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Espiritualidad y fe

 Por Dora Tobar, PHD

Como muestran las estadísticas, de 500 parejas felizmente casadas, más de la mitad consideró que la espiritualidad y la fe es el elemento que más contribuye a su felicidad (véase CARA, Marriage in The Catholic Church: A Survey of U.S. Catholics, October 2007). Particularmente en las familias hispanas, el orar juntos demostró ser la fuente de la cual sus miembros se nutren para sobrellevar los retos que afectan particularmente a esta comunidad, tales como las adversidades económicas y la migración.

La razón de este beneficio puede verse desde muchos aspectos. Podemos comenzar diciendo que, aunque lo sepamos o no, desde el instante mismo en que nos sentimos atraídos por nuestra pareja, Dios estaba ya ahí, en medio de nosotros. Pues, sólo un Dios de Amor pudo haber hecho posible que sintiéramos el impulso de salir de nuestra soledad egoísta, al encuentro de otro ser y de desear incluso entregarle, aunque no sea de nuestra familia ni de nuestro grupo de allegados, todo lo que somos: nuestro cuerpo, lo que ganamos, lo que sentimos y hasta lo que podemos llegar a ser. Y si esta aventura de “despojo y solidaridad” en vez de asustarnos y sentirla como una pérdida, la experimentamos como una de las fuentes más grande de realización, es porque este Dios nos hizo parecidos a El. Es decir, porque las fibras más íntimas de nuestro cuerpo y sentimientos están hechos con la misma realidad trascendente por la cual Dios no es soledad sino Trinidad. En pocas palabras, ¡porque somos a imagen y semejanza de Dios!

De ahí que el rostro de los enamorados tengan la semblanza angelical de quien se siente entre el cielo y la tierra. De ahí también la energía vital y entusiasta que mueve a los esposos a desear, siempre y cada vez más, ser una sola carne o una unidad indisoluble con el cónyuge. Amar es por tanto la experiencia más espiritual que podemos vivir como seres humanos. Pero por eso mismo, no podemos amar verdaderamente sin Dios. Sin El, nuestros impulsos físicos y emocionales pueden terminar usándose para el disfrute egoísta del placer, y entonces, donde debió haber habido encuentro y entrega generosa, se crea un vacío que duele y hace más daño que la soledad.

Igualmente, los esposos saben muy bien que a medida que la relación avanza, el amor va dejando de ser una sensación “entre las nubes” para convertirse en el contacto real con otro ser humano que necesita ser escuchado, servido, aceptado, con sus defectos y atendido dentro las limitaciones y circunstancias que la vida nos presenta. Entonces, la conquista de este corazón se vuelve verdadera entrega. Deja de ser la “visión encumbrada” de la divinidad como la que tuvieron los apóstoles en el Tabor para convertirse en el encuentro de un Dios que está en el rostro poco romántico del crucificado. Es decir, el amor matrimonial, con su específica condición de entrega de la vida, es una realidad que puede aproximarnos a la forma como Dios ama, pero por eso, supone el salto trascendente de fe o capacidad de donación y sacrificio que sólo Cristo puedo realizar de forma completa y total en la cruz.

¿Quién mejor que Cristo entonces para ser el depositario de nuestros sueños de entrega y de apasionada donación de nosotros mismos? ¿Cómo garantizarle a nuestro cónyuge que le seremos fieles en tristeza y alegría, en salud y enfermedad, en tiempos de prosperidad o en tiempos de crisis económica, si nuestro pobre corazón no se nutre con la entrega misma de Cristo en la cruz? Por lo demás, no creo que haya alguien que no desee ser amado de esta manera. Por lo tanto, la clave de nuestro matrimonio está aquí: en que la gracia permanente del amor de Jesús invocada el día de la celebración de nuestro matrimonio siga siendo cada día el objeto de nuestras oraciones, para que en todo lo que hagamos por nuestro cónyuge y nuestros hijos, imitemos cada vez mejor la donación sincera y total de Jesús en la cruz.

Ahora bien, dentro de todas las oraciones ninguna es tan completa ni puede alimentar mejor a la pareja de cristianos como la Eucaristía (CIC, 1644). Ella, centro y culmen del misterio cristiano, nos invita a comulgar con el Cristo que se entregó sin mediada y a hacer de esta comunión la fuerza que nos transforme en “cuerpo de Cristo” o presencia viva de su amor para otros. Por eso, los esposos que juntos busquen esta comunión y se nutran de ella, seguramente no sólo vivirán a través de los retos y altibajos de la vida una relación matrimonial satisfactoria, sino también una vida santa (CIC 1641-1642).

Más sobre este tema en Espiritualidad del matrimonio y La oración. También recomendamos leer los siguientes documentos de la Iglesia:

Resoluciones de año nuevo…¿Hasta cuando?

Resoluciones de año nuevo….¿Hasta cuándo? Comenzamos un nuevo año y de seguro—como hemos hecho en los años anteriores—escribimos nuestra lista de “nuevos” propósitos…otra vez. Lo más seguro es que el 75% de las resoluciones de nuevo año sean las mismas que nos propusimos cumplir el año anterior, y no lo hicimos. Algunas de ellas de seguro son: bajar de peso, mejorar la figura, cambiar el coche o carro, mudarnos a una nueva casa, conseguir un mejor empleo, ganar la lotería, ayudar a los pobres, estudiar una carrera, hacer las paces con los amigos, familiares, etc. Muchas fáciles de lograr, otras casi imposible de lograr.

En nuestro razonamiento nos damos cuenta que no lo logramos, pero ahí vamos otra vez. ¡Y eso es perfecto! No debemos desanimarnos o perder el impulso de la motivación de las fiestas del año nuevo, por el contrario aprovechemos esta ocasión. Les ofrecemos a continuación unas sugerencias para que este nuevo sea año diferente a los anteriores:

• Pongamos nuestra confianza en Dios, no en nuestra propia fuerza de voluntad.• Recordemos cada vez que pensemos en nuestras resoluciones que somos seres humanos, que nos cansamos, nos equivocamos y cometemos errores, aun así Jesús dio su vida por nosotros y nos alcanzó la vida eterna.

• Evaluemos si nuestras metas están propuestas por la razón correcta, es decir para nuestra felicidad, la de nuestro cónyuge y la de nuestra familia en primer lugar.

• Conversemos sobre nuestras resoluciones con nuestro cónyuge, para que él o ella sepa sobre las metas que estamos tratando de alcanzar y pueda así ser un agente de ayuda y motivación para que las cumplamos y no por el contrario, ser quien nos incite a no cumplirlas.

• Propongamos metas que no solo sean individuales, sino metas que nos unan y nos ayuden como pareja, tales como tener más paciencia para no entrar en discusiones, ponernos de acuerdo en todas las áreas de acción y decisión en nuestra vida de pareja y familiar (ex. cómo hemos de corregir a los hijos, como manejar los conflictos y las finanzas), separar un tiempo regularmente para compartir solos como pareja o en familia con los hijos, moderar o eliminar las actividades o actitudes que ofenden o crean ansiedad a nuestra pareja o nos dañan a nosotros mismos (ex. tomar demasiado, los gastos excesivos, salidas continuas con los amigos y amigas), hacer un balance entre el trabajo y la familia, o corregir cualquier otra cosa que esté afectando la convivencia sana y feliz.

• Las resoluciones para el año deben ser evaluadas frecuentemente, (semanalmente o los más seguido posible) para poder hacer los reajustes de acuerdo a como nos vayamos desenvolviendo.

• Celebremos las metas logradas, hagamos saber a nuestra pareja y nuestros seres queridos de nuestros logros y ¿por qué no? darnos una palmadita en la espalda y también recompensarnos por nuestro esfuerzo.

• Bendigamos a Dios en cada momento de este recorrido por el año que termina que finalmente, es la búsqueda de la felicidad que Cristo nos ha procurado y que debemos compartir.

Por último y no por ser menos importante, la resolución de año nuevo y de todos los días es amar a la persona que Dios nos separó para ser nuestra compañía en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza, en los momentos de celebración y en los de duelo. ¿Hasta cuándo la misma resolución? Hasta que la muerte nos separe.

Profesión y familia

 Por Edgar D. Montalvo

Al Iniciar una nueva etapa en la vida es siempre importante estar seguros que sabemos lo que deseamos y los retos que esa meta nos significa. Esto es aún más importante ahora que estés pensando en contraer matrimonio.

Ahora bien, uno de los aspectos importantes por pensar y definir en este momento de tu vida es cómo vas a coordinar tus expectativas frente a tu profesión y la vida familiar al lado de tu pareja y de unos posibles hijos. Es entonces el momento para que dialogues con tu pareja sobre, al menos, los siguientes puntos:

Temas a dialogar:

  • ¿Podemos vivir con el salario de uno sólo de nosotros o es absolutamente necesario que los dos trabajemos?
  • ¿Es necesario que los dos, o al menos uno de los dos busque un trabajo más remunerativo?
  • Si los dos no han terminado los estudios, ¿cómo van a seguirse financiando los estudios, compartiendo los gastos y apoyándose mutuamente?
  • Si tienen hijos, ¿quién se encargará de cuidarlos mientras los dos, o uno de los dos, trabaja?
  • ¿Cómo se distribuirán las tareas de la crianza y los oficios de la casa para que cada cual pueda seguir desarrollando su vida de estudios o desarrollo profesional?

Para llevar a cabo este diálogo hay que tener la mente lo suficientemente abierta como para saber que las profesiones o trabajos de los dos son igualmente importantes y que por tanto deben llegar a un acuerdo que satisfaga a los dos, al tiempo que atienden las nuevas responsabilidades que un matrimonio y un hogar en común suponen.

También debes pensar que al escoger tu actual profesión o trabajo seguramente te motivaron los siguientes factores: el gusto que tenemos por esa actividad y la remuneración económica que obtendremos de ella. Sin embargo, al pasar de los años probablemente te has dado cuenta que aunque estos dos factores son importantes, no son los únicos. Y el hecho de comenzar una vida de matrimonio y familia es la ocasión perfecta para que consideres estos otros factores:

  1. Se debe trabajar para vivir y no vivir para trabajar

    • Vivimos bajo el influjo de una cultura consumista e individualista que fácilmente puede arrastrarnos a la adicción por el trabajo, con el riesgo de perder así la razón y el fin mismo del trabajo: ser un instrumento y no un fin.
    • El trabajo debe de ser el medio para realizar tus metas personales y familiares y no el medio para abstraerse del mundo exterior y sus responsabilidades. Todos los excesos son malos y aunque este exceso cause un bien aparente (como la remuneración económica) a la larga se perderá el foco de lo que es verdaderamente importante: amar y servir a los demás. Así que como dicen en mi pueblo, “ni tanto, que queme al santo, ni poco, que no lo alumbre”.
  2. El trabajo debe ser un medio de servicio comunitario

A cada uno de nosotros se nos han dado talentos especiales que nos han ayudado a que nos desarrollemos profesionalmente y tengamos una remuneración. Pero no debemos de olvidar que estos talentos no sólo deben ser usados para beneficio personal sino también para servir a la sociedad y sobre todo a aquellos menos favorecidos, tanto en recursos como en talentos.

No olvides por eso las donaciones a instituciones no lucrativas, o a aquellos que no tienen hogar, a los ancianos y demás necesitados que están entre nosotros, por que el Señor ha permitido que nunca seamos tan pobres que no tengamos algo que dar. A final de cuentas Dios no se deja ganar en la generosidad y verás como tus buenas acciones serán recompensadas por El, en el momento exacto.

En fin, al hablar con tu pareja sobre este asunto tan decisivo en la vida de las personas, ten siempre en mente que “tu profesión es tan importante como la de tu pareja”. No olvides los puntos que te acabamos de mencionar: sean realistas y hagan un amplio análisis de su economía como pareja.  Establezcan las metas que cada cual tiene en su vida y hablen de la forma como cada cual puede apoyar al otro en esas metas, a corto, mediano y largo plazo, al tiempo que está abierto a los cambios y ajustes que la nueva vida de pareja le supondrá, como el hecho de cuidar y educar a los hijos.

No pierdas pues de vista que en este diálogo estás planeando tu futuro profesional, el de la personal que amas y el de tus hijos. Así podrás sin lugar a dudas llegar al balance que los dos esperan y necesitan.

Más sobre el tema en Trabajo fuera y dentro de casa.

Solución de conflictos y diferencias de carácter

 Por Alba Liliana Jaramillo

El carácter es la manera como una persona ha aprendido, a lo largo de su vida, a reaccionar y comportarse ante las diferentes situaciones. Por eso el carácter tiene mucho que ver con las herramientas que una persona usa para relacionarse o solucionar conflictos dentro de la vida de pareja.

A continuación encontrarás una descripción de los rasgos más característicos de los distintos tipos de carácter, tal como se han logrado identificar. Trata de ver cuál de esos tipos corresponde mejor a tu manera de comportarte y a la de tu pareja. Debes sin embargo tener en cuenta que estas características sobresalientes o aspectos fundamentales de la manera de ver la vida no definen totalmente ni para siempre a una persona. Todos podemos evolucionar y aprender a manejar nuestro carácter y hasta mejorarlo. Pero para ello debemos partir de reconocer dónde estamos en este momento:

  • Quien tiene un carácter nervioso, es una persona variable y tiende a ser inconstante en sus objetivos. Tiende a distraerse con sus pensamientos de inseguridad.
  • El flemático en cambio es sereno; más bien introvertido. Está atento a  comprender lo fundamental de la vida y tiende a ser ordenado.
  • En el caso del sentimental es sensible y fácilmente tiende a la frustración. Le cuesta adaptarse a nuevos retos.
  • En cuanto al colérico su carácter es irritable y tiende a ser disperso. Se tensiona con facilidad.
  • Los apasionados son imaginativos y están casi siempre ocupados.
  • Los apáticos son casi siempre introvertido, lentos en el actuar, poco sensibles y rutinarios.
  • Los sanguíneos son cerebrales, racionales, objetivos. Se adaptan fácilmente
  • Los amorfos en cambio son carentes de entusiasmo, casi siempre son perezosos, buscan soluciones fáciles y tienden a ser desordenados.

Para evitar el conflicto en una pareja con diferencias de carácter, es recomendable:

  • Trata de conocer más sobre las características del carácter del otro, para que sepas cuáles son sus puntos débiles y cuáles son sus fortalezas. Así, aprenderás a no atacarlo por la debilidad.
  • No trates de adivinar lo que el otro está pensando o sintiendo. Cada uno debe hablar de lo que siente y piensa.
  • Es muy importante que cada uno tenga espacio para expresar lo que siente y piensa, sin acaparar la palabra hasta tal punto que el otro ni siquiera puede hablar.
  • Repetir lo que el otro dijo es una buena técnica de comunicación. Esto ayuda a dar mayor claridad a lo que se entendió para evitar mal entendidos.
  • Cuando una pareja tiene diferencias de carácter, la comunicación asertiva es fundamental, es decir, deben ser directos, honestos, sin faltar al respeto es decir, sin humillar o juzgar al otro.
  • Para tener éxito en la comunicación es importante igualmente expresar con claridad lo que se quiere decir, pero también fijarse en lo que está detrás de lo que se dice (actitud y gestos) y de la forma en que se dice.

Ante conflictos ya creados en parejas con diferente carácter se debe:

  • Tener presente que, desde sus respectivos puntos de vista, ambos pueden tener la razón. Por lo tanto es necesario que ambos puedan ceder. Así el poder no se concentra en aquel que cree tener la razón siempre.
  • Es fundamental no tomar represalias frente a los comportamientos del otro, sino que exista de parte de ambos una disposición para llegar a acuerdos. Ambos deben estar dispuestos a dar lo mejor de sí mismos y no ocultar sentimientos que los llenen de veneno y rencor. Si es necesario, es importante sacar esos sentimientos y expresarle a la pareja lo dolido que se está por alguna situación en especial, para que el otro pueda entender lo que el otro está sintiendo.
  • Cuando los problemas y las diferencias de carácter se ventilan adecuadamente a través de una defensa adecuada de los propios puntos de vista, la pareja empieza a cultivar una actitud de confianza y esperanza en que los problemas van a tener siempre una solución adecuada.

Más sobre este tema en Herramientas para solución de conflictos y Comunicación. Lecturas complementarias: Geneviève Hone y Julien Mercure, Las Estaciones de la Pareja, Ed. Sal Terrae, 1996; Aaron Beck, Con el amor no basta: cómo superar malentendidos, resolver conflictos y enfrentarse a los problemas de pareja.  Ed. Paidos 1990; Escobar Isaza, Gustavo Adolfo, Hacerse Pareja: Guía para construir una relación duradera. Editorial Mad, SL, 2005

¿Cómo sé si lo que siento es verdadero amor?

 Por Dora Tobar

Es muy fácil confundir el amor con los sentimientos de agrado y fascinación que una persona nos despierta y terminar así haciendo promesas y entregas de amor cuando aún no estamos listos.

Afortunadamente, varias ciencias modernas como la psicología y hasta la bio-química han salido hoy al paso de los enamorados para ayudarles a clarificar sus sentimientos. Con base en esos datos podemos por eso decir, desde ya, que el amor a primera vista no existe. Toda relación de pareja, por tratarse del encuentro entre dos personas, pasa por distintas etapas hasta llegar, algunas veces, al amor.

Identificar en qué etapa de la relación vas con tu pareja te ayudará a saber también qué tipo de opción les conviene más y cómo pueden orientar su relación hacia la conquista del amor verdadero.

Las etapas del amor:

La relación de pareja pasa por distintas etapas que se pueden identificar como el enamoramiento o atracción, la etapa romántica o del “Te quiero” y finalmente “El amor”.

  1. El enamoramiento:

    Es la etapa rosa y apasionante en que una pareja se siente fuertemente atraída y fascinada por otra la otra persona. Estas sensaciones son tan fuertes y placenteras que muchas parejas creen que este es el amor.

    Sin embargo, la atracción que une a los enamorados no es más que el efecto de unas sustancias llamadas feromonas que, además de alterar nuestros sentidos y hacernos sentir gran goce y pasión ante el más mínimo contacto con la otra persona, nos hace creer que con nadie podríamos ser tan felices.

    Es decir, el agrado físico es tan fuerte que la mente también queda como enceguecida o fascinada. Por eso los enamorados no ven los defectos de su pareja e incluso dudan que pueda tenerlos. Todo parece perfecto.

    A esta falta de objetividad se suma el hecho que, los enamorados, si no mienten sobre ellos mismos, por lo menos esconden sus errores y exageran sus virtudes pues desean conquistar a todo precio la persona que les proporciona tan gratas sensaciones.

    En conclusión, el enamoramiento es una fase donde prima el placer pero donde se carece de realismo pues no sabemos aún cómo es realmente la otra persona. De hecho, durante el enamoramiento, lo que amamos del otro no es lo que él o ella es, sino lo que sus caricias, detalles y compañía me producen cuando me toca, me habla o me invita.
    Estas sensaciones son además pasajeras pues el efecto de las feromonas dura máximo 3 años. Si durante este tiempo la pareja no se ha dado la oportunidad de dialogar mucho y esforzarse por conocer la realidad del otro, en vez de quedarse engolosinada en encuentros llenos de caricias pero con poco contenido, la relación se acaba. Si además se tienen relaciones sexuales durante esta etapa, el efecto enceguecedor de las feromonas se duplicará creando una sensación ficticia de intimidad.

    El enamoramiento no es la etapa para la entrega que supone la vida sexual y matrimonial.

  2. Etapa Romántica o del “Te-Quiero”

    En la etapa romántica la pareja empieza a compartir más y por tanto a conocerse mejor. Al ir entrando en el mundo de la otra persona, de sus gustos, de sus ideas, de sus características, de sus habilidades, etc., empiezan a aparecer las cosas que realmente nos atraen de la persona, y no sólo de su cuerpo. Se empieza a disfrutar de lo que la persona es, y no únicamente de lo que esa persona causa en mí.

    Algunas de las característica que descubrimos en la pareja son reales. Podemos ya ver algunos defectos,  pero también puede haber todavía mucha fantasía o idealización (amo los sueños que el otro despierta en mi). Por eso es importante recordar que apenas se está comenzando el conocimiento de la otra persona.

    Junto a la pasión de las feromonas, en la etapa romántica aparece la ternura. Ésta busca llegar a lo profundo de la otra persona para halagarla o hacerla sentir bien.

    Con todo, la etapa romántica no es todavía el amor. Aún no conozco a la otra persona como para saber si estaría ya dispuesto(a) a entregarle las  llaves de mi casa o la clave secreta de mi cuenta bancaria. Y si eso es así, entonces es signo de que aún no estamos listos para una entrega total como la que supone la sexualidad o el matrimonio.

  1. El Amor:

    El amor no es el arrebato ciego y apasionado de los enamorados. Tampoco es la idealización rosa de los románticos. El amor es la unión estrecha, la confianza profunda y el deseo de buscar en todo el bien de la otra persona. Este sentimiento surge cuando se conoce a la pareja y se es feliz con lo que se sabe ella. Entonces nace el impulso confiado de dar todo de sí y de recibir todo lo que el otro es, para formar un “nosotros”.

    En otras palabras,en el amor la confianza y la generosidad son los elementos claves y se relacionan mutuamente: porque confiamos, deseamos entregar generosamente toda nuestra vida. Pero no se puede llegar a la confianza sin el conocimiento mutuo.

    Por eso podemos decir que el amor se compone de cuatro elementos:

    Conocimiento:

    Y conocerse significa al menos que:

    • Sé de dónde vienes y a dónde vas.
    • Sé cómo reaccionas cansado, con rabia, bajo estrés, cuando estás contento.
    • Sé gran parte de tus defectos y cualidades.
    • Sé tus valores y los comparto.
    • Aunque no eres perfecto(a).

    Aceptación:

    • Admiro lo que eres.
    • Me gusta tu físico y tu manera de ser.
    • Entre todas las personas que pueden gustarme, te escojo a ti.
    • No espero que cambies para amarte. Aunque no cambies así te quiero.

    Confianza:

    1. Sé que en ningún momento quieres hacerme daño.
    2. Puedo confiarte mi salud, mi dinero, mi futuro porque sé que deseas cuidar de mi.

    Deseo de entrega:

    • Verte feliz me satisface.
    • Conozco tus aspiraciones y estoy dispuesto(a) a apoyarlas.
    • Ofrezco todo de mi para que buscar tu bien tanto material, sexual como emocional.
    • Estoy dispuesto (a) invertir todas mis energías en acompañarte, entenderte y servirte, aún cuando me implique renuncia y sacrificio.

Para quien es creyente es claro que no hay mejor definición de amor que la que Jesús nos dio: “No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos” (Juan 15,13). Así, el amor deja de ser sólo un sentimiento y se convierte en la permanente acción de auto-donación o entrega por el bien del otro.

En una pareja no siempre los dos llegan juntos, o al mismo tiempo a desarrollar este tipo de amor. Si después de un periodo uno de los dos, o los dos, no avanzan hasta alcanzar este amor de entrega es porque no están listos para ser un matrimonio.

El amor debe ser alimentado permanentemente. Por eso, el hecho de que una pareja se case amándose, no implica que ya tiene su felicidad garantizada. Cada cual debe esforzarse por cuidar y avanzar en la entrega, la confianza, el mutuo conocimiento y la aceptación del otro.

Más sobre este tema en El compromiso y Qué estoy dispuesto a compartir. Lecturas Complementarias: M. Scott Peck, Nueva Psicología del Amor, MC Editorial, 1998.

¿Dónde se puede celebrar el Sacramento del Matrimonio?

¿Nos podemos casar en un parque o en la playa?

Hoy en día, muchas parejas sueñan con casarse en un lugar exótico: una playa, un escenario natural elaborado, una ciudad ajena a sus vidas cotidianas. Esto se conoce como “bodas de destino” y su práctica se hace cada vez más popular entre parejas de novios. Sin embargo, para nosotros, los católicos, y según las enseñanzas de nuestra Iglesia, las bodas de destino no son una posibilidad. Tampoco se puede tener una boda católica en un parque, ya que el templo parroquial es el lugar apropiado para la celebración del matrimonio.

¿Por qué hay que casarnos en la parroquia?

El templo parroquial es un espacio sagrado donde contamos con la presencia real, sacramentada, viva y presente de Nuestro Señor Jesucristo en el Tabernáculo. Recordemos también que fue en la iglesia donde fuimos recibidos como hijos de Dios en la comunidad de fe a través del bautismo, donde recibimos por primera vez el cuerpo y la sangre del Señor y donde fuimos confirmados en nuestra fe. Los Sacramentos son signos y símbolos del amor infinito de Dios, y nos ayudan crecer en madurez espiritual. En fin, todas nuestras grandes alianzas y experiencias de fe ocurrieron dentro del templo parroquial y por ello es justamente allí donde debemos celebrar este evento único en la vida. Un evento en el cual contraeremos una alianza de amor de por vida con nuestra pareja y con Dios: nuestro matrimonio. El matrimonio es un sacramento, o sea, un signo visible de la gracia de Dios que es invisible en el cual Dios sella la pareja con su amor, su gracia y su presencia, que será la roca firme que sustentará el matrimonio.  

Es esta gracia divina que se recibe en el Sacramento del Matrimonio la que ayudará a pareja en los momentos difíciles a superar las pruebas que trae la vida. Es la presencia de Dios, quien es el amor mismo, la que ayudará a la pareja a mantener viva la llama de su amor, a amarse como Dios ama, buscando siempre el bien del ser amado, aun en los momentos en los que se “termina la luna de miel”. Los ayudará a crecer en perdón, humildad, respeto, responsabilidad, confianza, y más. Por ello, debemos celebrar nuestra boda en el templo parroquial, pues la celebración del Sacramento es un evento sagrado y, por lo tanto, infinitamente más importante que cualquier otro escenario, por más hermoso e impresionante que este sea.

Poner el sacramento encima de la fiesta

Por este motivo, la Iglesia no autoriza la celebración de un matrimonio sacramental fuera del recinto santo del templo parroquial. Exhortamos a todas las parejas comprometidas a que planeen el lugar de su recepción (la cual sí puede ser en la playa o cualquier otro lugar exótico) alrededor de la iglesia, y no la celebración del matrimonio en la iglesia alrededor de su lugar predilecto para la recepción. Es importante que la pareja tenga sus prioridades en orden y no pierda la perspectiva de lo que es realmente importante, ya que sin duda recibir el sacramento es supremamente más importante que cualquier fiesta.

Casarse en la iglesia es crucial para el éxito del matrimonio ya que para recibir el sacramento la Iglesia nos pide que recibamos una buena preparación matrimonial. Este requisito no está diseñado para hacerle el proceso difícil a la pareja. Más bien, la Iglesia en su sabiduría y su amor por sus hijos, exige una preparación matrimonial para que la pareja tenga un concepto claro de la alianza indisoluble a la cual se comprometen. También se requiere esta preparación ya que está comprobado que las parejas que lo reciben (a través de un sólido curso pre-matrimonial y un inventario matrimonial) perciben una reducción de 50% en la incidencia de divorcio. Adicionalmente, las parejas que abrazan un método de planificación familiar natural en su vida matrimonial reducen el índice de divorcio a menos del 5%, lo cual podemos considerar como un “seguro matrimonial”.

Recordemos, como hemos compartido en otros artículos, que la boda es un día, pero el matrimonio es para toda la vida. Es después de la boda, cuando se consuma el matrimonio en el acto íntimo que comienza el camino del matrimonio. Un camino que es mucho más hermoso, pleno y seguro cuando lo caminamos de la mano de Dios.

La Biblia Luz y Guía para el Matrimonio y la Familia

En el mes de septiembre, la Iglesia celebra el mes de la Biblia.  Esto se debe a que fue un 26 de septiembre de 1569 que se terminó de imprimir la primera Biblia en español.  Gracias a la realización de esta edición traducida por Casiodoro de Reina, los hispanoparlantes hemos tenido el privilegio de acceder a la Palabra de Dios en nuestro idioma.

Ciertamente, la Biblia es la Palabra de Dios inspirada por el Espíritu Santo.   En ella, Dios se revela a la humanidad y manifiesta su Plan perfecto para nosotros, el cual podemos resumir en solo una palabra: Amor.  El Evangelio según San Juan afirma que Aquel que es la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros.  Por ello podemos de alguna manera decir que la Biblia es Dios mismo;  y quien la lee está frente al mismo Dios; y el que está frente a Dios es iluminado, es transfigurado por la luz que proviene de Dios.

Por ello, el matrimonio y la familia que lee y medita en la Palabra, juntos la  comparten y oran inspirados por ella, son necesariamente iluminados por el mismo Dios y transformados en El, quien es el Amor, y llevados a un compromiso de vida donde reina el Amor.  Les invitamos en este mes de la Biblia a reunirse como matrimonio y como familia a leer, meditar y orar con la Palabra y le instamos a mantener siempre esta sana costumbre.  Y Dios, quien no se deja ganar en generosidad les dará la luz para entender su mensaje, la sabiduría para hacer las mejores decisiones, la fuerza para superar las pruebas y el amor para formar matrimonios y familias ¡que inspiran!

Opciones para la liturgia de matrimonios

Paso 3 para preparar la Liturgia del Sacramento del Matrimonio: Escoger los elementos opcionales

 

 

P. Heliodoro Lucatero

De todos los sacramentos de la Iglesia Católica, el que tiene más flexibilidad y opciones para su celebración y validez es el sacramento del matrimonio. El derecho de la Iglesia prescribe que para que sea válido un matrimonio debe de tener tres elementos básicos: el consentimiento, la bendición e intercambio de los anillos, y la bendición nupcial.

Los demás símbolos se pueden incluir o excluir dependiendo de las circunstancias y el gusto de los novios, como lo son las arras, el lazo, la Biblia y el Rosario y el ramo de flores para la Virgen.

El Intercambio de las Arras

Antes de la introducción de los anillos en la celebración del matrimonio en España por el rito romano sólo existían las arras como signo de intercambio de promesas. Una vez que las arras se reemplazaron por los anillos, estas quedaron en el rito como signo de ayuda mutua entre los nuevos esposos. En el pasado ha sido una constante que el marido trabaje fuera del hogar y sea el proveedor financiero de la familia, y la mujer tradicionalmente ha sido la que trabaja en el hogar y la que ha cuidado de que los bienes del hogar sean bien administrados. Por lo tanto el rito de las entrega de las arras consiste en lo siguiente: el esposo toma las arras del celebrante y las entrega a la esposa diciendo:

N. recibe también estas arras:
son prenda del cuidado que tendré
de que no falte lo necesario
en nuestro hogar.

La esposa contesta recibiendo las arras:
Yo las recibo
en señal del cuidado que tendré
de que todo se aproveche
en nuestro hogar.

En el presente, entre los hogares hispanos en los Estados Unidos, es cada día  más común  que el marido y la mujer trabajen fuera del hogar para contribuir los dos al mantenimiento económico del hogar. De esta manera el formulario de arriba podría quedar obsoleto ya que no expresaría la realidad de la familia actual. Por lo tanto el libro Don y Promesa hace varias sugerencias para adaptar este rito a las circunstancias presentes. Una posibilidad es que la entrega de las arras sea mutua:

El novio entrega las arras a la novia diciendo: N. “Estas arras te doy en señal de matrimonio”.
La novia responde: “Yo las recibo”.
Luego en viceversa se repite el rito, la novia entrega las arras y el novio las recibe.
La otra sugerencia es que el novio entregue las arras después de haberlas recibido del celebrante diciendo: “Recibe estas arras como prenda del esfuerzo que haremos para vivir sencillamente en imitación de Cristo y del Evangelio”.
La novia dice: “Las recibo como señal del cuidado que tendremos de que nuestros bienes se compartan con los más pobres que encontremos por el camino”( Véase, Gomez, Raúl, Lucatero, Heliodoro y Sánchez, Sylvia. Don y Promesa: Costumbres y tradiciones en los ritos matrimoniales hispanos. Segunda Edición. Instituto Nacional Hispano de Liturgia y Oregon Catholic Press: Pórtland, 2005, pp. 12-4.)

El Lazo

El lazo simboliza en la nueva pareja la unión indisoluble del matrimonio y tiene sus orígenes en la antigüedad y la Edad Media. El lazo es descrito por San Isidoro de Sevilla como una guirnalda de color blanco y púrpura que se coloca sobre los hombros de los novios; el blanco simbolizando la pureza del matrimonio y el púrpura la sangre de la futura generación (Véase,  Searle, Mark and Stevenson, Kenneth. Documents of the Marriage Liturgy. Collegeville, MN: The Liturgical Press, A Pueblo Book, 1992, p. 125.)

Hace años el lazo más común era una guirnalda de azares con dos círculos unidos por una cruz, pero ahora es más común dos guirnaldas en forma de rosario, también, unidas por una cruzo crucifijo. El lazo se coloca comúnmente después del rito del matrimonio y una vez que los novios se pongan de rodillas. En Cuba y Puerto Rico, en lugar del lazo, se acostumbra la mantilla que se coloca sobre los hombros de los novios, también, en señal de unión.

Biblia y Rosario

En los Estados Unidos los hispanos de origen mexicano tienen la costumbre de entregar a los novios, después del intercambio de anillos y arras, la Biblia y el Rosario, que simbolizan la vida de oración de los nuevos esposos.

El Ramo de Flores para la Virgen

En la Sagrada Familia, la Virgen María se nos presenta como modelo de esposa y madre; de ahí que exista la costumbre de que los nuevos esposos presenten a la Virgen un ramo de flores, no solamente para reconocerla como modelo de esposa y madre, sino también como intercesora del bienestar y éxito de la nueva pareja de esposos.

 

Seguir al Paso 4: Invitar a los lectores

Portrait of cute boys and their father looking through pictures at home

Padres y abuelos reflejan el amor de Dios Padre

En el mes de junio celebramos a los padres y abuelos, esos hombres valientes y entregados que están llamados a dar la vida por sus esposas e hijos. Los padres son los cimientos donde se forma la imagen del hombre en los hijos, una imagen que debe emular el amor de Dios. Son también fuente de seguridad, protección y guía no solo para los hijos, sino para el matrimonio y la familia. Pero muchas personas no se dan cuenta de la suprema importancia de la presencia y figura del padre en la familia, la iglesia y la sociedad y como consecuencia toman a la ligera su rol central, particularmente en la vida de los hijos. Por ello, lastimosamente el 50% de los niños hispanos en los Estados Unidos nacen o crecen sin la figura de un padre.

Pocos saben que las hijas, en la crucial edad de la adolescencia, miran al padre como imagen del hombre con el que algún día se casarán. Por ello, si se desea que una hija contraiga matrimonio con un hombre recto, trabajador, buen proveedor, temeroso de Dios, íntegro, libre de vicios, valiente, respetuoso y fiel, entonces el padre debe poseer y vivir esas cualidades. También la presencia y compañía del padre es vital en el sano desarrollo de los hijos, pues es en la figura del padre que el hijo desarrolla la imagen de lo que un hombre está llamado a ser.

Por ello, más que llevar la provisión material a casa por medio del trabajo, padres y abuelos deben no solo amar, sino demostrar su amor a los hijos y nietos. Las expresiones abiertas de cariño, los abrazos y aun los besos de un padre marcan para bien el corazón de los hijos. Por ello, no deben hacer caso a las erradas creencias culturales de que un padre no besa o abraza a un hijo varón, o que demostrar afecto es muestra de debilidad o que las muestras de cariño están reservadas para las madres. ¡Nada más lejos de la realidad!

Padres y abuelos están llamados a dar su tiempo y atención a sus hijos, tiempo que debe ser de calidad. Son muchos los que creen que con solo proveer cosas materiales se está siendo un buen padre. Los estudios reflejan que lo que más los hijos anhelan es tener una relación cercana y amorosa con su padre, uno que escuche sus preocupaciones, conteste sus preguntas de vida y le guie con madurez, experiencia, aplomo y valores, por la senda de la vida. Padres, tomen el tiempo de demostrar a sus hijos cuan importantes son en su vida y cuanto les aman.

El legado de vida que deja un padre amoroso, recto, protector y ejemplar es el fundamento para un matrimonio y una familia sana y feliz. Un padre amoroso y responsable deja una huella indeleble en el corazón de los hijos que refleja la imagen de nuestro Padre Dios. Invitamos a los hombres, en especial a los futuros padres, a ser padres amorosos y responsables y a los hijos e hijas, esposas y demás familiares a celebrar el regalo precioso de nuestros padres.

La Biblia Católica de la Familia: Un recurso para fomentar y vivir la fe en familia

En otros artículos hemos hablado sobre la Biblia como fuente de fe y esperanza para el matrimonio y como vehículo para, reflexionando en ella, mantenerse como esposos unidos en el amor; un amor que ellos reciben como regalo que Dios quien es Amor mismo. Mencionamos también que la Palabra de Dios contenida en la Biblia es alimento que da frutos de vida en la pareja.

Ahora queremos puntualizar que los beneficios que generan la lectura, reflexión y práctica de la Palabra de Dios son también extensivos a toda la familia. Por tanto, les animamos a escuchar el llamado de nuestra Santa Madre Iglesia que en el Año de la Fe nos invita y motiva a leer, reflexionar, compartir y escudriñar la Palabra de Dios en familia para que ésta genere frutos de vida no solo en los esposos, sino en los hijos; frutos que se manifiesten en una fe viva y se traduzcan en obras que reflejen el amor de Dios tanto en la familia como en la comunidad de fe y la sociedad.

Estamos conscientes de que muchas familias entienden estas verdades y desean compartir en familia la Palabra de Dios, pero no saben cómo hacerlo de una manera entretenida y efectiva. En septiembre, también celebramos el mes de la herencia hispana que nos recuerda con orgullo los valores familiares y las profundas raíces de fe católica, tan importantes para nuestras familias hispanas. Y precisamente los beneficios de leer, reflexionar y vivir la Palabra de Dios y la importancia de fomentar nuestros valores y catolicidad en nuestras familias fueron los que inspiraron la elaboración de la Biblia Católica de la Familia como un recurso rico y efectivo para ayudar a los padres de familia, los hijos y aun la familia extendida, a lograr el objetivo de leer, compartir, profundizar y hacer vida en el seno de la familia hispana.

Esta edición de la Biblia fue elaborada por un equipo de hispanos para hispanos (y por lo tanto, con un alto sentido de nuestras raíces hispanas) para ayudarles a comprender la Palabra, orar con ella, conocer los personajes de la Biblia y dar a la familia hispana motivación e ideas prácticas de cómo vivir la Palabra en familia y cómo motivar a todos sus miembros a realizar obras de servicio y misericordia entre ellos y por los demás.

La Biblia Católica de la Familia cuenta también con cientos de artículos de reflexión y múltiples recursos que alimentan la fe católica en familia y que ayudan a los miembros de la familia a superar los retos de la vida. Estos recursos incluyen entre otros un índice temático de lecturas bíblicas y reflexiones para ayudar a superar situaciones tales como la pérdida de un ser querido, la falta de perdón y momentos de enfermedad, tiempos en los que la perseverancia es necesaria.

En otras palabras, la Biblia Católica de la Familia ofrece una infinidad de recursos que alimentan la vida de la familia desde nuestro contexto cultural hispano. Le invitamos a que acepte la exhortación de nuestra Iglesia a fomentar la fe en familia a través de la lectura, reflexión y vivencia de la Biblia en familia y maravíllese de cómo esta práctica dará frutos de amor, unión y vida en todos los aspectos de su vida familiar.

La Biblia Católica de la Familia es una iniciativa de Center for Ministry Development e Editorial Verbo Divino. Para más información, los invitamos a visitar https://verbodivino.org/product/biblia-catolica-de-la-familia-tapa-rustica/ 

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