

El Sentido Acción de Gracias

Cuando se trata de dar gracias pensamos que es decir una palabra bonita o expresar un gesto que recompense a quien nos ha hecho un bien o nos ha dado un regalo de cualquier tipo. Otros creen que es una obligación o que es una manifestación de buena educación. Ciertamente quien da a otros y recibe una señal de agradecimiento, en la mayoría de las veces se siente pagado o se siente satisfecho por haber hecho un bien. Yo quisiera abrir la percepción de esta simplificada idea de lo que es la “acción de gracias” o el ser agradecido.
El agradecimiento es un sentimiento positivo generado en la persona que ha recibido un favor de diferentes naturalezas: material, espiritual, emocional (deseándolo y esperándolo o de manera sorpresiva) y lo estima, es decir lo valora. Es diferente a la obligación moral de quien no experimenta el sentimiento de gratitud y agradece sólo por ser esto un deber o para mostrar una buena educación; así no se beneficiará del agradecimiento verdadero.
Como todo sentimiento, el agradecimiento genera cambios transformativos en la persona que lo experimenta: ésta se siente más feliz, animada, con ganas de vivir y amar. En la actualidad, se observa que las personas agradecidas no se deprimen, tienen mejor calidad de vida. Por supuesto que la persona que recibe el agradecimiento también se siente más honrada y motivada a seguir haciendo acciones que generen tal felicidad en los otros y en sí misma.
La acción de gracias a través de la historia ha sido reconocida como una manifestación del hombre a su Creador y esto se expresa en los salmos continuamente. Jesús hace referencia a la falta de agradecimiento de los 9 leprosos que fueron sanados y no regresaron, más por ellos mismos que por el querer recibir agradecimiento.
En mi experiencia de oración carismática por más de 35 años en la cual aprendí a dar gracias a Dios por todo (lo bueno, lo no tan bueno, lo grande, lo pequeño, lo que veo y lo que no veo), me ha acercado más a conocer a mi Señor y a los demás.
En nuestra familia hemos buscado dar paso al agradecimiento no como obligación moral, sino como verdadero sentimiento que nos hace crecer en unidad, en amor, en comunión con nuestro Señor de quien recibimos todos los favores, y entre nosotros como esposos, padres e hijos. Y somos testigos de los buenos sentimientos que al ser agradecidos se genera en cada uno como individuo y en todos como comunidad familiar. El gran peligro de la vida matrimonial y familiar es tomar por dado lo que recibimos. Cerrarse al agradecimiento es una manifestación de no valorar ni apreciar las acciones del otro que a final de cuentas afecta a quien da y a quien recibe.
Recuerdo en este momento a Don Pedro Vargas, el tenor de las Américas cuando le ganó al veterano Agustín Lara (ambos son glorias de Méjico) en una competencia de canto. Éste en reconocimiento de su gran talento le pidió que cantara sus canciones, a lo que Vargas respondió de corazón “muy agradecido, muy agradecido, muy agradecido”. De ahí en adelante recibió las mejores composiciones que lo colocaron en la posición que pocos han alcanzado en la música del último siglo.
Seamos agradecidos en todo momento.
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Por Lucía y Ricardo Luzondo
A través de nuestros 11 años de matrimonio, hemos tenido muchos momentos en los que hemos pedido la guía y la ayuda de Dios en oración. En otras ocasiones, le hemos pedido que nos proteja de peligros y también que protegiera y guiara siempre a nuestro hijo. Pero algo que hemos aprendido en este caminar, es la importancia de darle gracias a Dios por todas sus bendiciones.
Siempre tomamos algún tiempo para agradecer al Señor el darnos la vida, y luego unirlas, cruzando nuestros destinos en el ejercicio de nuestros ministerios, y transformando nuestro llamado al servicio, en una hermosa vocación de servicio en el matrimonio. También vivimos constantemente dando gracias a Dios por el maravilloso regalo de nuestro hijo, Sebastián en el cual vemos reflejada su grandeza y por proveernos día con día hasta la más mínima de nuestras necesidades, y también por la bendición de nuestras familias.
Pero lo más hermoso ha sido darnos cuenta de que las más grandes bendiciones para con nuestro matrimonio y familia llegan -más que cuando le pedimos- cuando le damos gracias. Damos fe de que cuando dedicamos tiempo en oración a la acción de gracias, cuando constantemente emanan de nuestras almas palabras de alabanza y agradecimiento a Dios por su amor, su bondad y misericordia, es cuando más Dios nos envía una lluvia de bendición y cuando nos regala los anhelos de nuestro corazón.
Estos últimos dos años fueron de muchas y consecutivas pruebas para nosotros en todos los ámbitos. Pero cuando en vez de pedir o quizás quejarnos, comenzamos simplemente a alabar y bendecir a Dios en todo y por todo, en los últimos meses Dios nos ha concedido los anhelos de nuestro corazón. Por fin puedo decir que tengo el trabajo de mis sueños donde entrego todo mi esfuerzo y servicio a mi amada Iglesia. Ricardo también ha sido grandemente bendecido y Sebastián está más feliz y hermoso que nunca. Somos una familia plenamente feliz. Por ello alabamos a Dios a cada instante, e invitamos a todos a hacer lo mismo. Como dice la Escritura, Dios no desprecia un corazón agradecido. ¡Hagan la prueba!