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El cuidado al anciano por parte de la familia

El Santo Padre se dirigió a los participantes de la XXI Asamblea Plenaria de la Academia Pontificia para la Vida el 5 de marzo de 2015. El tema de la Asamblea fue “Asistencia al anciano y cuidados paliativos”.

El Papa Francisco dijo: “Los cuidados paliativos son expresión de la actitud propiamente humana de cuidarse unos a otros, especialmente a quien sufre”. Muestra la creencia en lo sagrado y precioso de la vida humana. La persona que sufre y que se acerca a la muerte es siempre un “un bien para sí misma y para los demás y es amada por Dios”, dijo el Santo Padre. Es nuestra responsabilidad ayudar y apoyar a un ser humano cuando se acerca a la muerte.

El cuarto mandamiento, “Honrarás a tu padre y a tu madre”, se puede entender que se aplica a todas las personas ancianas. El Papa señala: “A este mandamiento Dios asocia una doble promesa: ‘Para que se prolonguen tus días’ (Éxodo 20,12) y – la otra- ‘seas feliz’ (Deuteronomio 5,16)”, mientras que, por otro lado, para quienes descuidan a los padres, “la Biblia reserva una severa advertencia”. Si somos sabios, dice el Papa Francisco, veremos que la persona anciana tiene un valor especial y puede enseñarnos, aunque parezcan “menos útiles”. En la sociedad contemporánea, señala el Papa, “la que la lógica de la utilidad prevalece sobre la de la solidaridad y la gratuidad, incluso en el seno de las familias”.

La Escritura nos llama a tener el “máximo respeto” por aquel que “podría ser abandonado para morir o ‘dejarlo morir’”, y la medicina tiene una función clave en esto. El beneficio o la eficiencia no deben ser las principales consideraciones en la profesión médica. “no hay deber más importante para una sociedad”, dice el Papa, “que el de cuidar a la persona humana”.

El Papa Francisco llama a las familias a cuidar a los ancianos porque el amor y el afecto de sus familiares “ni siquiera las estructuras públicas más eficientes o los agentes sanitarios más competentes y caritativos pueden sustituir”. Cuando la familia requiere ayuda, los cuidados paliativos pueden entrar y apoyarlos en esta tarea. Este tipo de atención ofrece a los ancianos y enfermos terminales el alivio de algunos de sus sufrimientos y les brinda el apoyo que necesitan al final de sus vidas. El Papa señala que el abandono es la “‘enfermedad’ más grave del anciano, y también la injusticia más grande que puede sufrir”.

Dirigiéndose a quienes trabajan en cuidados paliativos, el Papa Francisco les agradeció por ponerlo a disposición de todos aquellos que lo necesitan y por mostrar así el valor de la vida humana. Los exhortó a preservar el noble sentido de la medicina que jamás se vuelve contra la persona y su dignidad. Animó a los reunidos a continuar con sus investigaciones y estudios para promover y defender la vida en todo momento.

Texto completo aquí.

 

Este artículo se publicó en inglés en https://www.foryourmarriage.org/blogs/the-familys-care-for-the-elderly/

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La esperanza como respuesta a la muerte en la familia

En su audiencia general del miércoles 17 de junio de 2015, el Papa Francisco habló sobre la experiencia de la muerte en la familia. Llamó a la muerte una realidad que “toca a todas las familias” y la calificó como un “agujero negro” en la vida de la familia. Señaló que la experiencia de la muerte es particularmente dolorosa y solitaria cuando un padre pierde a un hijo, o viceversa. El resultado de este dolor extremo a menudo es la ira dirigida hacia Dios. Además, pecados como “odio, envidia, soberbia, [y] avaricia” a menudo acompañan a la muerte física, haciendo más intenso el sufrimiento de las familias.

El Papa Francisco proclamó que, con la gracia de Jesús, las familias pueden enfrentar la difícil realidad de la muerte mostrando amor en sus acciones. “El amor es más fuerte que la muerte”, dijo; tiene el poder de quitar el “aguijón” de la muerte. Además, el supremo acto de amor de Jesús en la Cruz ya ha destruido la muerte. Por eso, las familias que experimentan el dolor de la muerte deben vivir con esperanza, sabiendo que llegará un tiempo en que “ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto, ni dolor” (Ap 21, 4). Las familias que responden a la muerte con fe en lugar de desesperación pueden verse fortalecidas por la experiencia de la muerte y pueden desarrollar una compasión más profunda por otras personas que atraviesan situaciones similares.

Luego, el Papa Francisco comentó sobre una lectura del Evangelio (Lucas 7, 11-15), destacando que al final de la historia de curación, Jesús “se lo entregó [al hombre enfermo] a su madre”. El Santo Padre dijo que esto es lo que sucederá en el Cielo: Jesús devolverá a los seres queridos perdidos al cuidado de sus familias. Tener fe en el reencuentro en el más allá evita que las familias sucumban tanto a una filosofía nihilista de la muerte, igual que a las supersticiones en torno a la muerte.

Por último, el Papa Francisco expresó su deseo de que los cristianos conozcan más ampliamente el papel de la fe en el duelo. Él cree que “no se debe negar el derecho al llanto”, señalando que Jesús también lloró en la tumba de Lázaro. Concluyó su mensaje recordando a la multitud que “el trabajo del amor de Dios es más fuerte que el trabajo de la muerte” y que “Jesús nos devolverá a todos la familia”.

El mensaje completo del Papa

 

Este artículo se publicó en inglés en https://www.foryourmarriage.org/blogs/hope-as-a-response-to-death-in-the-family/

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Los lazos familiares

Por Josh Noem

Cuando conté esta historia sobre mi abuela en su funeral, les aseguré a mis hermanos y primos que no soy el tipo de persona que se conmueve fácilmente por señales sobrenaturales.

Ella tenía 86 años y poco a poco iba a un ritmo cada vez más lento, especialmente desde que mi abuelo murió siete años atrás. Ella estaba lista para estar con él y con el Señor. Después de celebrar una fiesta de cumpleaños con mi prima una noche, ella se quejó de molestias en el pecho y dos horas después murió de un infarto. Dimos gracias que ella no sufrió por mucho tiempo.

Mamá y papá me llamaron después de la medianoche con la noticia, y después de colgar me senté a hablar con mi esposa Stacey sobre mi abuela y lo que significaba su fallecimiento. Después de algunas lágrimas, me acosté y comencé a rezar el rosario.

Mi abuela tenía una devoción feroz por el rosario, e incluso los hacía a mano, decenas de miles, rosarios con cuentas de plástico amarillas, verdes, rosadas y azules; rosarios hechos sólo con nudos; rosarios con joyas brillantes y conchas marinas. Los armó, década tras década, luego los hizo un nudo y los envió alrededor del mundo para que otros oraran. Misioneros en lugares desconocidos, hombres y mujeres militares en navíos, y niños de primaria en todo el Medio Oeste, rezan oraciones con los dedos colocados en las cuentas que armó mi abuela.

Ella hizo el rosario que llevaba en el bolsillo de mi traje en mi boda. Si nuestra casa se incendiara, es una de las pocas cosas que agarraría al salir. Es lo que busqué después del aviso de su muerte.

Luego me acomodé para dormir. Me acosté de lado con mi pie izquierdo encima de las sábanas y justo cuando me estaba quedando dormido, sentí algo, como un tirón en un dedo del pie.

Pensé que Stacey me había tocado, pero la vi bien acomodada bajo las sábanas a mi lado, quieta y tranquila. Luego pensé que uno de los niños, tal vez enfermo, estaba tratando de despertarme. Pero al mirar no había nada más allá del poste de la cama y mi pie descalzo. Sin embargo, estaba seguro de que alguien me había dado un tirón en el dedo del pie, un tirón silencioso, suave y firme.

Volví a apoyar la cabeza en la almohada y me di cuenta que sentí que mi abuela estaba cerca, como una presencia alegre y reconfortante. La percibí diciéndome que ella está donde debe estar.

Ese sentimiento, lo sé, es absolutamente subjetivo, pero estoy aquí para decirles que es lo que sentí. Y tal vez no sea importante, al final, no cambia la forma en que recuerdo a mi abuela o mi compromiso con nuestra fe, pero fue un recordatorio tranquilo, gentil y firme de que solamente un velo delgado nos separa de aquellos que nos han precedido en muerte.

Un día, todos pasaremos a través de ese velo, y es un consuelo saber que los fieles difuntos que nos preceden estarán esperando allí. Sé que mi abuela está allí con otros miembros de mi familia, que es una familia mucho más amplia que la que contamos ahora, y esta convicción me prepara para esa comunión. Esa comunión es un nuevo horizonte que, en el aquí y ahora, me ayuda a ver las cosas con más claridad y en su justa perspectiva.

Es en la vida familiar que experimentamos un poco de lo que hay más allá de ese velo delgado, y vale la pena hacerlo bien. Así como lo hizo mi abuela.

Este artículo se publicó en inglés en https://www.foryourmarriage.org/blogs/family-ties/

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La Bendición de tener una vocación religiosa en nuestro hogar

Por Silvio Cuéllar

Era una tarde de fines de septiembre y estábamos reunidos mi esposa Becky y yo, junto con nuestras hijas Grace y Gabriela a punto de despedirnos de nuestra hija mayor Emily Rose, quien comenzaba su jornada como candidata con las Hermanas Franciscanas de la Renovación en el convento Blessed Solanus Casey en New York. Trataba de contener mis lágrimas, pues mis hijas estaban muy emocionadas y con lágrimas en los ojos y aunque no era un adiós para siempre, sabíamos que de ahora en adelante sería limitado el tiempo que podríamos compartir con ella al comenzar su jornada en la vida religiosa.

Fueron muchos años de discernimiento de nuestra hija, y también de nosotros como padres fomentando un ambiente en nuestro hogar desde antes de que Emily naciera, donde haya un terreno fértil para que las vocaciones puedan surgir y florecer.

Recuerdo que cuando era más joven mi esposa estaba envuelta como parte del equipo de los retiros de Youth 2000, que justamente eran facilitados por los Franciscanos de la Renovación. Inclusive ella estuvo en más de un retiro embarazada o a punto de dar a luz. Cuando estábamos esperando nuestro primer hijo Alex, recuerdo que yo estaba participando de un retiro de la búsqueda juvenil y saliendo del retiro al día siguiente fuimos al hospital y Alex nació un día después.

Muchos se preguntarán tal vez ¿Cómo podemos fomentar las vocaciones en nuestros hijos? No sé si hay una fórmula para todos, pero puedo compartir alguna de nuestras experiencias qué tal vez puedan ayudar a otras familias. De hecho, en mi trabajo con el ministerio hispano he podido observar que muchos de mis amigos sacerdotes hispanos, vienen de familias numerosas. Teniendo con mi esposa una familia numerosa de siete hijos, siempre tuvimos la esperanza de que alguno de ellos pudiera seguir el sacerdocio o la vida religiosa.

Desde chiquito siempre tratamos de crear un ambiente donde ellos estén expuestos a la fe y a otras familias que estén tratando de vivir los valores cristianos en su hogar.

La educación fue siempre muy importante y nuestros hijos fueron casi todos educados en casa o estuvieron en escuelas religiosas.

Con mi esposa nos envolvimos en la asociación de Home School (padres que educan a sus hijos en casa), también estuvimos como entrenadores voluntarios de futbol por varios años.

Siempre motivando a que nuestros hijos encuentren sus talentos y las cosas que le atraían como la música, el teatro, el arte, los deportes; invirtiendo mucho tiempo y recursos para que ellos puedan desarrollar estas actividades, frecuentemente privándonos de lujos, y vacaciones a lugares exóticos, para poder apoyarles en sus talentos.

Nosotros no podemos obligar a nuestros hijos a creer en Dios, pero podemos tratar de crear oportunidades donde ellos mismos puedan desarrollar una experiencia personal con Jesús.

Varios de nuestros hijos pudieron beneficiarse de participar de los retiros juveniles Search, o la búsqueda y de los retiros de Steubenville East que se realizaban una vez al año en el verano.

También al ir desarrollando el talento de la música, ellos se envolvieron en ministerios de música y por consiguiente comenzaron a servir en el grupo juvenil parroquial y luego en los grupos de jóvenes adultos.

A pesar que desde afuera muchos nos ven como una familia donde parece todo estar bien, sin embargo; también hemos tenido bastante cruces y pruebas, especialmente en el área de la salud.

Mi esposa Becky desarrolló la enfermedad de Lyme, y después una enfermedad cardiaca que le ocasionaba mucha fatiga y palpitaciones del corazón. Varios de nuestros hijos han sufrido de insomnio o deficiencia de atención y dos de ellos desarrollaron la enfermedad de Crohn que afecta y ocasiona infecciones intestinales.

Hemos tenido muchísimas visitas a los hospitales y momentos que tal vez pudieran desesperar a cualquier padre. Pero cuando tienes fe, y a Dios en tu corazón Él te da las fuerzas que necesitas para soportar los momentos de pruebas y tormentas.

Y así pues en medio de partidos de futbol, retiros juveniles y sirviendo en los ministerios de música, nuestra hija mayor Emily Rose creció en su adolescencia sirviendo en la parroquia y en la pastoral juvenil diocesana.

Cuando llegó el momento de ir a la escuela secundaria, no teníamos los recursos para mandarle a una escuela católica pues era demasiado costosa, entonces fue a una escuela pública que requiere entrar tomando un examen y sólo aceptan buenos estudiantes. A pesar de que la escuela tiene un muy buen nivel académico nos preocupaba un poco el ambiente secular al que iba a estar expuesta. Sin embargo, ella se juntó con otras dos o tres amiguitas que también eran parte del grupo juvenil y formaron un club de alabanza organizando algunos eventos en la escuela, evangelizando y también haciendo colectas para niños pobres durante diciembre. Realmente pudimos ver con mucho agrado cómo los valores que le inculcamos y la fe que ella fue desarrollando en Dios la llevó a sobrellevar sus años de escuela rodeada de presiones en un ambiente a veces hostil a la Fe.

Después ella fue a la Universidad de Salve Regina donde estuvo jugando futbol por dos años y durante esos años organizó horas santas y también fue instrumento para que su mejor amiga Raquel, recibiera los sacramentos y más adelante se convirtió en su cuñada al casarse con nuestro hijo mayor Alex.

Nuestra hija cuenta en su testimonio que ella hizo un rosario de 52 días para discernir su vocación y en ese momento estaba saliendo con un muchacho que era de una familia muy envuelta en la parroquia, y en el día 27 él decidió terminar la relación. Ella lo tomó como una señal de continuar discerniendo ese llamado que sentía a servirle a Dios a través de la vida religiosa.

Cuando terminó la universidad visitó varias órdenes y se sintió atraída por las Hermanas Franciscanas de la Renovación, pero teníamos un impedimento y era que tenía deudas universitarias, que superaban los $46,000.

Parecía una montaña tan grande para superar, pero gracias a la generosidad de muchísimas personas y a una campaña qué hicimos para ayudarle; Dios puso en el corazón de muchas personas el colaborar y nuestra hija Emily Rose pudo recaudar los fondos que necesitaba justo dos semanas antes de entrar al convento.

Dios ha sido muy bueno con nosotros y con nuestra hija, y nos complace mucho verla muy decidida y entusiasmada, entregando su vida a Dios.

Creo que nosotros como padres lo mejor que podemos hacer es desde chiquitos siempre tratar de vivir la fe en nuestro hogar, orar en familia, cuidar mucho las amistades que ellos van desarrollando al ir creciendo y buscar otras familias con las cuales podamos apoyarnos.

También buscar esos momentos, en eventos y retiros donde ellos puedan tener su propia conversión, experimentar el amor de Dios y desarrollar una relación personal con nuestro Señor Jesús.

Como padres preparamos el terreno, abonamos, plantamos la semilla, la regamos todos los días y luego Dios será quien llame y haga florecer la vocación. Oremos por todos los jóvenes que en estos tiempos tan difíciles están considerando el sacerdocio y la vida religiosa.

Silvio Cuéllar es músico pastoral, compositor, periodista y conferencista en temas de liturgia, vida y familia. Sirve como coordinador diocesano de la Oficina del Ministerio Hispano de la Diócesis de Providence, Rhode Island, Editor Asociado del periódico El Católico de Rhode Island y director de música en la parroquia San Patricio en Providence, donde dirige coros en inglés y español.

Usado con permiso, este artículo fue publicado en El Católico de Rhode Island en noviembre del 2021.

 

Otros recursos para apoyar las vocaciones:

“Deja a Dios que tome la iniciativa, confía en Él, deja a Él que camine contigo, Él te llevará a lugares maravillosos.” ~ Obispo Cepeda en Naturaleza de la Vocación

Recursos de la USCCB para la Semana sobre las Vocaciones

Oraciones por las vocaciones

Herramientas para los padres de familia (en inglés)

Iniciativa de la USCCB sobre las vocaciones hispanas

20 Maneras de Promover Vocaciones en su Parroquia y Escuela

Recursos de Vocation Ministry

Hábitos Saludables para la Familia en el verano

Por Silvio Cuéllar

 

El verano y las vacaciones fuera de la escuela, nos presentan una excelente oportunidad para fortalecer nuestras relaciones de familia y poder disfrutar de inolvidables recuerdos entre los padres y los hijos, visitando bonitos lugares y haciendo actividades divertidas en familia.

Aquí les compartimos algunos consejos para fortalecer nuestra relación como familia católica durante las vacaciones.

Primeramente, no nos olvidemos que nuestra fe no se toma vacaciones. Entonces, es importante el asistir a la misa dominical y si estamos en algún lugar lejos de nuestra casa de vacaciones, podemos buscar en el Internet los horarios de las iglesias que estén en el lugar que está visitando la página masstimes.org.

Durante el verano frecuentemente está la tentación de apoyarnos demasiado en la tecnología como niñeros, dejando que nuestros hijos pasen demasiado tiempo enfrente de la televisión, los juegos electrónicos, las tabletas o teléfonos celulares. Planifiquemos el tiempo que permitiremos que ellos usen la tecnología cada día y busquemos otras actividades sanas para llenar el tiempo vacío, y también tengamos cuidado de poner filtros para qué nuestros hijos no estén expuestos a programas inapropiados, violencia o pornografía.

Qué bonito sería también poder tener una reunión de familia y planificar juntos las cosas que vamos hacer y los lugares que podemos visitar como, por ejemplo:

  • Una visita a un lago, o a la playa,
  • ir a visitar algún familiar o
  • hacer un picnic con alguna otra familia en un parque donde se pueden practicar deportes y juegos al aire libre,
  • visitar un museo de ciencias, artes, tecnología y
  • hacer un peregrinaje a algún santuario o lugar de devoción del área donde vives.

Cada vez más las ciudades están diseñando lugares especiales donde podemos llevar las bicicletas y podría programar tal vez una o dos veces a la semana ir a pasear juntos y hacer ejercicio.

También es importante que nuestros hijos puedan experimentar diferentes actividades como deportes, arte y música para encontrar sus habilidades y talentos. Hay muchos clubes de deportes en nuestras comunidades y también en el YMCA dónde podemos registrarlos para que vayan probando diferentes cosas hasta que encuentren lo que realmente les apasiona. Lo importante es que por lo menos estén en una actividad de deportes o artes que no estén simplemente en la casa sin hacer nada enfrente de monitor.

Otro consejo es de cuidar la tradición de compartir alrededor de la mesa. En nuestro hogar tratamos de tener una cena familiar todos los días y por lo menos una noche a la semana tener nuestra cena oficial de familia, donde nos reunimos alrededor de la mesa, rezamos juntos y cada uno nos turnamos yendo alrededor de la mesa compartiendo algo por lo que estamos agradecidos a Dios en nuestras vidas.

Una vez a la semana también puede tener una noche de película en el hogar donde escogen una película preferentemente que tenga un mensaje positivo y pueden verla juntos en familia y hacer algo bonito como tal vez tener unos helados después de la película.

También no nos olvidemos de ayudar o visitar algún familiar o amistad que esté pasando por un momento de tristeza o enfermedad. Enseñemos a nuestros hijos de la importancia del servicio y ser generosos con nuestro tiempo, talento y tesoro.

Finalmente, la familia que reza unida permanece unida, practiquemos esta frase diariamente en nuestros hogares y el señor nos bendecirá abundantemente. En nuestro hogar tenemos la tradición de rezar el Rosario familiar todas las noches a las 9 pm. Es bonito momento para orar juntos por nuestras necesidades y un hábito que nos lleva a la santidad.

A final de nuestros días nuestros hijos no se recordarán de cuantas cosas materiales acumulamos si no los recuerdos de momentos hermosos que pasamos juntos en familia.

Silvio Cuéllar es músico pastoral, compositor, periodista y conferencista en temas de liturgia, vida y familia. Sirve como coordinador diocesano de la Oficina del Ministerio Hispano de la Diócesis de Providence, Rhode Island, Editor Asociado del periódico El Católico de Rhode Island y director de música en la parroquia San Patricio en Providence, donde dirige coros en inglés y español. 

 

Usado con permiso, este artículo fue publicado en El Católico de Rhode Island en julio 2021.

 

 

 

Bailando el vals de mi boda con mis abuelos

¡Hola!  Me presento. Soy Ana Isabel Pérez y tengo 25 años de edad.

En la planeación de mi boda reciente este pasado mes de mayo, entre mis deseos más profundos fue el de bailar el vals (waltz) con mis abuelitos, Christa, Julio y Roberto.

La relación con cada uno de ellos fue alimentada desde que lo recuerdo, pues cada uno me dio tiempo de calidad.  Recuerdo a mi abuelito Julio contándome chistes, siempre visitándonos y sus sabias pláticas y consejos, así como sus cantos con la guitarra.  Mi abuelita Christa una persona muy altruista y gran ejemplo siempre me invitó a acompañarla a visitar a los niños enfermos en el hospital infantil, así como muchos centros y asociaciones no lucrativas, que necesitaran de nuestra presencia.  Con mi abuelito Roberto nos quitábamos los zapatos, se interesaba y preguntaba de lo que pasaba en mi vida.

Así que, cuando llegó un momento de transición en mi vida, como era casarme, quise que ellos fueran parte importante, y corresponderles por todo lo que ellos me han dado, dándoles un momento de calidad dentro de mi celebración, un espacio con ellos, y la fuerza de su bendición y compañía.

El momento sobrepasó lo que yo había imaginado. Créanme que no hay palabras para explicarlo.  Sobre todo, cuando los cuatro nos abrazamos y terminamos bailando juntos.  Se sentía la presencia de Dios que nos sorprende a través de mis abuelos. Dios bailaba entre nosotros, y en ello el saber sentir y gustar el momento intensamente.

 

 

¿Ana Isabel qué les dirías a todos los que están leyendo este articulo?

  • Buscarlos siempre, tomarlos en cuenta, algunos están solos y necesitan compañía y escucha.
  • Acompáñenlos, platíquenles y regrésenles un poquito de lo que ellos nos dieron.
  • Marcarles por FaceTime.
  • Visítenlos si les es posible
  • Escuchar sus sabios consejos y sus historias, pregúntenles sobre sus vidas, pues cada una contiene la historia de tu árbol genealógico.
  • Preguntarles cómo lo hacían ellos.

 

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¿Me siguen queriendo mis nietos?

Por Andrea Ballina

¿Me siguen queriendo mis nietos?

Esta pregunta me la hicieron mis padres hace poco tiempo. Y esta pregunta tan simple nos llevó a una reflexión y plática familiar profunda. Pero antes de compartirles dicha platica y reflexión, déjenme contarles un poco de nosotros. Soy la hija mayor de 2 hijos en total. Solo somos mi hermano y yo. Y mis 4 hijos son los únicos nietos. Por azares del destino vivimos separados. Mis padres viven en la Ciudad de México y yo en Los Estados Unidos. Desde el principio, en cuanto mis padres supieron que iban a ser abuelos por primera vez, han estado presentes en nuestras vidas. Han estado con nosotros en los nacimientos, bautizos, navidades, años nuevos, alguno que otro cumpleaños, juegos de futbol, competencias de danza, primeras comuniones, etc. Ahora están con nosotros porque su nieta mayor se gradúa de preparatoria y empieza la etapa de la universidad. Por supuesto, ¡los abuelos tenían que estar presentes en una fecha tan especial!

Pero en esta visita se encontraron no con sus nietos “chiquitos”, sino con tres adolescentes y una preadolescente. Sus nietos han crecido, han cambiado y la relación Abuelo-Nieto cambió también. Ya no son los niños chiquitos que mis papás consentían dándoles un dulce. O que mis papás ayudaban a dormir y los arrullaban. Ya no quieren estar todo el tiempo jugando con ellos y cargados o en sus piernas. Mis hijos tienen más independencia y sus intereses, como buenos adolescentes, son otros. La relación entre abuelos y nietos se quedó como estancada, en el pasado, sin pies ni cabeza. Ninguna de las dos partes siente una conexión. Se sienten distanciados.

Entonces, volvemos a la pregunta: ¿nos siguen queriendo nuestros nietos?

Al preguntarme esto empezamos a platicar de cómo la relación entre ellos ha ido transformándose. Yo, como hija y como madre estoy en medio de las dos partes, pero eso me permitió analizar las diferencias entre las 2 generaciones. Al estar yo en la generación de en medio pude tomar el papel de “mediadora” y al final de la plática llegamos a los siguientes puntos y propuestas para restablecer la conexión entre mis padres y mis hijos:

1) Las dos partes (en este caso los abuelos y los nietos) tienen que hacer el esfuerzo para estar en comunicación constante. De las dos partes tiene que surgir el interés de saber qué pasa con sus vidas, qué han hecho en la semana, cómo les ha ido en sus actividades, etc. Si no se puede en persona, la tecnología nos ayuda bastante: FaceTime, una llamada, un texto.

2) Los abuelos estarán abiertos a escuchar lo que pasa con sus nietos, aunque “en sus tiempos así no se usaba”. La vida es muy distinta ahora que hace unos años. Cada generación ha vivido costumbres y modo de vida diferentes. Si escuchan y no juzgan, es más fácil que la comunicación entre abuelos y nietos fluya.

3) Tener un día a la semana o al mes en que los abuelos vengan a comer o desayunar con sus nietos. Si no se puede físicamente, entonces por FaceTime o por teléfono. Tener la fecha anotada en el calendario.

4) Acordarse y llamar para felicitar en todos los cumpleaños y aniversarios.

5) Tener una tradición familiar. Puede ser un viaje, o un día en donde se haga algo diferente (una pijamada, ir a un día de campo, al zoológico, cocinar todos juntos, tener un maratón de juegos de mesa, tomar una clase juntos, etc.). Importante: la tradición tiene que ser entre los abuelos y los nietos, no colados (o sea yo no estoy invitada).

6) Todos los nietos serán tratados por igual. No mostrar predilección por algún nieto(a).

7) Los abuelos consienten y los nietos se dejan consentir.

8) Los abuelos seguirán asistiendo a todas las actividades de los nietos que les sea posible.

9) Los abuelos seguirán contando sus historias de cuando eran niños. Las travesuras y aventuras que vivieron. A los nietos les gusta conocer más de sus abuelos y saber cómo eran sus vidas cuando eran más jóvenes.

10) Cuando se tenga la bendición de estar juntos físicamente, aprovechar los momentos con risas, comentarios positivos, conversación. No reproches.

Al concluir la plática y las propuestas, nos dimos cuenta de que tanto mis padres como mis hijos están a tiempo de retomar la relación. De que al abrirnos y compartir lo que sentimos podemos caminar hacia delante y reparar los lazos que se hayan atrofiado.

Al final, Mis padres obtuvieron su respuesta: ¡Claro que los queremos abuelitos…y mucho!

 

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La clave del Padre efectivo con sus hijos

Por Silvio Cuellar

Carlos llegó a los Estados Unidos buscando el sueño de darle una mejor vida a su familia. En su afán por conseguir sus sueños, trabajaba doble turno y casi nunca tenía tiempo para compartir con sus hijos. Con el tiempo sus hijos se fueron metiendo en dificultades y la relación de padre e hijo se fue distanciando y enfriando, hasta que los hijos se pusieron bastantes rebeldes durante la adolescencia.

Alberto por su parte trabajaba mucho también, pero siempre se daba tiempo para compartir con sus hijos y hacer que ellos se sientan amados y apreciados. Ellos crecieron con mucho aliento sintiendo mucho amor y aliento en sus vidas, convirtiéndose en líderes juveniles en la iglesia y en la comunidad.

Carlos por su parte se preguntaba en qué había fallado, ¿Por qué si siempre trabajó para darle lo mejor a sus hijos ellos le salieron rebeldes?

Tal vez es la respuesta gire en torno a que Carlos estaba siempre ocupado trabajando y cuando llegaba a la casa siempre estaba con un mal humor y les gritaba bastante a sus hijos.

Veamos algunas sugerencias prácticas basadas en lo que la psicología y las Sagradas Escrituras enseñan.

Primero: Ser un buen padre no es sólo ser un proveedor de dinero o cosas materiales.

Dicen las estadísticas que un alto porcentaje de hijos que se crían con padres ausentes o sin la presencia de un padre en sus vidas tienden a desarrollar desbalances emocionales, envolverse en muchos problemas, terminando muchas veces con adicciones, embarazos en adolescencia, o en la cárcel. En mi propia familia mi esposa y yo decidimos que ella estaría en la casa dedicándole su atención a tiempo completo a nuestros hijos, y que yo sería el que saldría a buscar un sustento. Esto implica que yo tendría que tener más de un trabajo y que mi tiempo sería limitado, pero así, aun cuando regreso del trabajo completamente agotado; saco energías de donde se pueda, para compartir un poco con mis hijos, leyéndoles un cuento antes de acostarse o simplemente jugando algún juego de mesa o compartiendo un tiempo cualitativo con ellos. Frecuentemente llevo a cada uno de mis hijos individualmente a cenar o al cine o hacer algo divertido para que ellos tengan ese tiempo con su papá y se sientan amados y valorados.

Segundo: Los buenos padres saben escuchar y comunicarse positivamente con sus hijos.

La carta de Santiago 1,19 dice: “Hermanos muy queridos, sean prontos para escuchar, pero lentos para hablar y enojarse”. También en Efesios 4, 26.29 leemos: “Enójense, pero sin pecar. Y, que el enojo no les dure hasta la puesta del sol, pues de otra manera se daría lugar al demonio… No salga de sus pocas ni una palabra mala, si no la palabra justa y oportuna que hace bien a quien la escucha”.

Este es un punto que todos necesitamos corregir, ya que una gran parte de las personas de nuestra cultura hemos crecido con gritos y arrebatos. Necesitamos aprender a controlar nuestras emociones, frustraciones y tratar a nuestros hijos con calma, amor y respeto.

Tercero: Discipline a sus hijos con amor y aliento.

Estamos acostumbrados a actuar reactivamente y castigar a nuestros hijos cuando hacen algo malo, sin embargo, es mucho mejor prevenir y anticipar las cosas que puedan pasar y usar las consecuencias en vez de los castigos, golpes o gritos; usando la motivación y el aliento cuando nuestros hijos hacen cosas buenas que deban ser reconocidas.

Cuarto: Quieres ser un buen padre, entonces sé un buen esposo y trate a su esposa como usted quiere que sus yernos traten a sus hijas. 

En Efesios 5, 25.33 leemos: “Maridos, amen a sus esposas como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella… En cuanto a ustedes, cada uno ame a su esposa como así mismo, y la mujer, a su vez, respete a su marido”.  En el hogar nosotros tenemos la primera escuela para enseñarles a nuestros hijos a ser un buen esposo. Todo lo que nosotros hagamos ellos aprenderán y la forma en que nosotros tratemos a nuestras esposas ellos imitarán.

Finalmente, enseñe con el ejemplo.

Las estadísticas nos muestran que nuestros hijos seguirán solamente una parte pequeña de nuestros consejos, y más bien aprenderán de nuestro ejemplo. ¿Queremos que ellos sean buenos esposos, honestos, trabajadores, y fieles? entonces enseñémosles lo que eso significa con nuestra propia vida y con nuestro propio ejemplo.

 

Silvio Cuéllar es músico pastoral, compositor, periodista y conferencista en temas de liturgia, vida y familia. Sirve como coordinador diocesano de la Oficina del Ministerio Hispano de la Diócesis de Providence, Rhode Island, Editor Asociado del periódico El Católico de Rhode Island y director de música en la parroquia San Patricio en Providence, donde dirige coros en inglés y español. 

 

Usado con permiso, este artículo fue publicado en El Católico de Rhode Island en julio 2019.

Año de la “Familia Amoris Laetitia”

El 19 de marzo de 2021, la Iglesia celebra el quinto aniversario de la publicación de la exhortación apostólica del Papa Francisco Amoris Laetitia, sobre la belleza y la alegría del amor familiar.

El mismo día el Papa Francisco inaugura el Año “Familia Amoris Laetitia“, que terminará
el 26 de junio de 2022 con ocasión
del X Encuentro Mundial de las Familias
en Roma con el Santo Padre.

Para obtener más información sobre el Año de la “Familia Amoris Laetitia o leer el texto completo de Amoris Laetitia, visite el sitio web del Vaticano.

 

Por Tu Matrimonio seguirá publicando recursos durante todo el año para ayudar a las parejas y familias a celebrar el Año de la Familia.

 

“Santa Familia de Nazaret, haz tomar conciencia a todos del carácter sagrado e inviolable de la familia, de su belleza en el proyecto de Dios”. (Amoris Laetitia, 325)

De la USCCB

 

Del Vaticano

 

Guías de Reflexión: San José, Hombre de Familia

Los miércoles son tradicionalmente dedicados a San José.  Los invitamos a reflexionar en pareja o en familia cada miércoles sobre una de las cinco angustias de San José. 

Para descargar el paquete completo de las reflexiones sobre las 5 angustias de San José, haga clic aquí: San José Hombre de Familia-Reflexiones Completas.

 

Estructura para cada semana:

 

Primera Angustia

Segunda Angustia

Tercera Angustia

Cuarta Angustia

Quinta Angustia

 

Para aprender más sobre el Año de San José y cómo celebrarlo en su hogar, visite: portumatrimonio.org/sanjose