar y cuanto más lo pensaba menos “quería” hacerlo. La situación se fue haciendo cada día más tensa en el hogar: José seguía insistiendo y Gisela se negaba. Cada uno de ellos estaba en “una esquina del cuadrilátero” con suficientes argumentos para no ceder ante los deseos del otro. Cuando ya estaban que “estallaban” por todo decidieron consultar con el párroco de la iglesia.

Después de sugerirles que invocaran juntos la asistencia del Espíritu Santo, el párroco les dio tres tareas a hacer: 1º. Cada uno debía escribir en un papel los pros y los contras que según él, o ella,  tendría el emigrar; 2º. Terminadas las columnas, debían sentarse y discutirlas hasta que ambos alcanzasen un acuerdo que fuera lo mejor para la familia 3º. El párroco les sugirió que una vez alcanzada una decisión la pusieran a consideración de sus familiares más cercanos.

José y Gisela estuvieron en el proceso de “ponerse de acuerdo” por más de tres días. Al final, en lugar de conversar con sus parientes se fueron a la iglesia a darle gracias al Párroco. No sólo porque les había enseñado la importancia y el modo para ponerse de acuerdo sino, sobre todo, porque les había recordado la presencia de la gracia de Dios en su matrimonio y les había enseñado cómo usarla.

José y Gisela decidieron no migrar sino continuar creciendo en familia. Años más tarde sus hijos salieron a estudiar fuera del país y poco a poco fueron migrando. En esos momentos, José y Gisela, migraron también para así ayudarles a ellos con el cuidado de sus hijos.

Sentido y propósito del matrimonio

Por Dora Tobar

El consentimiento libre por el cual la pareja se entrega y se recibe mutuamente es la esencia o “materia” del sacramento del matrimonio.

El matrimonio es la íntima unión y la entrega mutua de la vida entre un hombre y una mujer con el propósito de buscar en todo el bien mutuo. Dicha relación tiene sus raíces en la voluntad original de Dios quien al crear al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, les dio la capacidad de amarse y entregarse mutuamente, hasta el punto de poder ser “una sola carne” (véase Gn. 1, 22 y 2, 24).

Así, el matrimonio es tanto una institución natural como una unión sagradaque realiza el plan original de Dios para la pareja. Pero además Cristo elevó esta vocación al amor a la dignidad de sacramento cuando hizo del consentimiento de entrega de los esposos cristianos el símbolo mismo de su propia entrega por todos en la cruz.

En otras palabras, el consentimiento libre por el cual la pareja se entrega y se recibe mutuamente es la esencia o “materia” del sacramento del matrimonio, de la misma forma como el pan y el vino son la materia del sacramento de la Eucaristía. Dicho consentimiento o símbolo visible de la presencia de Cristo se concretiza, dentro del rito matrimonial, en la fórmula que una vez y para siempre se dicen los esposos con palabras como: “Yo te recibo como esposo(a) y me comprometo a amarte, respetarte y servirte, en salud o enfermedad, en tristeza y alegría, en riqueza o en pobreza, hasta que la muerte nos separe”.

Con esta declaración pública de entrega, consumada después en el acto íntimo de entrega corporal, los esposos se constituyen el uno para el otro en sacramentos vivos de la entrega de Cristo a la humanidad. Ellos son por tanto los verdaderos ministros de este sacramento. Pero para que su declaración sea reconocida, la Iglesia pide que los esposos pronuncien este consentimiento frente a un testigo autorizado por la Iglesia que puede ser un sacerdote o un diácono y frente a la comunidad cristiana.

El compromiso celebrado en el rito se convierte en el estilo de vida de los esposos que, a través de su cotidiana entrega y fidelidad, hacen de su amor el lugar donde el conyugue es amado, servido, escuchado y atendido como Cristo mismo lo haría. En otras palabras, el sacramento del matrimonio no se reduce al rito que lo celebra, sino que consiste en “ser sacramento” o presencia visible de Cristo para el cónyuge, todos los días y en todas las circunstancias que la vida les presente. Por esta razón el matrimonio es junto al sacramento del orden sacerdotal un sacramento de servicio que, vivido con el apoyo permanente de la gracia de Dios, es un camino excelente de santidad.

Es además en el seno de esta relación estable y generosa donde Dios quiere que sean engendrados los hijos para que sea el amor la cuna donde se reciban las nuevas creaturas y se constituya la familia, y la sociedad. Parte esencial del amor de los esposos es pues estar abiertos a acoger con amor y responsabilidad la vida nueva que pueda surgir de sus relaciones maritales. Así, su amor mismo se convierte en instrumento disponible a la obra creadora de Dios.

En pocas palabras, tanto por su donación y servicio mutuo como por su misión co-creadora, los esposos son sacramento vivo y permanente del amor de Cristo por la humanidad y se convierten en “Ministros de la Iglesia Doméstica” donde a diario están llamados, junto al pan y la palabra, a partir y compartir la vida de Cristo con su cónyuge, sus hijos y quienes los rodean.

La Iglesia entera o “Familia Cristiana” se beneficia igualmente del sí sacramental que a diario se dan los esposos pues este es un testimonio invaluable que sostiene a todos los cristianos en el camino de entrega y servicio al cual hemos sido llamados.

Para mayor profundización en el tema léase Catecismo de la Iglesia Católica #1601-1666.

Oración

Por Dora Tobar

Familia que reza unida permanece unida. La oración es por tanto un ingrediente que solidifica y sostiene la unida de la pareja y de la familia.

Como se dice en nuestra sección Espiritualidad del Matrimonio, hay muchas formas de orar y de hacer de la vida una oración misma. La oración no remplaza la vida sino que es la toma de conciencia profunda del paso de Dios por nuestras vidas. Por eso, es la forma como una pareja puede conectarse con la gracia sacramental para que, al contemplar desde Dios el proceso de su amor, puedan:

  • Agradecer los dones con los cuales han sido bendecidos.
  • Contemplar las maravillas divinas en los sentimientos que los une, en el perdón que han podido darse, en la pasión que aún se profesan o en el rostro encantador de los hijos que Dios les ha encargado amar, cuidar y formar.
  • Suplicar su asistencia para aprender con Su amor a manejar los retos que la convivencia y las dificultades de la vida les presenten.

La Santísima Virgen es una excelente madrina en asuntos del corazón y por eso puede ser su intercesora favorita para presentar sus oraciones al Padre. También santos como Tomás Moro y tantos otros esposos y esposas que realizaron gozosos su camino de santidad en la defensa y vivencia del matrimonio, pueden unirse también a su lista de intercesores.

Lo ideal es que cada pareja, así como construye una forma de vivir y un lenguaje corporal o gestos propios para expresarse el amor, también construya poco a poco, su lenguaje espiritual en común. Algunas personas son muy tímidas o reservadas para compartir esta dimensión de su vida íntima. Pero de pronto, una tomada de manos durante la elevación de la Eucaristía, o el rezo del Padre Nuestro sea una forma de participar en su vida espiritual. Quien sea más expresivo puede ser quien encabece la oración antes de comer, antes de acostarse o antes de comenzar un viaje o un aconteciendo. Esto irá creando rutinas e irá facilitando la espontaneidad espiritual de los otros miembros de la familia o de la pareja.

Lo importante es por tanto no perder oportunidad para celebrar e invocar con palabras o gestos el don divino del amor. Para amar hemos nacido, por tanto la oración por el amor debe ser la gimnasia espiritual que, ya sea en pareja o individualmente, debe mantenernos en el camino.

Más sobre este tema en Espiritualidad y Fe y Espiritualidad del matrimonio.

Lecturas complementarias: Centre de Pastoral Litúrgica, Rezar en Pareja, Barcelona 1997. Reimpresión Noviembre 2006; Stormie Omartian, El poder de una esposa que ora, 2001; El poder de los padres que oran,  2001;  El poder de un esposo que ora, 2002, Ed. Unilit.

Recursos – Alimenta Tu Matrimonio

Contacta las Oficinas de Vida familiar de tu diócesis (Family life Office). Ellos te informarán sobre recursos y programas que se estén ofreciendo en tu región. La lista de diócesis y sus direcciones electrónicas están disponibles en: www.usccb.org/dioceses

Talleres y Recursos de crecimiento en pareja

  • Talleres y Artículos para mejorar la comunicación en la pareja:
    • Catholic.net
    • Retrouvaille

Para parejas y Familias víctimas de adicciones

Para víctimas de violencia doméstica

Retiros y Programas de asistencia a matrimonios

Diferentes diócesis de Estados Unidos ofrecen programas específicos de ayuda a las parejas de matrimonios. Infórmate de ellos en las Oficinas de Vida Familiar de tu diócesis o a través de tu párroco. Los siguientes son programas ofrecidos a nivel nacional o de varias diócesis en conjunto:

  • Encuentros Matrimoniales (retiro de fin de semana) Encuentro Matrimonial Mundial and Retrouvaille
  • Renovación Conyugal: Disponible en varias diócesis del sur este de los Estados Unidos: www.renovacionconyugal.org

Apoyo de la Iglesia a separados y divorciados