Retiro en casa para parejas – Cuarto Día
Cuarto día: Escuchar al corazón
“Darse tiempo, tiempo de calidad, que consiste en escuchar con paciencia y atención, hasta que el otro haya expresado todo lo que necesitaba. Esto requiere la ascesis de no empezar a hablar antes del momento adecuado. En lugar de comenzar a dar opiniones o consejos, hay que asegurarse de haber escuchado todo lo que el otro necesita decir. (…) Muchas veces uno de los cónyuges no necesita una solución a sus problemas, sino ser escuchado. Tiene que sentir que se ha percibido su pena, su desilusión, su miedo, su ira, su esperanza, su sueño”.
-Papa Francisco, Amoris Laetitia, n. 137.
Es importante que las parejas recién comprometidas y casadas desarrollen y mantengan buenas habilidades de comunicación desde el principio y mantengan estas habilidades a través de los grandes cambios en la vida. Sin embargo, por mucho que nos esforcemos por mantener una buena comunicación conyugal, al final de cuentas nadie alcanza perfectamente la meta. Todos nos cansamos, nos irritamos o simplemente tenemos un mal día. Esto a menudo conduce a malentendidos, respuestas cortantes y sarcasmo. Es importante no dejar que el sol se ponga sin encontrar algún sentido de resolución y sanación. Esto cuarto hábito se trata de desarrollar y mantener habilidades de comunicación sólidas y saludables, especialmente con respecto a escuchar a nuestro cónyuge.
Nuestra relación con Cristo
¿Cuántas veces hemos visto algo así en la historia bíblica? Dios da instrucciones a su pueblo, pero no lo escuchan. Dios luego redirige a su pueblo, pero ellos se quejan y desobedecen. Luego, finalmente lo pierden de vista nuevamente y comienzan a desviarse en su propia dirección. Luego Dios les da varias señales grandes para despertarlos, como el Gran Diluvio (Génesis 7,6 – 8,22), el Éxodo de Egipto y la separación de las aguas del Mar Rojo (Éxodo 14,10-31), o la destrucción de Sodoma y Gomorra (Génesis 19, 24). Y solo, después de que se encuentran en un lugar o situación realmente mala, debido a su total abandono de Dios, regresan tristemente a Dios y suplican su misericordia, perdón y sanación; a lo que Dios responde tan misericordiosamente y con tanta gracia. Luego, cuando vuelven a sentirse cómodos, todo se repite. ¿Cuán poco escuchamos el corazón de nuestro Padre celestial que nos suplica que vengamos y encontremos descanso y sanación en Él? Él nos habla cada minuto de cada día, pero a menudo estamos demasiado ocupados para escuchar, no nos tomemos el tiempo para el silencio y la oración. Si nos tomamos el tiempo para leer o escuchar la Escritura y en oración y en silencio permitir que penetre en nuestros corazones, escucharíamos aquello a lo que Dios nos está llamando a todos y cada uno de nosotros.
En la Misa tenemos el don de la Liturgia de la Palabra, durante la cual Dios nos llama a cada uno de nosotros. Pero, ¿estamos escuchando? ¿Estamos tratando de averiguar qué quiere Dios de nosotros cuando somos enviados desde la Eucaristía para ir y servirle amando a los demás? Jesús anhela que lo conozcamos y, a través de la Palabra de Dios en la Escritura, desea que aprendamos más acerca de su voluntad para con nosotros. Él quiere que nosotros tengamos vida, y que la tengamos en abundancia (Juan 10,10). Él pide que verdaderamente escuchemos, aprendamos y crezcamos.
Nuestra relación uno con el otro
La mala comunicación es una de las principales causas del hambre emocional en el matrimonio. La buena comunicación requiere que busquemos entender la perspectiva de nuestro cónyuge. Esto puede ser muy difícil en muchos niveles porque estamos muy acostumbrados a vivir en una cultura que se alimenta del ataque y la culpa. Desarrollar un nuevo hábito de generosidad con los demás llama a cada persona a luchar contra la necesidad de concentrarse en lo que su cónyuge ha hecho mal, y más bien a concentrarse más en lo que la otra persona está experimentando y con lo que está luchando. Esto puede ser muy difícil porque lo más probable es que no nos guste lo que escuchamos. Este diálogo, sin embargo, debe ser una calle de doble sentido donde ambas personas necesitan escuchar y ser escuchadas. La clave es no culpar, sino expresar nuestra percepción y sentimientos sobre una situación o tema difícil en particular.
Al desarrollar el hábito de usar buenas habilidades para escuchar, la esperanza es lograr una comprensión más profunda de cuáles son los problemas reales y superar el ‘Síndrome de llenar el espacio en blanco’ [Esto es cuando dejamos de comunicarnos verbalmente entre nosotros y simplemente tratamos de entendernos en función de nuestras reacciones e interpretaciones de la comunicación no verbal de la otra persona. Al hacerlo, corremos el riesgo de malinterpretar sus motivos e intenciones]. Esto es importante si realmente deseamos trabajar hacia soluciones que aborden los problemas y no solo los síntomas. Muchas veces las luchas de una pareja son los muchos síntomas diferentes que se derivan de un solo problema más profundo. Por lo tanto, cuando tratamos de corregir el síntoma, no resuelve la raíz del problema que, a su vez, puede causar más frustración. Es como una plaga, que solamente le cortamos las hojas o puntas de las ramas, y no la sacamos de raíz. Requiere mucho trabajo, pero nunca evita que sigue retoñando y crece de nuevo. La verdadera solución es abordar la raíz y eliminar la causa.
Escuchar y comprender el corazón de nuestro cónyuge con regularidad nos ayudará a descubrir los problemas más profundos. Es importante ser amable uno con el otro y mantener las interacciones lo más acogedoras posible.
Diálogo:
- ¿Hay cosas que digo o hago actualmente que te hacen sentir incomprendido o que no ayudan?
- ¿Cómo puedo ser más acogedor para animarte a que me hables de las dificultades que tienes con nuestra relación?
- Consideremos dedicar tiempo todos los días para tener al menos 15 minutos de comunicación para conectarnos, comprender las necesidades inmediatas del otro y animarnos mutuamente. También podemos considerar establecer una cita juntos para esta semana. Oremos primero juntos, tal vez dedicando una hora a la adoración de Cristo en el Santísimo Sacramento.
Oración:
¡Señor, haz de mí un instrumento de tu paz! Que allí donde haya odio, ponga yo amor;
donde haya ofensa, ponga yo perdón; donde haya discordia, ponga yo unión;
donde haya error, ponga yo verdad; donde haya duda, ponga yo fe;
donde haya desesperación, ponga yo esperanza; donde haya tinieblas, ponga yo luz;
donde haya tristeza, ponga yo alegría. ¡Oh, Maestro!, que no busque yo tanto
ser consolado como consolar; ser comprendido, como comprender;
ser amado, como amar; Porque dando es como se recibe;
olvidando, como se encuentra; perdonando, como se es perdonado;
muriendo, como se resucita a la vida eterna.
Te ofrecemos esta oración, Señor Jesús, a través de María y en unión con San José.
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