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El Amor Conyugal: Es Mero Romanticismo de un Momento?

En un seminario para mujeres, el conferencista les pregunta a todas en voz alta. Cuántas de ustedes aman a sus esposos? Y todas levantaron la mano. Luego el conferencista  vuelve a preguntar: cuándo fue la última vez  que les dijeron a sus esposos que los aman?. Algunas dijeron: hoy, otras ayer, y otras no se acordaban.

Entonces el conferencista les dijo: tomen sus celulares y envíenles a sus esposos un mensaje de texto que diga: ‘te amo mi amor’.  Acto seguido,  pidió a toda que cambien celular con la mujer que tenía al lado, y estas fueron las respuestas más comunes que leyeron:

– Quién eres?

– Oye, mujer, estás enferma?

– Yo también te amo.

– Y ahora qué pasa: volviste a chocar el carro?

– No entiendo a qué te refieres!

– Qué has hecho ahora?

– ?!

– No le des mucha vuelta al asunto, y dime, cuánto es lo que necesitas?

– Estoy soñando?

– Si no me dices a quién iba dirigido este texto, alguien va a morir hoy…

– Pensé que nos habíamos puesto de acuerdo en el hecho de no beber de día.

– Tu madre se muda a vivir con nosotros, no es verdad?

Realmente, llama la atención que la palabra amor sea tan poco frecuente en el diálogo y en la relación de esposos. Hay un motivo: parecería que el amor es solo romanticismo en el período del noviazgo porque en cuanto los novios llegan al matrimonio, por razón del contrato (civil o eclesiástico), la relación conyugal se reduce a derechos y deberes de la pareja. Históricamente, en el siglo XII un Sumo Pontífice hizo borrar de la literatura jurídica sobre el matrimonio el término amor.

Con el Concilio Vaticano II se logró recuperar en el ambiente teológico, sobre todo, la palabra amor; el Papa Juan Pablo II llegó a designar el matrimonio como ‘el sacramento del amor’; un escritor alemán dijo que “el amor es el fundamento del matrimonio”; y un ilustre cardenal de la iglesia católica defendió con éxito en el Tribunal de la Rota Romana una causa de nulidad matrimonial apoyándose en el argumento de la no existencia del amor conyugal al momento de celebrar la boda.

Es un vacío que existe a nivel teológico, jurídico, pedagógico, pastoral, dentro de nuestra iglesia. Un distinguido psiquiatra español –Enrique Rojas- en su libro El amor inteligente, afirma que el hombre es un ‘analfabeta sentimental’; “a mí me decían de pequeño, escribe este autor, aquello de que los hombres no lloran y que hay que ser fuerte y aprender a guardarse los sentimientos, porque lo contrario era cosa de chicas”.

Juan Pablo II, en su primera encíclica Redemptor hominis (1.979) escribió que “el hombre no puede vivir sin amar; su vida permanece incomprensible, sin sentido, si no experimenta el amor, si no ama, si no es amado”. La razón es muy sencilla: creado a imagen de Dios que es Amor, el ser humano fue creado para amar. Refiriéndose a la vida de pareja, el amor forma parte de un trinomio: amor, sexo, unidad. Pablo VI en la Humanae vitae se refirió al amor conyugal y le señaló estas cuatro características: es un amor plenamente humano,  total, fiel y exclusivo, fecundo.

Los enamorados suelen decirse una gran verdad entre sí: ’hoy te quiero más que ayer, pero menos que mañana’; sin embargo, llegando al matrimonio parece que se cansan de expresarse el amor. Un signo de nuestro tiempo, que se revela entre los jóvenes particularmente, es que solo saben conjugar el verbo ‘amar’ en presente. Se amarán mañana también?. Está por ver…. Sin duda que aquí radica el problema mayor de las parejas de nuestro tiempo:

En este tema del amor, los padres de familia tienen una gran responsabilidad: su experiencia de vida, su ejemplo y testimonio, es la mejor escuela para sus hijos; éstos aprenden cómo se vive el amor de pareja viendo a sus padres amarse. Lo demuestra la historia de nuestros días: los hijos de parejas divididas, divorciadas, separadas, siguen por el mismo camino en el futuro. Incluso, ya de adolescentes no ven claro su porvenir, no le encuentran sentido a vivir en pareja.

El amor, por ser participación del amor de Dios, es DON y es también TAREA. Como Don, debemos saber valorarlo; como Tarea, debemos vivirlo humana y cristianamente.

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Eligiendo las Lecturas

Siento que la vida se ha vuelto un poco loca este mes. Primero, hubo un poco de drama con la boda. Para los que no leyeron la última publicación, el sitio para la recepción que habíamos reservado el julio pasado se cerró en Febrero y nos dejó buscando un lugar alternativo. Por fin encontramos un sitio cuando otra pareja en el listado de espera decidió no tomar el sitio.
 
También, hace poco empecé mi nuevo trabajo como profesora de inglés en la Universidad de Chile. Como se pueden imaginar, planear una clase nueva como profesora de primer año ocupa mucho tiempo así que entre ello y preparando mi tesis de maestría, he estado trabajando muy tarde por las noches (y probablemente será así por el resto del semestre). Juan acaba de terminar su práctica profesional y regresó a la universidad para lo que parece que será un semestre difícil.
 
Pero, entre toda esta actividad surge la cuaresma llamando a la tranquilidad, crecimiento espiritual, conversión, y reflexión. Ha sido muy difícil realmente entrar en el espíritu de la cuaresma con todas estas nuevas actividades en nuestras vidas y toda la locura que las acompaña. Mientras he adherido a mi sacrificio de cuaresma, el libro que planeaba terminar, Introducción a la vida devota (el cual es fantástico por si acaso) está todavía en mi velador desde enero sin leer. Aun así, Juan y yo creemos firmemente que si algo es importante, uno siempre puede hacer tiempo para ello. En la próximas semanas vamos a intentar dar más tiempo para la fe, para nuestra novena de boda, para la misa en la catedral, y para las actividades provida en la cuales vamos a estar participando.
 
En toda esta locura, una cosa que sí hemos hecho como una pareja en esta cuaresma es elegir las lecturas de la boda. Sí no has planeado tu misa de boda todavía, déjame decirte que esta es una de las mejores partes de planear tu día. En verdad, estuve bastante sorprendida cuando vi cuantas opciones hay para las lecturas, los salmos, las peticiones, y las bendiciones. Es fantástico porque te da la oportunidad de reflejar tu propia vocación dentro de la vocación de matrimonio, y como Dios ha hablado a ustedes como  una pareja, y luego ver eso reflejado en las lecturas y oraciones de tu boda.
 
Juan y yo empezamos a pensar en las lecturas para nuestra boda cuando hicimos un retiro para preparación matrimonial en el pequeño pueblo de Marathon, WI en Julio 2014. Tuvimos que hacer el retiro requerido en este tiempo ya que sabíamos que estaríamos fuera del país hasta casi la fecha de la boda. El retiro tuvo lugar en un monasterio hermoso convertido en un centro de retiro con un bosque alrededor y un riachuelo que cruza la propiedad. Al final del primer día, decidimos leer juntos las opciones para las lecturas en el librito que nos habían entregado mi parroquia. Mientras las leíamos y orábamos con ellas, escogimos algunas de nuestras favoritas.
 
Desde ese día no habíamos específicamente mirado las lecturas de nuevo. Es interesante porque, creo que si hubiéramos reunido, digamos, cuatro veces para elegir las lecturas, podríamos haber elegido cuatro lecturas distintas. Cuando vimos las lecturas hace una semana antes de la Misa, decidimos rápidamente la primera lectura, la de Tobías en lo cual Tobías y su novia Sara empiezan su matrimonio con una oración pidiendo la bendición de Dios. Juan especialmente quería esta lectura, ya que la parte que describe el plan de Dios en la creación para el matrimonio y la parte con la oración para vivir juntos hasta un vejez feliz son muy significativas para él. Para el evangelio, elegimos sin mucha dificultad la lectura en la cual Jesús cita a Génesis para explicar el plan de Dios para el matrimonio. La segunda lectura era más difícil elegir. Habíamos pensado antes que usaríamos a Efesias (Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia) o Corintios (El amor es paciente, es bondadoso). Aunque las dos son lecturas muy hermosas, y muy ricas en teológica matrimonial, no estuvimos seguros de ellas. Mencioné que me había gustado la lectura de Filipenses (2:4-9), aunque no la recordaba muy bien. Mientras la leíamos juntos en silencio, pensé que esta era la lectura. Juan expresó lo mismo cuando terminó de leer y dijo, “Esta es.”
 
La lectura de Filipenses, mientras tal vez menos usada que las otras que estuvimos considerando, es también muy hermosa. Empieza con la exhortación de “alegrarse siempre en el Señor” y “no angustiarse por nada,” sino poner nuestra confianza en el Señor. Finalmente, se concluye con una instrucción a enfocarnos en todas las cosas verdaderas y nobles, justas y puras mientras vamos caminando en nuestras vidas de fe. Un consejo sencillo, pero profundo y a veces muy desafiante. Es como un manual práctico para vivir una vida matrimonial feliz y sana.
 
Redescubrir y luego elegir esta lectura para nuestra boda ha sido para mí un verdadero regalo durante el tiempo ocupado en nuestras vidas porque nos recuerda a dar prioridad a las cosas más importantes y “no angustiarnos por nada,” y una invitación de Dios a siempre confiar en él.
 
Así que si no has elegido tus lecturas todavía, espero que disfrutes mucho de esta maravillosa oportunidad para descubrir lo que Dios quiere decir de ustedes y a ustedes cuando empiecen su vida matrimonial. Qué se diviertan descubriendo cuales son las lecturas más significativas para ti y tu novio/a y por qué. Seguramente va a ser una de las preparaciones más importantes que harán juntos.
Aquí encontrarás las opciones de las lecturas y comentarios de un licenciado en teología sagrada para ayudarlos a eligir: Lecturas bíblicas para la liturgia nupcial

¿Tu familia, le da gracias a Dios?

Hay un encuentro bastante interesante entre Jesús y los diez leprosos que él cura, después de escuchar la súplica que estos enfermos le hacen cuando iba de camino a Jerusalén. Lo extraño para Jesús fue que solamente un leproso, que era extranjero, le dio gracias por el milagro recibido; los otros nueve se fueron como si nada. (Lucas 17, 11-19)
 
            Si hacemos un poco de memoria de todas las cosas buenas que recibimos de Dios, nos damos cuenta que él constantemente está haciendo milagros en cada uno de nosotros. Por ejemplo: si estás leyendo este blog, significa que estás vivo, que puedes ver, que puedes moverte con facilidad ó con ayuda, que hoy estás al lado de tus seres queridos o que los puedes llamar, si están a muchas millas de distancia; que puedes comer o salir de compras con tu familia porque tienen dinero fruto del trabajo de la semana; que has podido hacer tantas cosas gracias a que Dios lo ha permitido.
 
            Después de hacer memoria de lo anterior, pregúntate: ¿Cuántas veces le das gracias a Dios en el día o en la semana? ¿Cuántas veces le has enseñado a tu familia a darle gracias a Dios por todas las cosas que han recibido de él? ¿Cuántas veces le has expresado las gracias de corazón, a aquella persona que amablemente te ha ayudado en momentos difíciles?
 
            Jesús en este pasaje bíblico, nos recuerda la importancia de dar gracias cuando hemos recibido alguna ayuda o en este caso un milagro. Él preguntó extrañado por los nueve leprosos que se fueron sin darle las gracias, y resaltó al extranjero que se devolvió de su camino, se echó por tierra a los pies de él expresándole su gratitud.
            La invitación que desde este espacio hacemos, es enseñarle a nuestra familia a dar gracias todos los días por cada cosa que recibimos en la escuela, en el trabajo, en la Iglesia; de cualquier persona o en cualquier lugar donde nos encontremos.  Más aún si somos extranjeros, puesto que es motivo de agradecimiento el que se nos permita proyectar un futuro en tierra ajena.     
                                                                                                                                     
Qué fácil es decir  “¡GRACIAS DIOS!” por todo lo que me das. Comienza a partir de hoy a practicarlo con los tuyos hasta que se convierta en un hábito para el diario vivir. 

Las tentaciones de Jesús en el hombre de Hoy… Segunda Parte: Poder

El evangelio de Mateo nos trae una de las experiencias fuertes que Jesús vivió durante cuarenta días en su paso por el desierto.  Cuenta el evangelista que al final de ese largo ayuno, fue tentado por el demonio, donde éste le ofreció a Jesús los tres grandes males del hombre: materialismo, poder e idolatría (Ver Mateo 4, 1-11). Tentaciones que Jesús rechazó radicalmente, pero que muchos de nosotros no hemos podido hacerlo, porque seguimos escuchando la voz del mal. Veamos:
 
Poder :“Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: “Encargará a los ángeles que cuiden de ti, y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras” (Mateo 4,6)
 
Cuando uno piensa en el poder, necesariamente debe pensarse en que existen dos clases de personas, el que gobierna y el que es gobernado, el amo y el esclavo, el patrón y el empleado, el supervisor y el trabajador, el que está arriba y el que está abajo. Estas dos maneras de ser en la sociedad, en algunas familias están representadas en el padre que se cree la autoridad suprema porque es hombre, porque es el que lleva el cheque más grande, porque es el que paga ciertas deudas, porque es el que puede salir solo y llegar a la hora que quiere, porque es el que arregla los problemas a golpes, porque es el que supuestamente tiene el poder; y en la mujer que es todo lo contrario: es la que obedece a la autoridad de su marido macho, le entrega el cheque a su marido porque el de ella es menor, es la que paga ciertos gastos sencillos, es la que no puede salir sola ni compartir con sus amigas, es la que recibe los golpes para solucionar los problemas, es la que supuestamente está sometida al poder. 
    
Esta clase de poderes que se evidencian en algunas familias, llevan a formar hijos machistas y niñas sometidas a la autoridad, que gracias al ejemplo de sus padres garantizará que las siguientes generaciones continúen por este caminar. Por eso, es importante que el poder en la familia esté entendido como responsabilidad de padre y madre; debe estar entendido con normas claras que surgen del diálogo y el compromiso, debe ser entendido como un mecanismo de crecimiento, de corrección fraterna y de amor incondicional. El poder en la familia está unido al testimonio de los padres, que a través de sus actos forman, llevando a la práctica la siguiente frase: “dime cómo formas a tu hijos, y te diré cómo son ellos”.
 
Padres, Jesús frente a ésta prueba, le recomienda a Satanás no tentar a Dios, no abusar del poder, no imponer a la fuerza la norma. Por ello, estamos a tiempo de ser la gran alternativa para cambiar y ser mejores padres, ya que  nuestros hijos lo necesitan.
 
Próximo miércoles, la tentación de la idolatría.
 
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La “Cultura del Descarte”

Escuchar  al Papa Francisco se ha vuelto una necesidad para millones de personas que sin importar su condición religiosa,  esperamos del Santo Padre aquella palabra o mensaje que nos ilumina o nos cuestiona nuestro Ser y Quehacer como personas, en un mundo donde en ocasiones valen más los  objetos que los sujetos.
 
Entre las innumerables frases “pedagógicas” del Papa Francisco, nos gustaría que de manera breve reflexionáramos,  en especial, la pronunciada en el discurso del 13 de enero a  los embajadores ante la Santa Sede y que también se encuentra  en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium: “la cultura del descarte
El diccionario de la Real Academia Española, define la palabra descarte como cartas que se desechan o que quedan sin repartir. Descarta quien tiene en abundancia, y se permite aceptar a uno y rechazar al resto, o incluso rechazar a todos. Llegan contactos, planes, ofertas, así que puedo rechazar unos y quedarme con otros. Un ejemplo práctico, lo encontramos en la comida y el alimento; quien no tiene no puede descartar; y quien posee en abundancia se permite el descarte. Valdría la pena que nos preguntáramos: somos parte de esta cultura macabra del descarte? cuál es mi posición como persona y cristiano-católico frente al descarte? soy víctima o victimario del descarte?
 
Descartar es, a fin de cuentas, prescindir o excluir algo o alguien que me sobra, que no necesito, y por tanto lo califico de inútil, al menos para mí. Con esta connotación negativa suele usar la palabra el Papa Francisco. En el discurso ante los Embajadores, el Santo Padre denunció un descarte más preocupante: “Por desgracia, objeto de descarte no es sólo el alimento o los bienes superfluos, sino con frecuencia los mismos seres humanos, que vienen descartados como si fueran cosas no necesarias… Suscita horror sólo el pensar en los niños que no podrán ver nunca la luz, víctimas del aborto”.
 
Familia, dispongamos nuestros corazones para que eliminemos de nuestra mente y accionar “la cultura del descarte” que tanto daño nos está haciendo.   Eduquemos en la cultura de la misericordia y la compasión frente a los más débiles. La parábola del Buen Samaritano, es un bello reflejo de lo que podría ser esta nueva cultura que el Papa Francisco nos quiere inculcar.
 
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Fuente de referencia https://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=33389  

El Incomparable Amor de una Madre

La maternidad es un privilegio divino a través del cual Dios comparte con nosotras la creación de una nueva vida. El instinto maternal es una gracia que Dios infunde en la mujer para guiarla en la mejor manera de criar y proteger sus hijos. Ciertamente es un regalo de Dios. Pero la maternidad saludable es algo que también puede aprenderse de aquellas que antes que nosotras, han caminado el camino muchas veces de rosas y otras de espinas, de la maternidad.

En estas cortas líneas celebro la vida y el caminar de mi madre. Esa hermosa mujer cuya vocación en la vida ha sido ser mamá.  Ella que dedicó su juventud y su vida a entregarse a sus hijas, a buscar nuestro bien, a orientarnos por el buen camino, a enseñarnos la fe, a orar por nosotras y en mi caso, a ser pilar fuerte de intercesión y apoyo espiritual para nuestro ministerio de evangelización. ¡Cuan central e importante es la figura materna en nuestra vida! ¡Cuan incondicional es el amor y el apoyo que nos regalan!

Fue de ella que aprendí a ser mamá y fue por su apoyo me embarqué confiada en esta hermosa travesía de la maternidad.  Al celebrarla a ella, celebro también a mi suegra, Maria de Jesús, que con su amor tenaz, levantó al hombre de bien que hoy es mi esposo.  También celebro a todas las madres y abuelas, esas valientes mujeres que son el ancla que mantiene el barco de nuestras familias en puerto seguro. Doy gracias a Dios por el don de la maternidad, y les invito a que reflexionen en el regalo precioso de nuestras madres.  Valoren cada sonrisa, cada lágrima, cada desvelo, cada consejo, cada abrazo.  Si la suya está en el cielo, dele a Dios gracias por cada segundo que la tuvo, y si está viva llámela, visítela, consiéntala, y déjele saber cuanto la ama.

Muy agradecido, muy agradecido, muy agradecido…

Cuando se trata de dar gracias pensamos que es decir una palabra bonita o expresar un gesto que recompense a quien nos ha hecho un bien o nos ha dado un regalo de cualquier tipo. Otros creen que es una obligación o que es una manifestación de buena educación. Ciertamente quien da a otros y recibe una señal de agradecimiento, en la mayoría de las veces se siente pagado o se siente satisfecho por haber hecho un bien. Yo quisiera abrir la percepción de esta simplificada idea de lo que es la “acción de gracias” o el ser agradecido.

El agradecimiento es un sentimiento positivo generado en la persona que ha recibido un favor de diferentes naturalezas: material, espiritual, emocional (deseándolo y esperándolo o de manera sorpresiva) y lo estima, es decir lo valora. Es diferente a la obligación moral de quien no experimenta el sentimiento de gratitud y agradece sólo por ser esto un deber o para mostrar una buena educación; así no se beneficiará del agradecimiento verdadero.

Como todo sentimiento, el agradecimiento genera cambios transformativos en la persona que lo experimenta: ésta se siente más feliz, animada, con ganas de vivir y amar. En la actualidad, se observa que las personas agradecidas no se deprimen, tienen mejor calidad de vida. Por supuesto que la persona que recibe el agradecimiento también se siente más honrada y motivada a seguir haciendo acciones que generen tal felicidad en los otros y en sí misma.

La acción de gracias a través de la historia ha sido reconocida como una manifestación del hombre a su Creador y esto se expresa en los salmos continuamente. Jesús hace referencia a la falta de agradecimiento de los 9 leprosos que fueron sanados y no regresaron, más por ellos mismos que por el querer recibir agradecimiento.

En mi experiencia de oración carismática por más de 35 años en la cual aprendí a dar gracias a Dios por todo (lo bueno, lo no tan bueno, lo grande, lo pequeño, lo que veo y lo que no veo), me ha acercado más a conocer a mi Señor y a los demás.

En nuestra familia hemos buscado dar paso al agradecimiento no como obligación moral, sino como verdadero sentimiento que nos hace crecer en unidad, en amor, en comunión con nuestro Señor de quien recibimos todos los favores, y entre nosotros como esposos, padres e hijos. Y somos testigos de los buenos sentimientos que al ser agradecidos se genera en cada uno como individuo y en todos como comunidad familiar. El gran peligro de la vida matrimonial y familiar es tomar por dado lo que recibimos. Cerrarse al agradecimiento es una manifestación de no valorar ni apreciar las acciones del otro que a final de cuentas afecta a quien da y a quien recibe.

Recuerdo en este momento a Don Pedro Vargas, el tenor de las Américas cuando le ganó al veterano Agustín Lara (ambos son glorias de Méjico) en una competencia de canto. Éste en reconocimiento de su gran talento le pidió que cantara sus canciones, a lo que Vargas respondió de corazón “muy agradecido, muy agradecido, muy agradecido”. De ahí en adelante recibió las mejores composiciones que lo colocaron en la posición que pocos han alcanzado en la música del último siglo.

Seamos agradecidos en todo momento.

 

Para leer más:

Con corazón agradecido

El significado del día de Acción de Gracias

¿Recuerda Las Fechas Especiales de su Familia?

Educa a tus hijos con un poco de hambre y un poco de frío…

Hace unos años atrás, la imagen de un padre con lágrimas en los ojos conmovió profundamente al mundo entero. Pelé, el gran ídolo del fútbol de los últimos tiempos, quien a diferencia de otras ocasiones, dio una de las ruedas de prensa más tristes y dolorosas de su vida: su hijo, Edson de 35 años para esa época, fue arrestado junto a 50 personas más en la ciudad de Santos-Brasil.

Con lágrimas en los ojos, el ex futbolista brasileño admitió públicamente que su hijo resultó involucrado en una pandilla de traficantes de cocaína arrestados por la policía. Pelé dijo a los medios: “Como cualquier padre, es triste ver a tu hijo metido en grupos como ése y ser arrestado, pero él tendrá que sufrir las consecuencias”. Y agregó: “Desafortunadamente, yo quizás estaba demasiado ocupado y no me di cuenta. Es lamentable, porque yo siempre he peleado contra las drogas y no noté lo que pasaba en mi propia casa”.

Pelé es un personaje mundial admirable como deportista y hombre honesto que no perdió su humildad como otras figuras del deporte. Sin embargo, es triste que un hombre bueno y talentoso como él se haya “distraído” en su jugada más importante: la formación de sus hijos.

La historia de Pelé no es un hecho aislado, por desgracia es la vida de cientos de padres de familia de esta época,  atrapados en una agenda saturada de trabajo y de compromisos fuera de casa; papás que compensan la falta de atención a sus hijos con bienes materiales. Los inscriben en las mejores escuelas, los rodean de lujos y comodidades y piensan que con eso ya cumplieron con su tarea de padres, pero lo único que han logrado es formar niños que desconocen el hambre y el sacrificio; hijos tiranos, pequeños monstruos insoportables y prepotentes que sufrirán y harán sufrir a sus semejantes porque desde su infancia siempre se han salido con la suya. Jóvenes que creen que sentir frío o calor es cuestión de aire acondicionado, que el cansancio que han sentido se limita a caminar unas cuantas cuadras porque no hallaron estacionamiento frente a la discoteca; jóvenes que piensan que el trabajo de sus padres es solamente recoger el cheque para que ellos tengan todo lo que se les antoja.

¿Qué posibilidades tienen nuestros hijos de convertirse en hombres y mujeres de bien si los padres les damos todo y no les educamos en el sacrificio y en la constancia? ¿Qué hijos estamos formando si con nuestra actitud les mostramos que el  dinero es lo más importante en la vida? Hay muchas realidades que como padres quisiéramos desaparecer: el sufrimiento de los hijos, el exceso de sudor, de esfuerzo y las carencias económicas. Sin embargo, quizás esas realidades no los hagan felices de momento, pero a la larga, pueden forjarlos como hombres y mujeres de bien.

Ojalá que más padres de familia tengan la inquietud de enterarse dónde andan sus hijos. Que la mala experiencia que vivió el astro del futbol Pelé no se repita en nuestros hogares por estar tan ocupados.

Sin vergüenza

Por Ricardo Luzondo

Agosto 2013

Años atrás cuando éramos niños, recuerdo que en mi natal Venezuela las personas que hablaban de la Biblia y que la llevaban bajo el brazo en la calle o en el ascensor del edificio donde yo vivía, eran identificadas como “evangélicas” o protestantes. Lucía comparte conmigo la misma experiencia en su natal Puerto Rico, de donde también recuerdo los primeros programas de TV en español que hablaban de la Biblia pero que también eran protestantes. Hoy por hoy, damos gracias a Dios porque hemos vivido a través del tiempo, el redespertar de la feligresía católica a la luz del Concilio Vaticano II de la importancia de leer, conocer y vivir la Palabra de Dios a través de la lectura de la Biblia a cualquier edad.

Hemos recordado durante estos últimos meses dedicados a la Fe el 50 aniversario del Concilio Vaticano II y los 20 años de la publicación del actual Catecismo de la Iglesia Católica y esto nos ha motivado a recordar y recuperar nuestra identidad de Iglesia Católica que recopiló la Biblia como Palabra de Dios, la cual se nos fue dada también como alimento (para conocimiento de Dios) para creer y fundamentar nuestra fe.

La lectura diaria de la Biblia es un recurso para el encuentro personal con Jesucristo, para el acercamiento de nosotros como pareja, para la compenetración de padres e hijos, para el crecimiento como familia y, por ende, para la transformación de nuestra sociedad. Nosotros como familia hemos retomado la necesidad de fundamentar nuestra vida en la lectura de la Palabra de Dios, en interpretar su mensaje, en aceptar su reto para nosotros como hijos de Dios, en encontrar fuerzas para enfrentar las situaciones de vida diaria porque a través de ella conocemos más y más de Dios y de Su amor. Crece nuestra confianza, nuestra fe, nuestro amor.

Los invitamos a retomar nuestras Biblias, a llevarlas con nosotros bajo el brazo, en el carro, en la maleta, para la escuela o para el trabajo, e incluso en las vacaciones sin vergüenza, sin temor de ser tildados de fanáticos o confundidos con alguna denominación no católica, con el propósito de leerla como individuos, como parejas y como familia para nuestro crecimiento personal, como esposos y como familia.

Otros artículos relacionados:

Juventud y noviazgo

En diferentes ocasiones hemos tenido la oportunidad de conversar con jóvenes que nos han manifestado su preocupación porque el tiempo pasa y piensan que se les va la oportunidad de casarse. Esto crea angustia y una ansiedad que puede alterar su capacidad de decisión y que, por lo tanto, compromete la capacidad de selección correcta, poniéndolos a riesgo de entregarse a la persona equivocada.

Recién terminó el encuentro del Papa Francisco con la juventud en Río de Janeiro. Este evento movió a muchos jóvenes y el Santo Padre dirigió muchos mensajes alentadores y de reconocimiento a todos los participantes.  A los jóvenes que colaboraron con el encuentro les dijo: “Dios llama a opciones definitivas, tiene un proyecto para cada uno: descubrirlo, responder a la propia vocación, es caminar hacia la realización feliz de uno mismo. Dios nos llama a todos a la santidad, a vivir su vida, pero tiene un camino para cada uno. Algunos son llamados a santificarse construyendo una familia mediante el sacramento del matrimonio”.

Estas palabras nos permiten darnos cuenta de que no hay prisa. No nos angustiemos si todavía no hemos encontrado a ese alguien al que podemos presentar a los demás como nuestra o nuestro compañero. Demos a Dios la chance de mostrarnos las oportunidades que podemos elegir como proyecto en nuestra vida a través del cual alcanzaremos la santidad. Este llamado puede ser el matrimonio y si lo es, Él nos pondrá en el camino a la persona que llenará nuestra vida y junto a la cual daremos cumplimiento a este proyecto cuya recompensa es la felicidad y la santidad.

Mi esposa y yo, como jóvenes maduros y adultos, pudimos esperar encontrarnos, conocernos y darnos cuenta juntos que éramos el uno para el otro. Durante la espera de cruzar nuestros caminos, descubrimos cuál era nuestra vocación y durante este proceso vivimos la experiencia de trabajar para Dios en función de servir a los demás, de sentir la plenitud de vida en el servicio y de entregarnos a los demás. De este modo, al encontrarnos, ya estábamos preparados para entregarnos mutuamente en forma total, libre, fiel y abiertos a la vida.