Lecturas del Evangelio para la liturgia nupcial
Las lecturas en la liturgia de una boda católica son una proclamación de la Palabra de Dios y de la fe de la Iglesia sobre el matrimonio. Por esta razón, se limitan a lecturas de la Sagrada Escritura (la Biblia). Hay diez opciones para el Evangelio.
Puede resultarles útil reflexionar en oración sobre cada lectura y elegir las que hablan de sus esperanzas y sueños para su matrimonio cristiano. A continuación se encuentran cada lectura en su totalidad, así como un comentario para proporcionar algo de contexto y destacar los temas clave de cada lectura.
Evangelios
En aquel tiempo, cuando Jesús vio a la muchedumbre, subió al monte y se sentó.
Entonces se le acercaron sus discípulos. Enseguida comenzó a enseñarles y les dijo:
“Dichosos los pobres de espíritu,
porque de ellos es el Reino de los cielos.
Dichosos los que lloran,
porque serán consolados.
Dichosos los sufridos,
porque heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia,
porque serán saciados.
Dichosos los misericordiosos,
porque obtendrán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón,
porque verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz,
porque se les llamará hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el Reino de los cielos.
Dichosos serán ustedes cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mía.
Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos”.
Palabra de Dios.
Comentario:
El día de la boda, innumerables personas desearán a los recién casados un “feliz matrimonio” o alguna otra expresión de felicidad. En este pasaje tan querido, conocido como las Bienaventuranzas, la palabra “bendito” también puede traducirse como “feliz” o “afortunado”. Este pasaje, el más reconocible del evangelio de Mateo, admite que la verdadera felicidad no es una fantasía de alegría perpetua, sino que se encuentra en la mezcla ordinaria de amargura y dulzura de la vida. Todos los matrimonios pasan por momentos buenos y malos. Como seguidores de Cristo, estamos llamados a considerar las dimensiones espirituales o la bendición de toda la actividad de la vida.
Lo que hace que esta sea una opción digna para la celebración del matrimonio es que este pasaje establece claramente los fundamentos de la vida cristiana. No hace ninguna referencia al matrimonio, pero es el primer discurso importante de todos los Evangelios en el que Jesús describe cómo será la vida de sus seguidores. Existe un paralelismo entre el inicio del ministerio de la enseñanza de Jesús y el inicio de la vida matrimonial de las parejas. De forma similar a este pasaje, la bendición nupcial en el rito del matrimonio concluye con la esperanza de la realización eterna al rezar: “y…alcancen la felicidad de los justos en el Reino de los cielos”. Ambos subrayan que el matrimonio tiene una dimensión cósmica, pues su realización está en el cielo.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes son la sal de la tierra.
Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá el sabor?
Ya no sirve para nada y se tira a la calle para que la pise la gente.
Ustedes son la luz del mundo.
No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte;
y cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de una olla,
sino que se pone sobre un candelero, para que alumbre a todos los de la casa.
Que de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres,
para que viendo las buenas obras que ustedes hacen,
den gloria a su Padre, que está en los cielos.
Palabra de Dios.
Comentario:
Este pasaje, al igual que los anteriores y posteriores, forma parte del Sermón de Jesús en la Montaña, que ocupa tres capítulos completos del Evangelio de Mateo. Pertenece a las enseñanzas fundamentales de Jesús para todos los que buscan seguirle. Obviamente, no se incluye aquí una referencia particular al matrimonio. Lo que sí afirma es que la vida cristiana es como una luz que ilumina un mundo oscurecido por la penumbra del pecado. La insistencia en el carácter exterior de la vida cristiana es una imagen muy útil para los matrimonios. El amor mutuo no debe limitarse a sí mismos. Debe tratar de derramarse por los demás. Al igual que las marcas de una persona íntegra de fe, las marcas de un matrimonio fuerte son cuando los demás se ven afectados positivamente y se benefician de la unión de una pareja. El amor auténtico se traduce en buenas acciones y en gloria para Dios.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
“No todo el que me diga: ‘¡Señor, Señor!’, entrará en el Reino de los cielos,
sino el que cumpla la voluntad de mi Padre, que está en los cielos.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica,
se parece a un hombre prudente, que edificó su casa sobre roca.
Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos y dieron contra aquella casa;
pero no se cayó, porque estaba construida sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica,
se parece a un hombre imprudente, que edificó su casa sobre arena.
Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos,
dieron contra aquella casa y la arrasaron completamente’’.
Cuando Jesús terminó de hablar, la gente quedó asombrada de su doctrina,
porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.
Palabra de Dios.
O bien: Forma breve: Lectura del santo Evangelio según san Mateo
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
“No todo el que me diga: ‘¡Señor, Señor!’, entrará en el Reino de los cielos,
sino el que cumpla la voluntad de mi Padre, que está en los cielos.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica,
se parece a un hombre prudente, que edificó su casa sobre roca.
Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos y dieron contra aquella casa;
pero no se cayó, porque estaba construida sobre roca”.
Palabra de Dios.
Comentario:
Este pasaje concluye el extenso discurso de apertura del Evangelio según san Mateo en relación con una imagen general del discipulado. Por eso la versión más larga del pasaje concluye con la nota de que Jesús termina estas palabras y la multitud se asombra de su enseñanza. Desde las Bienaventuranzas hasta este punto, Jesús ha dedicado mucho tiempo a instruir, y lo concluye diciendo a sus interesados seguidores que deben poner en práctica esas enseñanzas. La reacción de la multitud es de asombro. El discipulado consiste tanto en hacer como en creer. El discípulo debe escuchar primero y luego actuar (vs. 24) sobre la Palabra de Dios.
Todas las parejas que se casan tienen la mirada puesta en el futuro; san Mateo también. Al igual que la declaración inicial de este pasaje, san Mateo frecuentemente retrata a Jesús describiendo las acciones que un discípulo debe emprender para entrar en el Reino de los Cielos. Muchas parejas de novios harán planes para un nuevo hogar juntos. Este pasaje invita a considerar un hogar espiritual y eterno. Comenzar su matrimonio en la Iglesia es el punto de partida de una base sólida. Las parejas sabias continuarán alimentando su relación con una vida de fe activa y un compromiso con la comunidad parroquial.
La forma breve termina el pasaje con la fuerte imagen de poner la casa sobre la roca. Se omite la imagen de la casa construida sobre la incertidumbre de la arena.
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y, para ponerle una trampa, le preguntaron:
“¿Le está permitido al hombre divorciarse de su esposa por cualquier motivo?”
Jesús les respondió: “¿No han leído que el Creador, desde un principio los hizo hombre y mujer, y dijo:
‘Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, para unirse a su mujer, y serán los dos una sola carne?’
De modo que ya no son dos, sino una sola carne.
Así pues, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”.
Palabra de Dios.
Comentario:
Como es habitual en los Evangelios, Jesús no responde directamente ni “sí” ni “no” a una pregunta mordaz lanzada por los fariseos. Al fin y al cabo, estaban tratando de hacerlo tropezar. En lugar de una simple respuesta de una palabra, Jesús les devuelve la pregunta. Los fariseos eran expertos en la ley, y deberían haber conocido fácilmente el pasaje del Génesis 2 que Jesús cita. Los primeros cinco capítulos de la Biblia, conocidos como el Pentateuco, eran el núcleo de la vida judía durante la vida de Jesús. Jesús no comenta la legalidad del divorcio, al menos no en términos civiles. Más bien, al demostrar un elemento central de su misión, Jesús eleva la postura a una realidad divina y espiritual. Dice que “lo que Dios ha unido” en la tierra no debe separarse. El matrimonio es una participación en el ordenamiento divino de las actividades terrenales.
Este pasaje es la expresión más clara del matrimonio en los Evangelios (una lectura paralela se encuentra en Marcos 10, 2-9). Es el fundamento firme de la enseñanza de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio. Si se elige para el rito nupcial, ayudará a resaltar los votos de la pareja que han de durar todos los días de su vida.
En aquel tiempo, un fariseo que era doctor de la ley, le preguntó a Jesús, para ponerlo a prueba:
“Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?”
Jesús le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.
Éste es el más grande y el primero de los mandamientos.
Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas”.
Palabra de Dios.
Comentario:
Los fariseos son retratados a menudo en los evangelios como personas que controlaban de forma excesiva a la ley. Había literalmente cientos de leyes que regulaban casi todos los aspectos de la vida. Entonces, un doctor de la ley se acerca a Jesús y lo llama maestro, pero el fariseo pretende ponerlo a prueba. Jesús cita primero Deuteronomio 6,5, el mandamiento de amar a Dios. No se detiene ahí, ya que a continuación recita Levítico 19,18 sobre el amor al prójimo. Amar a los demás es como amar a Dios. De hecho, amar a los demás es una forma de demostrar nuestro profundo amor a Dios. Ambas cosas están muy vinculadas gracias a esta enseñanza magistral de Jesús.
En el bautismo, se pregunta a los padres si están preparados y dispuestos a aceptar las responsabilidades de educar al niño como Cristo nos ha enseñado, a amar a Dios y al prójimo. La proclamación de este Evangelio en la liturgia nupcial subrayará la misión básica de un cristiano: dedicar todo el corazón, la mente y el alma a amar a Dios, y buscar amar a todos los demás. Hará una sutil conexión entre el bautismo como primer sacramento y este sacramento del matrimonio. El matrimonio no se señala explícitamente en este pasaje, pero la conexión es natural. Las parejas con un compromiso genuino de mejorar su comunidad y el bienestar de los demás resonarán especialmente con este pasaje.
En aquel tiempo, Jesús dijo:
desde el principio, al crearlos, Dios los hizo hombre y mujer.
Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre
y se unirá a su esposa y serán los dos una sola carne.
De modo que ya no son dos, sino una sola carne.
Por eso, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre”.
Palabra de Dios.
Comentario:
Los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, contienen muchas de las mismas historias, sólo que ligeramente recontadas desde su propia perspectiva. Esta breve lectura de Marcos es la misma que la opción nº 4 de san Mateo en las lecturas de la boda. Jesús reitera la escritura hebrea de Génesis 1,27 y 2,24, señalando que Dios es la fuente de la creación, haciendo hombres y mujeres que están diseñados para convertirse en una sola carne. El texto del Génesis habla de la unión del hombre con su mujer, pero los comentarios finales de Jesús hacen hincapié en que la intención es que ambos estén juntos de forma inseparable.
Este pasaje refleja el sello distintivo de cualquier sacramento: son experiencias particulares de la Divinidad. Dios hace la unión y ningún ser humano debe separarla. Esta frase final se escuchará de nuevo directamente después de que los novios hayan intercambiado su consentimiento y sus votos, cuando el sacerdote rece: “Que nadie separe lo que Dios ha unido”.
En aquel tiempo, hubo una boda en Caná de Galilea, a la cual asistió la madre de Jesús.
Éste y sus discípulos también fueron invitados.
Como llegara a faltar el vino, María le dijo a Jesús: “Ya no tienen vino”.
Jesús le contestó: “Mujer, ¿qué podemos hacer tú y yo? Todavía no llega mi hora”.
Pero ella dijo a los que servían: “Hagan lo que él les diga”.
Había allí seis tinajas de piedra, de unos cien litros cada una, que servían para las purificaciones de los judíos.
Jesús dijo a los que servían: “Llenen de agua esas tinajas”.
Y las llenaron hasta el borde.
Entonces les dijo: “Saquen ahora un poco y llévenselo al encargado de la fiesta”.
Así lo hicieron, y en cuanto el encargado de la fiesta probó el agua convertida en vino,
sin saber su procedencia, porque sólo los sirvientes la sabían, llamó al novio y le dijo:
“Todo el mundo sirve primero el vino mejor, y cuando los invitados ya han bebido bastante, se sirve el corriente.
Tú, en cambio, has guardado el vino mejor hasta ahora”.
Esto que hizo Jesús en Caná de Galilea fue el primero de sus signos.
Así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.
Palabra de Dios.
Comentario:
Este pasaje se llama tradicionalmente “Las bodas de Caná”. Está claro que se celebra una boda, y no sólo está Jesús, sino también su madre, María. Esto lo hace atractivo para muchas parejas. Sin embargo, ocurre algo más. Es como si la escena de la boda tuviera lugar en el fondo. En primer plano hay una conversación entre María, los meseros y Jesús, quién revela un poder tremendamente transformador.
La historia incluye la fuerza de la fe: María anima a los servidores a hacer todo lo que Jesús les ordena, y termina con los discípulos creyendo en él. Al igual que los servidores, los que demuestran su fe en Jesús experimentarán cosas buenas, gloriosas y abundantes en esta vida y especialmente en la siguiente. Este texto aparece al principio del evangelio de san Juan y es el comienzo de los muchos signos de Jesús. Ofrece una visión del cielo que muestra la gloria de un mundo venidero. Las jarras de vino fino que rebosan generosamente son un símbolo de lo que Jesús mismo nos ofrece.
Las parejas que han experimentado el poder transformador de la fe y la abundante presencia de Jesús en sus vidas disfrutarán de este pasaje. Las anima a ser como vasos de barro – abiertos a la transformación divina por la que sus vidas son cambiadas para imitar más claramente los caminos de Cristo.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
“Como el Padre me ama, así los amo yo. Permanezcan en mi amor.
Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor;
lo mismo que yo cumplo los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena.
Éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado’’.
Palabra de Dios.
Comentario:
Cuando la familia y los amigos se reúnen para la ceremonia de la boda, pueden sentir que la iglesia y el entorno rebosan de amor. Hay una gran emoción y sobreabundancia de buena voluntad y de buenos deseos para la pareja. Este pasaje del Evangelio de san Juan se basa en el amor presente, ya que insta a la pareja y a la comunidad a permanecer en el amor.
Este pasaje forma parte de unas palabras de despedida de Jesús a sus discípulos. Expresa su amor por ellos antes de su regreso al Padre. El Padre ha amado al Hijo, quién a su vez ha amado al pueblo. Ahora, el pueblo debe mantener vivo ese amor imitándolo en sus comunidades. Este tipo de amor es particular. Es el amor expresado por el Dios Trino. “Como el Padre me ama, así los amo yo” (v. 9). Dios Padre ama a Dios Hijo sin límites, sin cálculos, condiciones o discusiones, y de forma absolutamente gratuita. El amor del Padre al Hijo es una expresión pura de desinterés liberador.
Las parejas que están alegremente enamoradas y ven a Dios como la fuente de ese amor se sentirán atraídas por este pasaje. Este amor no es una emoción o un sentimiento siempre pasajero, sino que es un amor permanente que brota de la plenitud del ser. Seguir el mandamiento del Dios Trino de amar de forma desinteresada conduce a una alegría duradera. A medida que las parejas se esfuerzan por retener y permanecer enamorados, aportan alegría a Dios. El amor conyugal comprometido y mutuo completa la alegría divina.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
“Éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado.
Nadie tiene amor más grande a sus amigos que el que da la vida por ellos.
Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando.
Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo;
a ustedes los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre.
No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha elegido
y los ha destinado para que vayan y den fruto y su fruto permanezca,
de modo que el Padre les conceda cuanto le pidan en mi nombre’’.
Palabra de Dios.
Comentario:
Este pasaje es una continuación de las palabras de despedida de la selección anterior. Jesús está en la Última Cena, y se prepara para apartarse de sus discípulos. Aunque esté ausente físicamente, su presencia permanecerá, especialmente en las expresiones de amor desinteresado que imitan sus acciones. El amor sacrificado de los matrimonios es como un espejo del modo desinteresado en que Cristo amó a sus amigos. Por eso el matrimonio es un sacramento y es un camino de salvación, porque los dos participan en una acción de Jesucristo.
Muchas parejas abrazarán la imagen de dar la vida por el otro cónyuge. Es duro, y refuerza el hecho de que el amor conyugal debe perdurar hasta la muerte. Esta es la acción de los esposos, y también la acción central de la verdadera amistad.
La vocación de todos los cristianos es ser atraídos por la amistad divina. Cuando los creyentes viven como Amigos de Dios, sus vidas lo mostrarán (darán fruto) y se animarán a confiar en esa amistad de manera favorable, pues “el Padre les conceda cuanto le pidan en mi nombre” (v. 16). El fruto de la pareja casada incluirá probablemente hijos que también serán formados para amar y seguir desinteresadamente los caminos de Cristo. Y la familia unida invocará a Dios en su necesidad.
En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y dijo:
“Padre, no sólo te pido por mis discípulos, sino también por los que van a creer en mí por la palabra de ellos,
para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti somos uno,
a fin de que sean uno en nosotros y el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno.
Yo en ellos y tú en mí, para que su unidad sea perfecta
y así el mundo conozca que tú me has enviado y que los amas, como me amas a mí.
Padre, quiero que donde yo esté, estén también conmigo los que me has dado,
para que contemplen mi gloria, la que me diste, porque me has amado desde antes de la creación del mundo.
Padre justo, el mundo no te ha conocido; pero yo sí te conozco y éstos han conocido que tú me enviaste.
Yo les he dado a conocer tu nombre y se lo seguiré dando a conocer,
para que el amor con que me amas esté en ellos y yo también en ellos’’.
Palabra de Dios.
Lectura el santo Evangelio según san Juan
O bien: Forma breve:
En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y dijo:
“Padre, no sólo te pido por mis discípulos,
sino también por los que van a creer en mí por la palabra de ellos,
para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti somos uno,
a fin de que sean uno en nosotros y el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno.
Yo en ellos y tú en mí, para que su unidad sea perfecta
y así el mundo conozca que tú me has enviado y que los amas, como me amas a mí’’.
Palabra de Dios.
Comentario:
Justo antes de entrar en su pasión y muerte, Jesús reza esta oración por el amor y la unidad. Mira al cielo y desea que la gloria del cielo se manifieste en la tierra. Su oración se inspira en la profunda unidad de la Trinidad, en la que Dios Padre ama perfecta y plenamente a Dios Hijo y ambos habitan en el amor mutuo.
En ocasiones, la Trinidad ha sido descrita en nuestra tradición de esta manera: Las tres personas de la Divinidad son como el Amante, el Amado y el Amor entre ellos – correspondiendo a Dios Padre, que ama a Dios Hijo, y a Dios Espíritu Santo que es el amor compartido entre ellos. La unidad sin fisuras del Padre y el Hijo (el Amante y el Amado), es una metáfora de la unidad que se desea a través de un matrimonio sacramental.
Así como Jesús visualiza místicamente la gloria celestial, así desea que todos en su rebaño compartan el cielo con él. Los matrimonios se embarcan en un viaje que ha de culminar en el cielo. Caminan uno al lado del otro en su vida terrenal, y una parte indispensable de la vida incluye una vida espiritual y una dimensión eterna.
Este pasaje podría ser favorecido por las parejas que desean un vínculo intenso, incluyendo una fuerte unidad espiritual en su relación que sólo puede provenir de confiar en el Espíritu Santo. También, aquellos que han luchado por reconciliar las diferencias entre ellos, sus familias o dentro de su comunidad de fe, podrían encontrar este pasaje útil. Jesús desea para ellos la misma unidad, cuya plenitud no se realizará hasta que irrumpa en la eternidad.
A menos que el homilista se inspire en la frase “antes de la creación del mundo”, no se perderá mucho con la forma breve. Conserva la imagen trinitaria de la unidad, y preserva la visión de que la comunidad de creyentes debe ser perfectamente una.
Sobre el autor de los comentarios
Estos comentarios han sido escritos por el Reverendo Darren M. Henson, sacerdote de la archidiócesis de Kansas City, en Kansas. El Padre Henson es licenciado en teología sagrada por la Universidad de Santa María del Lago. Ha sido profesor de la Universidad de Loyola en Chicago y profesor adjunto del Benedictine College, Atchison, KS, enseñando liturgia y sacramentos. Los comentarios fueron traducidos por Verónica López Salgado.
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