Retiro en casa para parejas – Segundo Día
Segundo Día: Entender el designio de Dios
Caer en el conformismo en nuestra vida espiritual, así como en nuestra vida conyugal, puede llevarnos al punto de no valorar a Dios y a nuestro cónyuge o a tomarlos por garantizados. Cuando hacemos esto, corremos el riesgo de perder nuestra intencionalidad de verdaderamente ‘alimentar’ nuestra relación. A menudo vemos ‘hambruna emocional’ en las relaciones cuando uno o ambos cónyuges se vuelven apáticos y dejan de satisfacer las necesidades del otro. Vemos este mismo tipo de apatía en personas que toman por garantizada su fe y que no se esfuerzan mucho por hacer crecer su relación con Cristo. Este segundo hábito propone que seamos intencionales en nuestras relaciones con Dios y con nuestro cónyuge y no tomar ninguno de los dos por garantizado.
Nuestra relación con Cristo
Para crecer en nuestra comprensión del designio de Dios para el matrimonio, primero es importante revitalizar y fortalecer nuestra comprensión de lo que realmente significa nuestra relación con Dios en la Eucaristía para nuestra peregrinación aquí en la tierra. Cuando verdaderamente entendemos y nos recordamos a nosotros mismos lo que sucede cada vez que participamos en la Misa, puede facilitar una experiencia mucho más profunda de este sacramento. La falta de comprensión que muchas personas tienen de la verdadera presencia de Cristo en la Eucaristía ha creado una crisis de fe en nuestra Iglesia hoy que está provocando una falta de reverencia a nuestro Señor Eucarístico, una disminución en la asistencia a la Misa, así como un aumento en las personas que abandonan la fe católica. Si entendiéramos verdaderamente el don milagroso que Cristo nos da en la Misa, inevitablemente nos veríamos obligados a postrarnos ante Dios en profunda acción de gracias y asombro.
La Misa es la cumbre de la unión con Jesús. En la celebración de la Eucaristía recibimos su cuerpo, sangre, alma y divinidad. La Misa es el banquete de bodas del Cordero. Es absolutamente vital para nuestra existencia. San Padre Pío fue citado una vez diciendo: “Sería más fácil para el mundo existir sin el sol que sin la Santa Misa”. También declaró, “Si supiéramos cómo Dios considera este Sacrificio, arriesgaríamos nuestras vidas para estar presentes en una sola Misa”.2 San Juan Crisóstomo fue citado diciendo: “Cuando se celebra la Misa, el santuario se llena de innumerables ángeles que adoran a la Divina Víctima inmolada en el altar”.3 Los santos comprendieron el poder de la celebración de la Eucaristía y la enseñaron a otros. ¿Buscamos también comprender? Cuando realmente logramos comprender el poder de la Misa, o al menos intentamos obtener una comprensión más completa, cambia la forma en que la vivimos y la forma en que nos expresamos sobre ella a los demás.
A lo largo de su vida, Jesús nos enseñó cómo amar y perdonar y, al concluir su tiempo en la tierra con nosotros, nos dio a todos el don eterno de su amor a través de su muerte sacrificial en la cruz y a través de su resurrección al cielo donde Él prepara un banquete de alegría para todos nosotros. Esto es lo que experimentamos en cada Misa. Cuando buscamos comprender esta verdad más profundamente, ¡la gracia de Dios expandirá nuestro amor por Él y por los demás cada día más y más!
Nuestra relación uno con el otro
Dado que “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo” (Rom 5, 5), anhelamos compartirlo con los demás y experimentarlo de nuestro amado. Nosotros necesitamos compartirlo con otros. Así es como funciona el amor de Dios.
El designio de Dios para el Sacramento del Matrimonio se refleja tan profundamente en el Sacramento de la Eucaristía, que cuanto más comprendemos la profundidad de uno, más podemos comprender la profundidad del otro. Ambos sacramentos exigen el sacrificio de uno mismo por amor al otro: la vida de Cristo en la Eucaristía y la vida de los esposos en este camino al cielo. En ambos, hay una entrega sacrificial de cuerpos para que la vida pueda brotar de esta entrega. Nos hacemos uno con Cristo a través de la Eucaristía, y formamos una sola carne con nuestro cónyuge a través de nuestro vínculo nupcial y unión conyugal.
Parte del camino hacia amor y aprecio más profundos por nuestro cónyuge requiere que no solo entendamos el designio de Dios para el matrimonio, sino también que entendamos la belleza y el valor del designio que Dios creó en nuestro amado cónyuge. ¡Una gran manera de hacer esto es aprendiendo el lenguaje del amor del otro y alimentándolo todos los días!
Diálogo:
- ¿Cómo podemos ser más intencionales al hacer que Cristo y la Eucaristía sean más centrales en nuestro matrimonio y aprender más sobre nuestra fe?
- ¿Cuáles son algunas maneras en que podemos ser más deliberados en nuestra relación uno con el otro? ¿Y con Dios?
- ¿Sabemos cuál es nuestro lenguaje del amor? Si no, utilicemos al cuestionario de los 5 lenguajes del amor en https://www.5lenguajesdelamor.com/ y compartamos nuestros resultados. ¿Cómo podríamos mostrar amor uno al otro utilizando el lenguaje de amor de nuestro cónyuge todos los días?
Oración:
Señor, ayúdanos en este camino de hacer, de todo corazón, que nuestro matrimonio sea un Matrimonio Eucarístico. Ayúdanos a crecer en el conocimiento más profundo de ti y uno del otro, así como en la comprensión de tu hermoso designio para el matrimonio y para la Misa. Ayúdanos a estar siempre conscientes de nuestros votos mutuos y a honrarnos mutuamente buscando siempre crecer en nuestra comprensión mutua. Te ofrecemos esta oración, Señor Jesús, a través de María y en unión con San José.
2 Father Stefano Manelli, Jesus Our Eucharistic Love: Eucharistic Life Exemplified by the Saints, 1996.
3 Ibid.
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