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Por Tu Matrimonio

Retiro en casa para parejas – Tercer Día

Tercer día: Dispuestos a mirar hacia adentro

 

¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo?  ¿Cómo puedes decir a tu hermano: “Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo”, tú, que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano. (Lucas 6, 41-42)

Para que podamos comenzar a trabajar para solucionar los problemas en nuestro matrimonio, debemos comenzar por comprender nuestra parte en cualquier problema. Él tercer habito nos propone mirar primero hacia adentro y reconocer cómo nuestros patrones de división o destrucción pecaminosos, no saludables o no productivos en nuestra relación han creado o perpetuado la desunión en nuestra relación matrimonial. Podemos encontrar que la ‘viga’ en nuestro propio ojo en realidad está provocando el mismo comportamiento en nuestro cónyuge (la paja) que nos está causando angustia.

 

Nuestra relación con Cristo

 

En el Sacramento de la Reconciliación, Cristo nos llama a mirar hacia adentro y arrepentirnos de nuestros pecados. El pecado puede impedirnos entrar de lleno en el gran misterio de la Eucaristía. Estos pecados no solo causan mayor daño a nuestra relación con Cristo sino también a nuestro propio bienestar. En las palabras de San Pablo: “Por eso, el que coma el pan o beba la copa del Señor indignamente tendrá que dar cuenta del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Que cada uno se examine a sí mismo antes de comer este pan y beber esta copa; porque si come y bebe sin discernir el Cuerpo del Señor, come y bebe su propia condenación. Por eso, entre ustedes hay muchos enfermos y débiles, y son muchos los que han muerto” (1 Corintios 11, 27-30). Dios nos llama a reconocer y arrepentirnos de los comportamientos y hábitos que crean división en nuestra relación con Él y con los demás. Él nos llama a reconocer la “viga” en nuestro propio ojo, en lugar de la “paja” en el ojo de nuestro cónyuge (Mateo 7, 3).

Estamos llamados a confesar nuestros pecados a Dios regularmente, especialmente cuando hemos cometido pecados graves. Es bueno que las parejas vayan regularmente a confesarse. Muchos de nosotros, en un momento u otro, nos hemos sentido avergonzados al tener que admitir nuestra pecaminosidad e incluso hemos deseado evitar ir a confesarnos por esta razón. Ojalá, también hemos sentido alegría y alivio al escuchar las palabras de la absolución. Para facilitar la sanación, necesitamos adquirir el hábito de mirar dentro de nosotros mismos, de forma regular, para ver cómo nos estamos desconectando de Dios y de los demás.

 

Nuestra relación uno con el otro

 

Nuestros errores como pareja parecen sentarse en medio de la sala de nuestra casa como grandes piedras, y si no hacemos algo con ellos, se convierten en lo que nos hace tropezar todos los días. Los resentimos; nos enojamos por eso y por todo el dolor que traen; y a veces parecen seguir creciendo. Sin embargo, si realmente nos ocupamos de los errores y buscamos corregir los patrones que los causaron, a menudo podemos, juntos, mover las piedras al sótano de nuestra vida, donde pueden convertirse en parte de los cimientos para crear juntos una nueva vida en nuestro hogar. La mayoría de la gente quiere ignorar los problemas o tratar de deshacerse de ellos y “volver a la vida”, pero no podemos borrar el pasado. Sin embargo, podemos aprender de los problemas y utilizarlos para fortalecer los cimientos de un nuevo camino en nuestro matrimonio.

 

Diálogo:

  1. ¿Cuál es un momento en el que nos sentimos más unidos como pareja al enfrentar un conflicto? ¿Qué palabra usarías para describir cómo te sentiste en ese momento? ¿Qué hice para crear este sentimiento y sentido de unidad?
  2. ¿Cuál es un área de nuestra relación que quieres mejorar? ¿Cuáles de mis patrones actuales debo cambiar con relación a mi respuesta durante un conflicto?
  3. Consideremos programar un tiempo pronto para que ambos vayamos a confesarnos la próxima semana y luego salgamos a hacer algo especial juntos.

 

Oración:

Señor, ayúdanos en este camino de hacer, de todo corazón, que nuestro matrimonio sea un Matrimonio Eucarístico. Ayúdanos a ambos a tener la humildad de mirar nuestra propia pecaminosidad y los patrones que hemos traído a este matrimonio que han causado división. Ayúdanos a hacer todo lo que podamos, con tu gracia y ayuda, para reconocer cómo nuestras acciones o falta de acción han sido perjudiciales para los demás y tener la voluntad de cambiar y eliminar esos hábitos de nuestra vida. Te ofrecemos esta oración, Señor Jesús, a través de María y en unión con San José.

 

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