Lecturas del Antiguo Testamento para la liturgia nupcial
Las lecturas en la liturgia de una boda católica son una proclamación de la Palabra de Dios y de la fe de la Iglesia sobre el matrimonio. Por esta razón, se limitan a lecturas de la Sagrada Escritura (la Biblia). Hay nueve opciones para la primera lectura del Antiguo Testamento.
Puede resultarles útil reflexionar en oración sobre cada lectura y elegir las que hablan de sus esperanzas y sueños para su matrimonio cristiano. A continuación se encuentran cada lectura en su totalidad, así como un comentario para proporcionar algo de contexto y destacar los temas clave de cada lectura.
Antiguo Testamento
Dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza;
que domine a los peces del mar, a las aves del cielo,
a los animales domésticos y a todo animal que se arrastra sobre la tierra”.
Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen suya lo creó;
hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo:
“Sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla;
dominen a los peces del mar, a las aves del cielo
y a todo ser viviente que se mueve sobre la tierra”.
Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró muy bueno.
Palabra de Dios.
Comentario:
El primer libro de la Biblia, Génesis, contiene no uno, sino dos episodios de la creación. Ofrece detalles diferentes, y cada uno contiene riquezas únicas. En esta ofrenda del primer capítulo, la vida humana es la joya de la corona de todas las cosas cósmicas, creada en el sexto día después de la tierra, el cielo, el agua, las plantas y los animales. El hombre y la mujer son creados al mismo tiempo y llevan la imagen trina de Dios (v. 26, “Hagamos al hombre...”). Hechos a imagen del Dios creador, el hombre y la mujer deben participar con Dios para dar más vida (v. 28 “Sean fecundos, multiplíquense”).
Sin embargo, este don de dar vida se entrelaza con el don de la corresponsabilidad prudente. En este primer relato de la creación, Dios crea a partir del caos ordenándolo adecuadamente. Los esposos están llamados a hacer lo mismo. Llenar la tierra de vida conlleva la responsabilidad de someterla (v. 28), es decir, disciplinarla, calmarla y cultivarla. Esto se aplica, sobre todo, aunque no exclusivamente, a los hijos, y luego a toda la vida en la tierra. La paz en las sociedades actuales comienza con la participación de los esposos en el deseo de Dios de una armonía ordenada entre todos los seres vivos.
Este texto se utiliza cada año para comenzar la Vigilia Pascual. Es una elaborada fiesta nocturna que celebra el poderoso cambio y la nueva vida espiritual de los que se inician en la Iglesia. En una boda, esta lectura señala las nuevas realidades y la vida espiritual que se derivan del matrimonio. La vida nueva, vista y no vista, abundará para las parejas casadas que ven su relación como un espejo del acto continuo de creación de Dios.
En aquel día, dijo el Señor Dios: “No es bueno que el hombre esté solo.
Voy a hacerle a alguien como él, para que lo ayude”.
Entonces el Señor Dios formó de la tierra todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo,
y los llevó ante Adán para que les pusiera nombre y así todo ser viviente tuviera el nombre puesto por Adán.
Así, pues, Adán les puso nombre a todos los animales domésticos, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo;
pero no hubo ningún ser semejante a Adán para ayudarlo.
Entonces el Señor Dios hizo caer al hombre en un profundo sueño,
y mientras dormía, le sacó una costilla y cerró la carne sobre el lugar vacío.
Y de la costilla que le había sacado al hombre, Dios formó una mujer.
Se la llevó al hombre y éste exclamó: “Ésta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne.
Ésta será llamada mujer, porque ha sido formada del hombre”.
Por eso el hombre abandonará a su padre y a su madre,
y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.
Palabra de Dios.
Comentario:
Esta segunda versión de la creación es muy diferente de la primera. Dios crea primero al hombre, y luego a las aves, los animales salvajes y otras formas de vida, todo lo contrario que en el relato anterior. Sin embargo, incluso con la abundancia de vida natural que rodea al hombre, falta algo fundamental. Este pasaje subraya la importancia de las relaciones humanas y la necesidad de una sociedad fuerte, que comienza con hombres y mujeres en relaciones comprometidas y de amor mutuo.
Como católicos, no buscamos verdades biológicas en el relato bíblico de la creación. Los médicos atestiguan que los hombres y las mujeres tienen pares de costillas iguales. (En un lenguaje antiguo, una palabra significaba tanto “costilla” como “vida”). Del 'hombre' viene la 'mujer'. Este pasaje nos lleva a reflexionar sobre una verdad espiritual más profunda. Entre el hombre y la mujer existe una conexión íntima, una unidad fundamental y un parentesco o lazo familiar, así como una atracción sexual. Cuando ambos se juntan, especialmente en la santidad del matrimonio, su conexión es tan vivificante que todas las demás relaciones son secundarias, incluso el vínculo con los padres que inicialmente dieron la vida. Este pasaje es una meditación bíblica sobre la frase más contemporánea de que el/la esposo/a es “mi alma gemela”.
En aquellos días, Eliezer, el siervo de Abraham, le dijo a Labán, hermano de Rebeca, y a Betuel, el padre de ella:
“Bendigo al Señor, Dios de mi amo Abraham, que me ha traído por buen camino
para tomar a la hija de su hermano y llevársela al hijo de mi amo.
Díganme, pues, si por amor y lealtad a mi amo, aceptan o no, para que yo pueda actuar en consecuencia”.
Labán y Betuel le contestaron: “Todo esto lo ha dispuesto el Señor; nosotros no podemos oponernos.
Ahí está Rebeca: tómala y vete, para que sea la mujer del hijo de tu amo, como lo ha dispuesto el Señor”.
Llamaron, entonces, a Rebeca y le preguntaron si quería irse con ese hombre, y ella respondió que sí.
Así pues, despidieron a Rebeca y a su nodriza, al criado de Abraham y a sus compañeros.
Y bendijeron a Rebeca con estas palabras: “Hermana nuestra,
que tus descendientes se cuenten por millares y que conquisten las ciudades enemigas”.
Rebeca y sus compañeras montaron en los camellos
y se fueron con el criado de Abraham, encargado de llevar a Rebeca.
Isaac acababa de regresar del pozo de Lajay-Roí, pues vivía en las tierras del sur.
Una tarde Isaac andaba paseando por el campo, y al levantar la vista, vio venir unos camellos.
Cuando Rebeca lo vio, se bajó del camello y le preguntó al criado:
“¿Quién es aquel hombre que viene por el campo hacia nosotros?”
El criado le respondió: “Es mi señor”.
Entonces ella tomó su velo y se cubrió el rostro.
El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho.
Isaac llevó a Rebeca a la tienda que había sido de Sara, su madre,
y la tomó por esposa y con su amor se consoló de la muerte de su madre.
Palabra de Dios.
Comentario:
Este texto no es más que un fragmento de una historia más amplia, plagada de relaciones problemáticas, hijos imposibles y circunstancias imprevistas. La clave de la historia es la fe total de Abraham en que Dios proveerá y guiará. Abraham había dejado su tierra natal. Llegó a Canaán a una edad muy avanzada, y su esposa Sara, que era estéril, dio a luz a su hijo, Isaac. Cuando Sara muere, Abraham busca darle una esposa a Isaac.
Este fragmento de esa historia parece ser un matrimonio arreglado previamente, pero una segunda consideración del texto revela un matrimonio hecho por Dios. La intención principal de Abraham no es elegir a la esposa de su hijo. En cambio, busca el cumplimiento de una promesa hecha por Dios de darle a Abraham una descendencia tan numerosa como las estrellas del cielo.
Esta lectura del capítulo 24 del Génesis comienza con el versículo 48. Anteriormente en el capítulo, Abraham exhortó a su siervo Labán a orar al Señor Dios, que lo había bendecido en todo (vs. 1). La oración ayuda a verificar que este proceso se hace con Dios. Labán reza para ser guiado hacia la joven adecuada. El consentimiento de Rebeca en el asunto (vs. 58) verifica que ella está participando en la voluntad de Dios, no en algún acto coercitivo. La recién descubierta tranquilidad de Isaac confirma aún más que todo esto es obra de Dios. Isaac no se limita a aceptarla. La acogió en su tienda. La amó, y se casaron.
El Rito Católico del Matrimonio evita cualquier indicio de matrimonios arreglados. Al igual que este pasaje del Génesis, los novios declaran primero su propia libertad y consentimiento para casarse antes de intercambiar los votos. No se cuestiona a los padres. El Rito no contempla que nadie “entregue a la novia”. A los ojos de la Iglesia, ambos novios son individuos libres que han discernido que su amor proviene de Dios. Por esta razón, la Iglesia establece que la entrada comience con el sacerdote a las puertas de la iglesia saludando a los novios, mostrando que la Iglesia comparte su alegría.
En aquellos días, Ragüel besó a Tobías y entre lágrimas le dijo:
“¡Que Dios te bendiga, porque eres hijo de un padre verdaderamente bueno e irreprochable!
¡Qué gran desgracia que un hombre justo y que hacía tantas limosnas se haya quedado ciego!”
Y llorando, estrechó entre sus brazos a Tobías, hijo de su hermano.
También Edna, su esposa, y Sara, su hija, rompieron a llorar.
Ragüel los acogió cordialmente y mandó matar un carnero de su rebaño.
Después, se lavaron, se purificaron y se sentaron a la mesa. Entonces Tobías le dijo a Rafael:
“Azarías, hermano, dile a Ragüel que me dé la mano de mi hermana Sara”.
Ragüel alcanzó a escucharlo y le dijo a Tobías:
“Come y bebe y descansa tranquilamente esta noche.
Nadie tiene más derecho que tú, hermano, para casarse con mi hija Sara,
y a nadie se la puedo yo dar sino a ti, porque tú eres mi pariente más cercano.
Pero tengo que decirte una cosa, hijo.
Se la he entregado a siete parientes nuestros y todos murieron antes de tener relaciones con ella.
Por eso, hijo, come y bebe y el Señor cuidará de ustedes”.
Tobías replicó: “No comeré ni beberé, hasta que no hayas tomado una decisión acerca de lo que te he pedido”.
Ragüel le contestó: “Está bien. Según la ley de Moisés, a ti se te debe dar.
El cielo mismo lo ha decretado. Cásate, pues, con tu hermana;
desde ahora tú eres su hermano, y ella, tu hermana. Desde hoy y para siempre será tu esposa.
Hijo, que el Señor del cielo los acompañe durante esta noche,
tenga misericordia de ustedes y les conceda su paz”.
Ragüel mandó llamar a su hija Sara, ella vino, y tomándola de la mano, se la entregó a Tobías, diciéndole:
“Recíbela, pues, según lo prescrito en la ley de Moisés. A ti se te da como esposa.
Tómala y llévala con bien a la casa de tu padre.
Y que el Señor del cielo les conceda a ustedes un buen viaje y les dé su paz”.
Entonces Ragüel llamó a la madre de Sara y le pidió que trajera papel para escribir el acta de matrimonio,
en que constara que su hija había sido entregada por esposa a Tobías,
de acuerdo con lo establecido en la ley de Moisés.
La esposa de Ragüel trajo el papel. Y él escribió y firmó. Y después se sentaron a cenar.
Palabra de Dios.
Comentario:
Hay algunas historias fantásticamente increíbles en la Sagrada Escritura. Esta debería estar entre las primeras. Aunque es ficción, el libro de Tobías retrata la vida ordinaria de una familia israelita. Ofrece historias de vida, muerte, comida, familia y Dios. Un tema principal es la naturaleza del sufrimiento humano. Algunos sufrimientos provienen de fuerzas demoníacas. Otros sufrimientos pueden ser iniciados por Dios como medida correctiva para que los egoístas y los justos vean la justicia de Dios.
Tobit es ciego. Quizá sea una metáfora para que confíe en la esposa que el ángel de Dios (Rafael / Azarías) elegirá para su hijo Tobías. Sara sufre por haber perdido siete maridos antes de consumar su matrimonio con alguno de ellos (3,8). Si los acontecimientos pasados son una indicación, entonces el nuevo marido de Sara estará muerto. Esto no sucede. Al igual que la opción bíblica anterior de Génesis 24, su feliz matrimonio y su nueva vida son una forma bíblica de revelar que el matrimonio es una participación en el plan divino de Dios. De hecho, el sufrimiento impuesto a los dos los condujo más cerca de la voluntad de Dios.
Este pasaje no concuerda con la historia convencional del matrimonio que la mayoría de las parejas imaginan. Sin embargo, tiene una belleza interior y una inspiración únicas. Mire de cerca. El pasaje contiene oraciones sinceras: “el Señor cuidará de ustedes” (vs. 11); “El cielo mismo lo ha decretado” (vs. 11); "Que el Señor del cielo…tenga misericordia de ustedes y les conceda su paz” (vs. 12). La pareja superó grandes obstáculos. Las parejas de la sociedad actual también se enfrentan a grandes dificultades, y muchas conllevan su propio sufrimiento. Los pasajes de este texto aparecen en la bendición final del matrimonio. Las parejas pueden encontrar que este pasaje les ayuda a confiar en la divina providencia de Dios, independientemente de las dificultades a las que se enfrenten.
La noche de su boda, Tobías se levantó y le dijo a Sara:
“¡Levántate, hermana! Supliquemos al Señor, nuestro Dios,
que tenga misericordia de nosotros y nos proteja”.
Se levantó Sara y comenzaron a suplicar al Señor que los protegiera, diciendo:
“Bendito seas, Dios de nuestros padres y bendito sea tu nombre por los siglos de los siglos.
Que te bendigan los cielos y todas tus creaturas por los siglos de los siglos. Tú creaste a Adán y le diste a Eva
como ayuda y apoyo, y de ambos procede todo el género humano.
Tú dijiste: ‘No es bueno que el hombre esté solo.
Voy a hacer a alguien como él, para que lo ayude’”.
“Ahora, Señor, si yo tomo por esposa a esta hermana mía,
no es por satisfacer mis pasiones, sino por un fin honesto.
Compadécete, Señor, de ella y de mí
y haz que los dos juntos vivamos felices hasta la vejez”.
Y los dos dijeron: “Amén, amén”.
Palabra de Dios.
Comentario:
Desde su lecho matrimonial, Tobías se levanta y le dice a su esposa que se levante para unirse a él en oración a Dios. Dada su historia – siete maridos anteriores murieron después de hacer el amor con Sara – la petición de Tobías es más que comprensible. ¡Es casi una necesidad! Lo que sigue es una tierna oración que cualquier pareja casada desearía pronunciar. Bendice al Dios de sus antepasados y alaba al Dios de la creación que dio forma a Adán y Eva. Así como Eva fue un complemento perfecto para Adán, Tobías ve a Sara como una compañera igualmente adecuada. Le dice a Dios que ha tomado a su esposa no por placer sexual, sino por auténtica virtud. Le pide a Dios que se apiade de ambos y que lleguen juntos a la vejez. Sara añade su voz a la oración mientras concluyen: “Amén”.
Este texto revela que el matrimonio no es sólo para aplacar los deseos sexuales, sino que la verdadera fuerza espiritual se encuentra en el sacramento. Tiene un propósito noble: ayudarse, apoyarse y sostenerse mutuamente hasta la vejez. Esta lectura anima a las parejas a fomentar una vida de oración compartida, y revela las bendiciones que se derivan de ella.
Dichoso el hombre que encuentra una mujer hacendosa:
Muy superior a las perlas es su valor.
Su marido confía en ella
y, con su ayuda, él se enriquecerá;
todos los días de su vida
le procurará bienes y no males.
Adquiere lana y lino
y los trabaja con sus hábiles manos.
Sabe manejar la rueca y con sus dedos mueve el huso;
abre sus manos al pobre y las tiende al desvalido.
Son engañosos los encantos y vana la hermosura;
merece alabanza la mujer que teme al Señor.
Es digna de gozar del fruto de sus trabajos
y de ser alabada por todos.
Palabra de Dios.
Comentario:
El libro de los Proverbios es una colección de dichos de dos líneas de sabios que estudiaron a Dios, la creación y la naturaleza humana. Estas ideas de sabiduría tienden a centrarse en la alianza y la redención. Este pasaje aparece al final del libro y es inusualmente más largo que los dichos más cortos que lo preceden.
Muchas parejas encontrarán este pasaje desagradable, ya que se dirige a la esposa y sólo menciona brevemente al marido. Enfatiza la importancia de una fe arraigada en el Señor que será más fuerte que la belleza fugaz o el encanto pasajero. Temer al Señor significa respeto reverencial mezclado con miedo o asombro, obediencia y una correcta relación con Dios como base para vivir sabiamente. El buen marido confía en su mujer porque ella confía en el Señor. El pasaje apoya la idea de que un aspecto importante del matrimonio es que las parejas caminen el uno con el otro en su camino espiritual hasta llegar a las puertas del amor eterno de Dios.
Aquí viene mi amado saltando por los montes,
retozando por las colinas.
Mi amado es como una gacela, es como un venadito,
que se detiene detrás de nuestra tapia,
espía por las ventanas y mira a través del enrejado. Mi amado me habla así:
“Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven.
Paloma mía, que anidas en las hendiduras de las rocas,
en las grietas de las peñas escarpadas,
déjame ver tu rostro y hazme oír tu voz,
porque tu voz es dulce y tu rostro encantador”.
Mi amado es para mí y yo para mi amado.
Grábame como un sello en tu brazo,
como un sello en tu corazón,
porque es fuerte el amor como la muerte,
es cruel la pasión como el abismo;
es centella de fuego, llamarada divina;
las aguas torrenciales no podrán apagar el amor
ni anegarlo los ríos.
Palabra de Dios.
Comentario:
A menudo los lectores se sorprenden al encontrar este libro poco conocido metido en las páginas del Antiguo Testamento. Es un poema de amor que describe a dos jóvenes amantes que descubren la belleza de sus cuerpos creados, y su deseo de compartirla (belleza) en amor y fidelidad mutua. Algunas partes del libro expresan el amor erótico. El don de la sexualidad se afirma y se retrata sin ninguna reserva. Hay una igualdad fundamental en la que ambos amantes desean compartir el don de la sexualidad con la misma intensidad. El amor se ve como una comunión de almas.
Este pasaje parece operístico. Describe a un joven que aparece en la ventana de su amada justo antes del amanecer, cortejándola en el campo que florece con la vida y la promesa de la primavera. La doncella hace una declaración que describe maravillosamente la reciprocidad del matrimonio: “Mi amado es para mí y yo para mi amado”. Él, entonces, declara la ferocidad del amor, pues tan severo como la muerte, el amor es aún más implacable. El amor es eterno.
Dichoso el marido de una mujer buena: se doblarán los años de su vida.
La mujer hacendosa es la alegría de su marido, y él vivirá su vida en paz.
La mujer buena es un tesoro: lo encuentran los que temen al Señor;
sean ricos o pobres, estarán contentos y siempre vivirán con alegría.
La mujer servicial alegra a su marido; la que es cuidadosa le causa bienestar.
La mujer discreta es un don del Señor; y la bien educada no tiene precio.
La mujer modesta duplica su encanto y la que es dueña de sí supera toda alabanza.
Como el sol que brilla en el cielo del Señor, así es la mujer bella en su casa bien arreglada.
Palabra de Dios.
Comentario:
El libro de Sirácida, es frecuentemente referido como "Eclesiástico”, o "El Libro de la Sabiduría". Se trata de los escritos sapienciales de Ben Sira.
Al igual que el pasaje de Proverbios (opción nº 6 del AT), éste hace hincapié en el papel de la esposa. Ella puede revelar la bendición de Dios a su marido. Él puede esperar vivir el doble de tiempo con una buena esposa, pues ella le trae alegría y paz. Estas eran las bendiciones tradicionales, y son más importantes que la riqueza. Si bien es un cumplido para la esposa el ser comparada con la salida del sol – lo que da vida, esperanza y promesa – el pasaje tiene un notable tinte de desigualdad. Parece que la mujer debe pasar su vida complaciendo a su marido y alimentándolo. En el mejor de los casos, muestra cómo las personas pueden ser una bendición de Dios.
“Se acerca el tiempo, dice el Señor,
en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva.
No será como la alianza que hice con los padres de ustedes,
cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto.
Ésta será la alianza nueva que voy a hacer con la casa de Israel:
Voy a poner mi ley en lo más profundo de su mente y voy a grabarla en sus corazones.
Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
Ya nadie tendrá que instruir a su prójimo ni a su hermano, diciéndole:
‘Conoce al Señor’, porque todos me van a conocer,
desde lo más pequeño hasta el mayor de todos”.
Palabra de Dios.
Comentario:
La mayoría de las parejas no verán inmediatamente la belleza oculta y la fuerza que tiene este pasaje en su profundidad al iluminar la alianza matrimonial. Los votos matrimoniales vinculan a la pareja en una alianza. Este pasaje describe la visión ideal de cómo puede ser esa alianza.
Jeremías era un profeta que podía ver y escuchar cosas de Dios que otros no podían. Está en su torre profética evaluando el pasado y el futuro. En el pasado, Dios había hecho una alianza con el pueblo, prometiendo ser su Dios si ellos le eran fieles a cambio. La alianza se rompió. El pueblo falló en la fidelidad. En este pasaje, Jeremías habla de una nueva alianza que será dada por Dios: “Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo”. La asombrosa diferencia en esta segunda alianza es la ausencia de una pequeña palabra, “si”. Al omitir la palabra “si” Dios está haciendo esta alianza incondicionalmente. Dios está prometiendo un amor completo e incondicional. Dios los ha perdonado por su infidelidad, y esta ley de perdón amoroso está escrita en sus corazones.
Esta imagen del amor incondicional como fundamento de una alianza, es un espejo de lo que los matrimonios se esfuerzan por hacer y aspiran a ser el uno para el otro. El matrimonio sacramental revela al mundo este increíble amor que Dios nos tiene. Los esposos entran en este sacramento con el mismo compromiso de amor que Dios ha mostrado a su pueblo. Las parejas con una profunda y comprometida fe en Dios, las que se han reconciliado tras difíciles infidelidades y las comprometidas con el perdón y el amor incondicional querrán considerar seriamente este elocuente pasaje.
Sobre el autor de los comentarios
Estos comentarios han sido preparados por el Reverendo Darren M. Henson, sacerdote de la archidiócesis de Kansas City, en Kansas. El Padre Henson es licenciado en teología sagrada por la Universidad de Santa María del Lago. Ha sido profesor de la Universidad de Loyola en Chicago y profesor adjunto del Benedictine College, Atchison, KS, enseñando liturgia y sacramentos. Los comentarios fueron traducidos por Verónica López Salgado.
Opciones para las lecturas de una Boda Católica: